Vamos a poner claras las cosas:
Cristina Cifuentes tiene razón. No está imputada y no falsificó su currículum.
De momento, no está imputada ni
por la historieta del máster ni por otra causa. Eso sí, el juez que lleva el
caso Púnica no archiva la causa contra la que fuera jefa de los Servicios
Jurídicos de la Asamblea de Madrid por la adjudicación del contrato de
restauración y cafetería de la Cámara madrileña al empresario Arturo Fernández.
En esa adjudicación participó Cristina Cifuentes. Para los acólitos, de momento
no lo está.
Tampoco falsificó su
currículum... ¿o sí?
Cristina Cifuentes empezó su
carrera política muy joven, a los dieciséis años, allá por 1980. Ya sabemos lo
absorbente que es ese trabajo. Hacerse un currículum profesional supone un
esfuerzo añadido. Es tan complicado que son muchos los políticos que ante la
dificultad que significa compaginar uno y otro se han decantado por lo más
lucrativo: la política. En ella sólo es necesario ir ascendiendo en la escala
de Mohs.
Sigo. Cifuentes consiguió su
primer cargo público en 1991. Ya le debieron ver maneras.
Según informa eldiario.es la Asamblea de Madrid edita
cada cuatro años un libro en el que se recogen detalles de la legislatura y
quiénes son los diputados que la han formado y allí se expone una biografía de
cada uno de ellos. Pues bien, según este periódico digital –y no ha sido
desmentido- el currículum de Cristina Cifuentes mutó unas cuantas veces.
Los acólitos podrán decir que eso
no es delito. Cierto, pero raro es un montón. La cuestión está en cómo llegó a
hacerse con ese currículum.
Tras la primera denuncia de eldiario.es Cifuentes apareció en Onda
Cero y en 13TV. Eso sí, lo hizo tras la rueda de prensa del rector de la URJC
(Universidad Rey Juan Carlos), Javier Ramos, el catedrático Enrique Álvarez y
el profesor Pablo Chico. Basándose en esa rueda de prensa, al día siguiente, en
vídeo nocturno, volvió dar sus explicaciones y enseñó unas actas.
Por favor, ¡qué vídeo! A los
acólitos seguro que les encantó y aplaudieron a rabiar. A mí me dejó
maravillado. El tono de voz, la forma prepotente de explicarse… ¡qué digo! la
chulería con la que habló me dejó claro que tiene una cara más dura que un
diamante. La frasecita cantarina y empalagosa “A los que queréis que me vaya,
no me voyyy, me quedooo, me voyy a quedarr, voy a seguir siendo vuestra presidenta”
me pareció impúdica.
Al igual que el diamante,
Cristiana Cifuentes creo que tiene defectos estructurales y que su tenacidad no
le servirá de nada.
Tras un prolongado silencio llegó
su comparecencia en la Asamblea de Madrid. Desbordó chulería. Puso en marcha el
ventilador y los suyos disfrutaron con sus respuestas. La aplaudieron con
entusiasmo. No les importaron los datos que se habían ido descubriendo. Cómo
les pareció escasa la claque que tienen en la Asamblea remolcaron más de
treinta alcaldes a los que se unieron varios portavoces del PP. Fue un
espectáculo… vergonzoso.
Días más tarde asistimos a otro
acto de “desagravio” con Cristina Cifuentes. La convención del PP en Sevilla.
Allí los militantes del Partido Popular puestos en pie ovacionaron la mentira,
el despropósito y tal vez el delito. Me resultó triste y patético.
Las informaciones contrastadas,
las declaraciones del propio rector de la URJC, las de Enrique Álvarez, las
afirmaciones de las profesoras que confirmaron, ante la policía, que sus firmas
estaban falsificadas no les importan. Joder, el presidente del PP de León, Juan
Martínez Majo, dijo: “Vale, no tiene el máster. ¿Cuál es el problema?” Así, con
dos cojones, y se queda tan tranquilo. Todo fue un montaje, claro.
Cada día surge algo nuevo. Se
descubrió que diputados de otros partidos han mentido sobre su currículum y al
PP se le abrieron los cielos. Los acólitos hacen bien en criticarles esa mentira.
Oigan, no pierdan de vista que Cristina Cifuentes fue participe lucrativa,
como gusta decir ahora, de algo presuntamente ilegal. Sabe que no se presentó a nada, que le
han regalado un máster por ser quien era. No es solo una mentira en un
currículum, es mucho más.
La URJC cada día lo deja más
claro y ella sigue ahí, echando balones fuera. La universidad ha suspendido al
“director” del dichoso máster, Enrique Álvarez, pero no pasa nada. Todo ha sido
culpa de la universidad, eso dicen los acólitos y la propia Cifuentes. Y no se
cortan. Por cierto, ¿y el rector de la URJC a qué espera para dimitir?
A pesar de las informaciones que conocemos,
con los datos ofrecidos por la propia universidad, sabiendo que el caso ya está
en la fiscalía, con todo eso y más, el gobierno de M. Rajoy no tiene opinión
sobre si Cristina Cifuentes debe o no dimitir. Así lo afirmó, hoy 13 de
septiembre, el ministro de Educación y portavoz Íñigo Méndez de Vigo. Hay que
tener mucho morro. Es impresentable. ¿Se creen que somos gilipollas?
A estas alturas solo los que
tienen algo que perder o los que esperan ganar algo, dentro del PP, pueden creer a Cristina Cifuentes. El
despropósito, las mentiras, la desfachatez es de tal envergadura que están
dispuestos a cargarse el prestigio de esa universidad. Les importan un pimiento
los alumnos y los profesores que cumplen con sus obligaciones.
La democracia española necesita
mirárselo, todos debemos mirárnoslo. El Partido Popular hace mucho tiempo que
estaría fuera del gobierno en Alemania, Francia, Inglaterra… aquí sigue por
obra y gracia de los votos y de su imperturbable desvergüenza.
Ah, para que no queden dudas:
todos los que mintieron, me da igual el partido, son también unos desvergonzados
y deben dimitir ya. No esperen a que lo haga Cristina Cifuentes.
El diamante Cristina Cifuentes by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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