Antes de ver la luz siento su presencia. No diferencia entre día y noche. Otra jornada más transitaré por mi vía dolorosa. Llega de pronto. Me anula. La vista se pierde en la nada. La consciencia me abandona. Unas lágrimas son el único signo de humanidad. No soy yo. Inmisericorde me da una nueva dentellada. Me ancla. Me doblega. No aspiro a alcanzar a ningún dios y, sin embargo, él persevera. Va y viene a su placer. Con renovado sadismo lacera mi cuerpo. El recuerdo de su ausencia duele. No hay nada que comprender. No se puede explicar. Lo siento y no hay nada más. Cada hora, minuto y segundo está ahí. Se hace notar. No da tregua. ¿Huésped o parásito? ¿Quién es quién? La convivencia es dura. Nunca ganaré la batalla, nunca la perderá. Un día los dos perderemos, pero ya no importará. El mundo es un grito. Mi mundo es un grito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario