Entre un amor improbable y una
violencia segura se desarrolla la novela Salvar
el fuego, del mexicano Guillermo Arriaga. La novela fue ganadora del Premio
Alfaguara 2020.
Dos personajes, Marina,
coreógrafa - de clase media alta - y un criminal - condenado y muy culto - José
Cuauhtémoc, sienten una atracción tan intensa que sus vidas cambiarán. Esa
pasión improbable nos conducirá a través del mundo del narcotráfico, la cárcel,
la violencia, el racismo, la corrupción y las desigualdades sociales en México.
Y hablo de pasión, no me atrevo a
llamarlo amor. Aunque ¿acaso el amor no comienza por la pasión? Y cuando
hablamos de pasión ¿acaso no estamos pensando en un deseo sexual? Marina y
Cuauhtémoc hacen realidad esa pasión, sin barreras ni tabúes.
Por el deseo Marina rompe con su cómodo mundo y se salta todas las normas sociales en las que había sido educada. Ni su posición social, ni sus tres hijos o su marido la frenarán.
Por el deseo Marina rompe con su cómodo mundo y se salta todas las normas sociales en las que había sido educada. Ni su posición social, ni sus tres hijos o su marido la frenarán.
José Cuauhtémoc proviene de una
familia con un padre padrone indigenista y una madre criolla. Atesora una gran
cultura. Tiene una enorme carga de resentimiento acumulado. Hombre con escasas
necesidades materiales es capaz de matar con frialdad y sin aparentes
remordimientos.
La intensidad de la narración en
muchos momentos choca con esa relación entre los personajes principales.
Arriaga pasa de describir un mundo que nos resulta muy creíble a esa pasión, y
las circunstancias en las que se desenvuelve, que cuesta trabajo aceptar. Al
menos a mí me costó. No debería sorprenderme ya que el autor pone a los
personajes en situaciones límite con el fin de aumentar la potencia de la
historia.
Tal vez tenga que ver con que
Guillermo Arriaga además de escritor es productor y director cinematográfico.
Tensión narrativa, escenas trepidantes, realismo, sexo, muerte… todo muy
cinematográfico.
La novela está escrita en
primera, segunda y tercera persona. Intercala una parte de la historia familiar
de José Cuauhtémoc escrita por su hermano. Esos comentarios nos llevan a otra
historia no menos dura que casi podría leerse de forma independiente.
Es una novela sin tapujos. Cuando
hay un crimen, vemos un crimen; cuando la pareja folla, vemos la película
porno.
El racismo y las desigualdades
sociales son ingredientes que sazonan la novela, al igual que la corrupción
política o la violencia y no son un asunto menor – como diría el ex presidente
indolente -.
Lo primero que llama la atención
es la jerga de la calle, y la carcelaria. No alguna palabra aislada, salpican
todo el libro. Es imposible, al menos para mí, buscarlas todas en el
diccionario. Son incontables. Al principio me resultó un poco complicada la
lectura, según fui avanzando ganaron relevancia y está claro que refuerzan la
historia. Esa jerga y el spanglish no deben desmotivar a ningún posible lector,
todo lo contrario. Cuando le cogí el tranquillo me resultó estimulante. No
importa que algunos términos se nos escapen, la historia no pierde por ello.
Dinámica, intensa, cruda, así es Salvar el fuego. 659 páginas de todo
eso. Creo que Guillermo Arriaga recargó la historia en esa relación tan
improbable y difícil de asumir por estas tierras, pero quien sabe si por allá
es factible. La América Latina es la tierra del realismo mágico, quién sabe.
Lo mejor que pueden hacer es
leerlo. Los escritores latinoamericanos aportan frescura y otra visión muy
cercana a la nuestra pero que a mí me estimulan.
Amor y violencia en Salvar el fuego by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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