Publicado en La Nueva España el 18 de agosto de 2018
En este mundo tan tecnológico puede
parecer una incongruencia hablar de bibliotecas públicas e incluso hay quienes argumentan
que están obsoletas. Se trata de una posverdad más.
No voy a justificar su existencia,
su importancia social. Quienes no la vean es que poco las han utilizado en su
vida o no las han necesitado por tener suficientes recursos económicos. Las
bibliotecas públicas son mucho más que depósitos de libros. Ofrecen un servicio
público de información-formación integral a los ciudadanos sin otro objetivo
que atender sus demandas.
Todo esto viene a cuento de que
el 8 de agosto se publicó en el BOPA (Boletín Oficial del Principado de
Asturias) la resolución por la que se concedían subvenciones para la adquisición
de libros destinados a las bibliotecas municipales de la Red de Bibliotecas
Públicas de Asturias. Y un año más me avergoncé. No es novedad pero al ver lo
exiguas que son las cantidades es para sonrojarse.
El 14 de mayo anunciaron la convocatoria
y casi tres meses más tarde tenemos la resolución. Hay bibliotecas que no han
comprado una sola novedad desde que comenzó el año.
En aquella convocatoria se decía
que había 65.000 euros para todas las bibliotecas, en esta lista no entraban
los concejos de más de 75.000 habitantes, es decir, Avilés, Gijón y Oviedo no
entran en el reparto. Pues bien, en la resolución nos dicen que han concedido
subvenciones por un importe de 59.648,02 euros. Las cantidades varían. Van desde
los 450 euros concedidos a Bimenes a los 2007,88 euros de Siero. Todas ellas
ridículas.
¿Cómo se puede hablar de Red de
Bibliotecas Públicas de Asturias? Es una broma de mal gusto. La red existe a
nivel técnico, nada más. Con esa dotación económica es imposible mantener esos
servicios públicos de forma adecuada. Es inalcanzable una cartera de servicios
básica y común para toda Asturias.
El Gobierno de Asturias no puede
escudarse en que son bibliotecas municipales. Hay unos convenios, muy
anticuados por cierto, entre la administración autonómica y los ayuntamientos
que establecen una colaboración económica al igual que asistencia técnica.
Las bibliotecas públicas
asturianas son tratadas con desdén por la administración. No han merecido una
sola palabra del actual consejero de Educación y Cultura en lo que va de
legislatura. Los parlamentarios pasan también olímpicamente. Cuando estudian el
presupuesto deben saltarse el apartado de Cultura.
Los ayuntamientos tienen una
responsabilidad más directa. Algunos consistorios no dedican ni un euro, o solo
unas migajas, a la adquisición de libros, de otros materiales no hablamos.
Sencillamente es inaceptable. Pero hay que ser claros, tampoco hay protestas de
los ciudadanos. La excepción, que yo sepa, ha sido Gijón, dónde los lectores sí
que se han quejado.
Les voy a poner el ejemplo de las
bibliotecas de Tineo, dónde el Ayuntamiento sí que tiene un presupuesto para
adquisiciones: 4000 euros. Dentro de la panorámica general no está mal del
todo. La consejería de Cultura les ha concedido una subvención de 1163,19
euros.
Esto es un deja vu. Un año y otro me repito, creo que hasta en términos
similares, pero es que la situación cada vez es peor. La mejor forma de acabar
con las bibliotecas, con los servicios públicos, ya se sabe que es estrangulándolas
económicamente. Hay que reconocer que lo están haciendo muy bien. Frente a la
desidia administrativa tienen el trabajo, mal pagado, del personal de las
bibliotecas públicas.
Algunos dicen
que los bibliotecarios son una “especie” a extinguir y yo digo que sí ese día
llega la sociedad democrática habrá perdido uno de sus pilares: las bibliotecas
públicas. El acceso a la cultura, la información, el conocimiento y el ocio de
forma libre y directa se habrá terminado y
pasarán a convertirse en otros productos mercantiles más, será casi
imposible encontrar un espacio público libre de manipulación. Tal vez sea eso
lo que quieren más de uno.
Para que no queden dudas, soy una
persona a la que le gusta internet y uso redes sociales. Y no de ahora, utilizo
internet desde 1995. Las herramientas tecnológicas, informáticas, tienen que
estar presentes en las bibliotecas públicas.
En Asturias disponemos de
eBiblio, una plataforma que hace posible la lectura de libros electrónicos a
través de internet. Hay comunidades que ya ofrecen por esta vía películas,
Asturias no está entre ellas.
La lectura digital no desbanca a
la de papel. No hay dinero para libros en papel. No se invierte, por norma
general, en actividades, a no ser las que realizan los bibliotecarios por su cuenta.
Las infraestructuras bibliotecarias no se modernizan. Tendrían que ofrecer
servicios tecnológicos y acceso a internet todas ellas. Es necesario que se
actualicen las reglas de colaboración entre las administraciones y que se
definan las obligaciones de las partes. El Parlamento asturiano tendría que
acordar una dotación presupuestaria no sometida a los vaivenes políticos.
Habría que realizar una planificación general. Es imprescindible desarrollar
políticas de fomento de la lectura en Asturias teniendo como base a las
bibliotecas públicas. Después ya podríamos empezar a hablar de una red de
bibliotecas públicas asturianas.
De momento todas tienen algo en
común: las administraciones pasan de ellas. Da igual que las bibliotecas
públicas asturianas contabilizasen el año pasado 2.863.949 visitas y realizarán
1.153.057 préstamos, están desamparadas.
¡Ah! Asturias sigue sin Ley de
Bibliotecas.
El desamparo de las bibliotecas públicas by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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