24 ago 2018

El desamparo de las bibliotecas públicas

Publicado en La Nueva España el 18 de agosto de 2018

En este mundo tan tecnológico puede parecer una incongruencia hablar de bibliotecas públicas e incluso hay quienes argumentan que están obsoletas. Se trata de una posverdad más.

No voy a justificar su existencia, su importancia social. Quienes no la vean es que poco las han utilizado en su vida o no las han necesitado por tener suficientes recursos económicos. Las bibliotecas públicas son mucho más que depósitos de libros. Ofrecen un servicio público de información-formación integral a los ciudadanos sin otro objetivo que atender sus demandas.

Todo esto viene a cuento de que el 8 de agosto se publicó en el BOPA (Boletín Oficial del Principado de Asturias) la resolución por la que se concedían subvenciones para la adquisición de libros destinados a las bibliotecas municipales de la Red de Bibliotecas Públicas de Asturias. Y un año más me avergoncé. No es novedad pero al ver lo exiguas que son las cantidades es para sonrojarse.

El 14 de mayo anunciaron la convocatoria y casi tres meses más tarde tenemos la resolución. Hay bibliotecas que no han comprado una sola novedad desde que comenzó el año.
En aquella convocatoria se decía que había 65.000 euros para todas las bibliotecas, en esta lista no entraban los concejos de más de 75.000 habitantes, es decir, Avilés, Gijón y Oviedo no entran en el reparto. Pues bien, en la resolución nos dicen que han concedido subvenciones por un importe de 59.648,02 euros. Las cantidades varían. Van desde los 450 euros concedidos a Bimenes a los 2007,88 euros de Siero. Todas ellas ridículas.

¿Cómo se puede hablar de Red de Bibliotecas Públicas de Asturias? Es una broma de mal gusto. La red existe a nivel técnico, nada más. Con esa dotación económica es imposible mantener esos servicios públicos de forma adecuada. Es inalcanzable una cartera de servicios básica y común para toda Asturias.

El Gobierno de Asturias no puede escudarse en que son bibliotecas municipales. Hay unos convenios, muy anticuados por cierto, entre la administración autonómica y los ayuntamientos que establecen una colaboración económica al igual que asistencia técnica.

Las bibliotecas públicas asturianas son tratadas con desdén por la administración. No han merecido una sola palabra del actual consejero de Educación y Cultura en lo que va de legislatura. Los parlamentarios pasan también olímpicamente. Cuando estudian el presupuesto deben saltarse el apartado de Cultura.

Los ayuntamientos tienen una responsabilidad más directa. Algunos consistorios no dedican ni un euro, o solo unas migajas, a la adquisición de libros, de otros materiales no hablamos. Sencillamente es inaceptable. Pero hay que ser claros, tampoco hay protestas de los ciudadanos. La excepción, que yo sepa, ha sido Gijón, dónde los lectores sí que se han quejado.

Les voy a poner el ejemplo de las bibliotecas de Tineo, dónde el Ayuntamiento sí que tiene un presupuesto para adquisiciones: 4000 euros. Dentro de la panorámica general no está mal del todo. La consejería de Cultura les ha concedido una subvención de 1163,19 euros.

Esto es un deja vu. Un año y otro me repito, creo que hasta en términos similares, pero es que la situación cada vez es peor. La mejor forma de acabar con las bibliotecas, con los servicios públicos, ya se sabe que es estrangulándolas económicamente. Hay que reconocer que lo están haciendo muy bien. Frente a la desidia administrativa tienen el trabajo, mal pagado, del personal de las bibliotecas públicas.

Algunos dicen que los bibliotecarios son una “especie” a extinguir y yo digo que sí ese día llega la sociedad democrática habrá perdido uno de sus pilares: las bibliotecas públicas. El acceso a la cultura, la información, el conocimiento y el ocio de forma libre y directa se habrá terminado y  pasarán a convertirse en otros productos mercantiles más, será casi imposible encontrar un espacio público libre de manipulación. Tal vez sea eso lo que quieren más de uno.

Para que no queden dudas, soy una persona a la que le gusta internet y uso redes sociales. Y no de ahora, utilizo internet desde 1995. Las herramientas tecnológicas, informáticas, tienen que estar presentes en las bibliotecas públicas.

En Asturias disponemos de eBiblio, una plataforma que hace posible la lectura de libros electrónicos a través de internet. Hay comunidades que ya ofrecen por esta vía películas, Asturias no está entre ellas.

La lectura digital no desbanca a la de papel. No hay dinero para libros en papel. No se invierte, por norma general, en actividades, a no ser las que realizan los bibliotecarios por su cuenta. Las infraestructuras bibliotecarias no se modernizan. Tendrían que ofrecer servicios tecnológicos y acceso a internet todas ellas. Es necesario que se actualicen las reglas de colaboración entre las administraciones y que se definan las obligaciones de las partes. El Parlamento asturiano tendría que acordar una dotación presupuestaria no sometida a los vaivenes políticos. Habría que realizar una planificación general. Es imprescindible desarrollar políticas de fomento de la lectura en Asturias teniendo como base a las bibliotecas públicas. Después ya podríamos empezar a hablar de una red de bibliotecas públicas asturianas.

De momento todas tienen algo en común: las administraciones pasan de ellas. Da igual que las bibliotecas públicas asturianas contabilizasen el año pasado 2.863.949 visitas y realizarán 1.153.057 préstamos, están desamparadas.

¡Ah! Asturias sigue sin Ley de Bibliotecas.

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