1 ene 2020

Los testamentos de El cuento de la criada


  Hay secuelas de novelas que pueden leerse de forma independiente sin demasiados problemas, no es el caso de Los testamentos, continuación y resolución de El cuento de la criada de Margaret Atwood. Les aconsejo que en este caso no lo intenten, no lo entenderían en su plenitud y además se perderían ese pedazo de novela que es  El cuento de la criada.

  El cuento de la criada es una distopía, palabro muy de moda, en la que Estados Unidos se convierte en una dictadura teocrática y estamental, la República de Gilead. En esa sociedad las mujeres son tratadas como “vientres con piernas” sin ningún derecho y sometidas a los hombres, blancos y anglosajones, por supuesto. La novela tiene una característica destacable: los sucesos que aparecen en ella tienen un precedente en la historia de la humanidad. Al final resulta que no es tan distópica. A poco que nos esforcemos podemos ver prácticas políticas similares a las narradas en bastantes países del mundo hoy en día.

  Aunque el libro se publicó en 1985 sigue teniendo gran aceptación y se puso de moda con el estreno de la serie televisiva en 2017. En fin, son cosas que pasan.

  El cierre de El cuento de la criada al parecer dejó insatisfechos a bastantes lectores y sobre todo a los seguidores de la serie y parece que de ahí surge Los Testamentos.

  La trama sigue desarrollándose en una sociedad ficticia en la que aparecen nuevas protagonistas. La narración corre a cargo de tres personajes femeninos. Una que vive en esa república hermética y machista, otra en Canadá y una tercera,  La Tía Lydia, que es la encargada de adoctrinar a las mujeres para hacerlas sumisas y que no duda en utilizar la tortura como método de “enseñanza”.

  Los Testamentos, traducida por Marta Rebón, no alcanza la intensidad de su precedente. El resultado parece una narración de intriga y suspense en la que todo sucede bastante rápido y en ocasiones con situaciones más bien forzadas. Pero Margaret Atwood escribe tan bien que aunque no cubre las expectativas creadas no defrauda. Bueno, eso no es del todo cierto. He leído algunos artículos sorprendentes.

  La crítica de Carmen Serna fue la que más me sorprendió. La tituló “Por qué no debes leer “Los Testamentos” si te gustó “El cuento de la criada”. Oigan, y no se trata de una ironía o hipérbole, lo dice muy en serio. Les confieso que me quedé a cuadros. No entiendo como se puede no recomendar un libro. Aunque me parece que más que una crítica literaria hizo otra cosa. Carmen Serna escribió: “El libro es un intento de salvar a las mujeres como colectivo y emponderarlas… Una apuesta chirriante y posmoderna para la lógica creada por el propio libro”. No, no es una crítica literaria es política. Y no pasa nada,  solo que esa opinión no debería empujarla a no recomendarlo. Bueno, allá ella.

  No para ahí. Serna continúa diciendo cosas como “¡Qué error el de Atwood! ¡Qué decepción de libro! Así, con un par de ovarios. Su ensañamiento continúa en todo el artículo, me niego a llamarlo crítica. Prosigue con otros exabruptos: “No tiene lógica interna. No tiene tratamiento psicológico de los personajes. No hay estructura filosófica que lo sustente más allá de que son las mujeres las que tienen que acabar con Gilead porque así las feministas estaremos mucho más felices”.  “Atwood ha apostado por solucionar todo un problema filosófico como si fuera una película de heroínas de cómic. Caricaturizadas”.

  Vaya, me parece que el problema de esta mujer no es que le guste el libro más o menos es de índole ideológica. Por si sirve de ayuda, Serna escribe para El Español.

  En esta línea, pero más suave, se muestra Rodrigo Fresán en el ABC Cultural: “El cuento de la criada es talismán y tótem y punta de lanza (nombrado en vano e invocado erróneamente) del feminismo mega-emponderado de última generación”.

  Otro que tal. Su problema es el feminismo. Eso sí, intenta ser más “imparcial” diciendo que “hay que tener mucho cuidado con que las razones correctas para leer Los testamentos se parezca demasiado a las razones incorrectas para no leer Lolita".

  Lo siento pero no puedo evitar pensar que ambos tienen bastantes prejuicios. O dicho de otra forma, Serna y Fresán están muy alejados de los planteamientos de la escritora canadiense. Da igual. Margaret Atwood está a años luz de estas críticas y no necesita defensa alguna, mucho menos la mía.

  Yo les recomiendo que lean Los Testamentos después de leer El cuento de la criada. No me crean a mí, tampoco a ellos. Léanlos y formen su opinión. Los tienen en su biblioteca pública o librería preferida.


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