3 ene 2020

Tal vez encontremos algún hombre decente entre los espías

  La vida de un espía tiene que estar sumida en la discreción, el secreto y rodeada de mentiras. ¿Puede alguien dedicarse a eso y ser decente? John Le Carré dice que sí, al menos en su última novela Un hombre decente, traducida por Benito Gómez Ibáñez.

  La novela está narrada en primera persona por Nat, un espía con criterio propio. Es un apasionado del bádminton y su relación con otro jugador le llevará a tomar decisiones que cambiarán su vida.

  Además del bádminton, nos topamos con el “jodido Brexit”, las relaciones políticas internacionales y nos ilustra sobre la forma de trabajar en las altas instancias del espionaje, que tiene poco que ver con el bien del país.

  Le Carré hace patentes sus ideas políticas. Imagino que a estas alturas de su vida, 88 años y con un cáncer a cuestas, tiene más libertad que nunca para expresar lo que le de la gana.

  Bueno, podría definir Un hombre decente  como una novela con mala leche.

  El protagonista, Nat, además de su pasión por el bádminton siente mucha inquietud por la relación con su hija, que no deja de ser normal, lo cual quiere decir distante e incierta. El trabajo ya no le pone y por suerte convive con Prue. Ella es su baluarte. Vean: “Si en general la gente no entiende nuestro matrimonio, tampoco comprenden a Prue. Abogada de izquierdas, sin pelos en la lengua, al servicio de los pobres y oprimidos, intrépida paladina de demandas colectivas, bolchevique de Battersea; ninguna de las fáciles etiquetas que la imponen hace justicia a la Prue que yo conozco. Pese a sus selectos orígenes, es una persona que se ha hecho a sí misma. Su padre, el juez, era un cabrón que no quería competencia por parte de sus hijos, de modo que convirtió su vida en un infierno y se negó a dar apoyo económico a Prue en la universidad para que estudiara Derecho. Su madre murió alcohólica. Su hermano se fue al carajo, Por lo que a mí respecta, no es preciso recalcar su humanidad y sentido común, pero a veces resulta necesario por lo que se refiere a otros, en especial a mis chers collégues”.

  En pocas líneas cuenta muchas cosas. Me gustó el párrafo y por eso se lo traslado enterito.

  Vale, ya he mencionado sus filias, ahora tocan sus fobias: el Brexit, Donal Trump, Vladimir Putin y Boris Johnson. Me refiero a las de Nat que coinciden con las de David John Moore Cornwell, alias  John Le Carré.

  Les voy a poner dos ejemplos muy ilustrativos, perdonen la extensión pero creo me disculparán: “El presidente Donald Trump, gran amante de la libertad, os va a salvar el culo, según me han dicho. ¿Sabes lo que es Trump? – Dímelo tú. – El que le limpia la mierda a Putin. Hace por el pequeño Vadi todo lo que el pequeño Vladi no puede hacer por sí mismo: cagarse en la unidad europea, cagarse en los derechos humanos, cagarse en la OTAN. Nos asegura que Crimea y Ucrania pertenecen al Sacro Imperio ruso, que Oriente Próximo es de los judíos y de los saudíes, y a tomar por el culo el orden mundial. ¿Y qué hacéis los británicos? Le chupáis la polla y lo invitáis a tomar el té con vuestra reina”.

  Me parece que ha sido un buen resumen de la situación actual. Creo que se queda corto.

  Putin es una espina clavada muy adentro: “Toca a su compañero de armas Vladimir Putin provocar el desencanto final, primero con la supresión de las ansias de independencia en Chechenia y después con las de su querida Georgia. Putin siempre ha sido un espía de quinto orden. Ahora era un espía reconvertido en autócrata que interpretaba la vida entera en términos de konspiratsia. Gracias a Putin y a su pandilla de estalinistas irredentos, Rusia no avanza hacia un brillante futuro, sino que retrocedía a su oscuro e ilusorio pasado”.

  La verdad es que no sale bien parado Vladi.

  Les aseguro que es una novela de espías, no se vayan a creer otra cosa. Lo que pasa es que está cargadita de baños de realidad.

  Hacía mucho tiempo que no leía nada de John Le Carré. Quién sabe si esta será su última novela, dadas las circunstancias. Me prestó. Al tiempo que sigues la intriga, con un final …, nos damos un paseo por la realpolitik con humor británico y un poco de mala hostia.

  Pasen por su biblioteca pública o librería preferida y podrán sacarle toda la punta que quieran.

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