15 abr 2018

A lo que usted llama tribu otros le llamamos sociedad



“Pero, hechas las sumas y las restas, estoy convencido de que ambos prestaron un gran servicio a la cultura de la libertad”. Y se refiere a Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Esbozo una sonrisa, triste y escéptica.

El autor de esta frase es Mario Vargas Llosa, y está publicada en su libro La llamada de la tribu. Se trata de “un libro autobiográfico. Describe mi propia historia intelectual y política…”.

Puedo entender que le ayudaran a convertirse en un liberal, pero de ahí a decir que prestaron un gran servicio a la libertad me parece a mí que hay un buen trecho. Su legado, el de ambos, dejó mucho que desear.

Reagan y Thatcher fueron fieles seguidores de los dictados económicos de la Escuela de Chicago. Ambos redujeron los impuestos directos sobre las rentas. Rebajaron los controles sobre el sistema financiero y  las grandes empresas. Hicieron todo lo posible por anular el poder de las organizaciones obreras y las negociaciones colectivas. Disminuyeron los gastos sociales. Con sus medidas se incrementó la pobreza y las desigualdades sociales. Privatizaron todo lo que pudieron y más. Ronald Reagan prohibió el aborto, impuso las teorías creacionistas en las escuelas estatales y durante su mandato se produjo la crisis de ahorros y préstamos que costó al estado miles de millones de dólares.

Si estos son los referentes de Vargas Llosa se los puede quedar. Por cierto, son muchos los que achacan a aquellas políticas liberalizadoras – y no corregidas- de Thatcher y Reagan la crisis del 2008.

Tengo la sensación que eso de ser liberal va parejo al dinero y el poder, los que no tienen ni uno ni otro, y siempre van juntos, lo son de boquilla.

El título del libro, La llamada de la tribu, me parece un poco faltón. No se trata de “abdicar de la individualidad soberana para adquirir la de la colectividad y ser nada más que una parte de la tribu” como dice Vargas Llosa. No son términos antagónicos.

Derechos individuales  e intereses sociales van unidos. Cuando se antepone unos a otros todo va mal. Está demostrado que aquello de laissez fair, laissez passer no funciona para el conjunto de los ciudadanos. Creo más adecuado hablar de ciudadanos que individuos. El término individuos, tan querido por los liberales, me lleva a pensar en personas aisladas, el de ciudadanos me remite a personas con derechos individuales en sociedad. Y “sociedad” nada tiene que ver con comunismo.

No es lo mismo muchedumbre, turba, tribu, revolución, movimiento social o sociedad. Repito, no me gusta el título.

“El espíritu tribal, fuente del nacionalismo, ha sido el causante, con el fanatismo religioso, de las mayores matanzas en la historia de la humanidad”. Pues tiene usted razón don Mario. De ese nacionalismo hacen gala muchos liberales y usted me podría contestar que esos no son auténticos liberales.

El ensayo, tras una introducción que sirve de explicación y motivación, pasa a repasar la vida y la obra de siete autores que le han influido en sus planteamientos intelectuales y políticos: Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friedrich August von Hayek, Karl Popper, Raymond Aron, Isaiah Belin y Jean-François Revel.
Por cierto, Vargas Llosa, tan liberal, utiliza los títulos nobiliarios para referirse a Sir Isaiah Berlin y Sir Karl Popper. Liberalidad sí, pero la realeza es la realeza.

Mario Vargas Llosa recuerda sus orígenes socialistas y cómo gracias a estos pensadores su pensamiento político transmutó al liberalismo. En ello tuvo mucho que ver el desarrollo político en Cuba.

No son solo breves biografías y exposiciones de los planteamientos de los “siete magníficos” de Vargas Llosa, él está muy presente. Además de los halagos saca a relucir las “miserias” de cada uno de ellos, con lo cual los acerca más al lector y a la par logra el objetivo de reforzar su aseveración de que el liberalismo no está en posesión de ninguna verdad ni es infalible, contraponiéndose así al socialismo al que considera dogmático y casi providencialista.

No es un libro extenso, 313 páginas. No agota y no requiriere unos conocimientos previos exagerados. Me gustó aunque no comparto sus opiniones.

Pues nada, para tener opinión sobre La llamada de la tribu no les queda otro remedio que leerlo. Y ya saben, lo tendrán disponible en su biblioteca pública o librería más cercana.

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