La tarde va avanzada. Las mesas del comedor
ya están montadas y el suelo recién fregado. Comen tarde, cuando se fueron los
últimos clientes. Ángeles y «Manel» me están esperando. Estoy en el restaurante
Casa Emburria (El Crucero-Tineo). A finales de mayo pondrán fin a 132 años de
historia. Los años han pasado y llegó el momento de descansar. Se lo han ganado. No hay nadie que continúe
con la tradición familiar. El único hijo del matrimonio decidió ya hace tiempo
encaminar sus pasos en la vida por otros derroteros.
Ángela y Manel en la cocina
Ángela Pérez (Valcabo, Cangas del Narcea) y
Manuel Arias «Manel» (El Crucero-Tineo) llevan al frente de Casa Emburria desde
1984, año en que se casaron.
Ángela, de sonrisa fácil es el contrapunto a
«Manel», más serio. Pareja y compañeros de trabajo resistieron el paso del
tiempo. La peor etapa de su vida profesional, no tienen duda, fue el cierre
durante la pandemia y los meses posteriores. «La vuelta a la normalidad» ha
supuesto un incremento notable de clientes.
Ángela lleva toda su vida laboral en la
hostelería. Comenzó a los diecisiete años trabajando en el restaurante La
Casera, en Soto de la Barca. Allí hizo trabajos de todo tipo. Tras casarse con
«Manel» se metió en la cocina y entre cacerolas y fogones fue desarrollando sus
capacidades hasta llegar a ser la gran cocinera que hoy es. Tenía nociones de
cocina, pero su maestra fue «Tilina», su
suegra. Habla de ella con orgullo, «era una gran cocinera». Convivieron desde
aquel momento. Fueron una familia muy unida.
«Manel» ha estado al frente de la barra y del
servicio en el comedor. Junto a él está David, que trabaja con ellos desde hace
muchos años, es uno más de la familia.
Ángela, junto a «Tilina»y otras trece
cocineras fueron las fundadoras del Club de Guisanderas hace 26 años. Sí, la
cocina de Casa Emburria tiene su base y fundamento en los platos tradicionales,
pero eso no le impidió actualizarse. El potaje de berzas, plato típico de Tineo
por antonomasia, es fijo en el menú, al igual que la fabada. No falta la lengua
estofada o la carne en rollo, platos casi desaparecidos de las cartas pero que
siguen teniendo su público. Cabrito guisado, lechazo, platos de caza como la
perdiz con verdura, el jabalí o el corzo no faltan en su época. No sabe decir
que plato le gusta cocinar más, pero sí que le entusiasma la repostería.
Estos platos tradicionales son los más
consumidos por los foráneos, los de casa y alrededores suelen degustar otro
tipo de platos que no consumen en su casa. Me comenta que la época del año que
más fabadas sirven es… agosto. Ángela sonríe. Tal cual.
«Manel», que se había ausentado un momento,
se reincorpora y aprovecho para preguntar por la carta de vinos. Le pregunto
por el número de referencias, David, allí presente, dice que unas cien. Eso no
es todo, en la bodega en estos momentos habrá unas tres mil botellas, pero
llegaron a tener unas seis mil. No creo que haya muchos restaurantes en
Asturias que los superen. En relación a los vinos lo mejor es pedir consejo
a «Manel» y seguro que la relación
calidad precio es muy buena, lo digo por experiencia.
Con el prestigio, bien ganado, que tiene la
casa me intereso por los posibles ofrecimientos de recalar en otros lugares y
así fue, tuvieron unas cuantas. Les propusieron trasladarse a Madrid, Málaga,
Oviedo, Marbella… ninguna aceptaron, lo cual agradecemos.
Para llegar hasta aquí hubo otros que
trabajaron duramente y es justo reconocerles ese esfuerzo. Ángela y «Manel» son
la última generación, pero la saga familiar tiene una historia íntimamente
unida a Casa Emburria.
Esa historia comienza con Manuel de Emburria
y Pilar, matrimonio que no tuvo descendencia. Esta circunstancia será muy
relevante para el futuro de la casa. El matrimonio llevó a su casa a un crío,
«Manolín», como heredero. Era usual que en caso de no tener descendencia un
matrimonio optase por nombrar un heredero, que podía ser un pariente o no, con
el fin de que no desapareciese la propiedad ni se disgregase.
Antigua zona de cuadra de Casa Emburria
El nombre de Emburria proviene de una casa de
El Pedregal (Tineo). «Manolín» fue tratante, se dedicó a la compra de cerdos
que alojaba temporalmente en El Crucero, punto intermedio entre los pueblos de
los alrededores y los jueves los llevaba al mercado de la capital tinetense.
Inicialmente contaba con una cuadra, viendo la necesidad de que la gente
pernoctara y pudiese comer ampliaron el negocio. Con posterioridad se convirtió
en parada de postas.
El Crucero era un punto estratégico del
comercio. Allí llegaba el carbón y la cal que se extraían en El Rodical (Tineo)
que posteriormente se repartía por los concejos limítrofes, Salas y Luarca.
«Manolín» se casó con Mercedes, de casa «El
Bicho», de Santa Eulalia (Tineo). Son los abuelos de «Manel». Tuvieron cinco
hijos. Las fechas no las saben con exactitud , pero la sitúan hace unos cien
años. El negocio seguía funcionando.
Con la llegada de la Guerra Civil una
camioneta propiedad de la familia fue incautada por los republicanos y
«Manolín» se fue con ellos. Regresó enfermo y al poco tiempo murió. En aquellos
momentos el padre de «Manel», José Manuel, tenía unos seis o siete años, era el
mayor de los hijos.
El tiempo pasa y José Manuel - el nombre
Manuel se repite en la saga familiar- se dedicó al transporte de carbón.
Gracias a esos viajes conoció en El Pontigón (Valdés) a la que sería su esposa,
«Tilina», tenía diecisiete años cuando contrajeron matrimonio. En aquellos
tiempos las parejas se casaban a edad muy temprana. «Tilina» pasó a vivir en El
Crucero, en una casa donde había mucha gente, bisabuela, abuela, los hermanos
de José Manuel, algún criado, además había que atender a las vacas y estaba la
casa de comidas.
José Manuel además de dedicarse al transporte
con camiones fue taxista, incluso fue cartero. La familia tuvo negocios de
tienda, estanco. La casa de comidas fue una constante e iba adquiriendo más
importancia.
José Manuel dejó el taxi y el camión y
«Manel», ya adulto, estuvo cinco años trabajando con el camión hasta que su
padre le pidió que lo dejara y trabajase en casa. El negocio crecía. Según
confiesa «Manel» a su padre no le gustaba mucho el restaurante a «Tilina» sí.
Más adelante, como queda dicho, Ángela pondrá
a Casa Emburria en el Olimpo de los restaurantes de comida tradicional y ahí lo
mantendrá hasta fines de mayo.
Les echaremos mucho de menos, ahora que
disfruten de la vida.
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