No soy especialmente asustadizo y sin embargo ellos siempre me han dado miedo. Su bravuconería, vestimenta, insignías o cánticos me ponían la piel de gallina. Aquella extrema derecha que me asustaba vuelve a estar ahí. Escupen su odio, calientan las cabezas de nostálgicos del terror, de inconscientes o de descerebrados.
Escuchar a la extrema derecha presente en el Congreso me provoca vergüenza. Sus diatribas hormonadas carecen de cualquier atisbo de sensatez y prudencia. No realizan discursos políticos, sueltan arengas que les salen de los genitales. Lo peor de todo es que cuentan con varios millones de palmeros que jalean y propalan sus exabruptos como los abducidos por una secta religiosa.
Son racistas, xenófobos, homófobos, rechazan la libertad de pensamiento y creencias, niegan la violencia machista y la libertad de las mujeres para decidir sobre su propio cuerpo, están en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo… y hay millones de personas que les compran esos mensajes, personas que dicen ser demócratas, defensores de la libertad y la Constitución.
La extrema derecha siempre ha utilizado las mismas argucias para hacerse notar. El recurso de los militares es uno de los que más les gusta, además de la iglesia católica y ya más de tapadillo, las grandes empresas. En esta ocasión un grupo de militares de alta graduación han dirigido una carta al Rey en la que, por curiosa coincidencia, esgrimen los mismos argumentos que la extrema derecha.
No digo yo que haya sido promovido por la extrema derecha. No, no lo digo. Lo que digo es que opinan lo mismo, aunque no es extraño pues la portavoz extrema en el Congreso afirmó que “son nuestra gente”. Esos altos militares jubilados hablaban de fusilar a 26 millones de españoles, de pronunciamientos… A nadie le puede caber ninguna duda de cual es la ideología de la extrema derecha española.
Habrá que recordárselo a sus palmeros. Quien sabe, tal vez entre esos veintiséis millones se encuentren sus padres, hermanos o hijos.
Tengo sobradas razones para tenerles miedo.
Y a todas estas, el Partido Popular calla. No se le cae de la boca ni ETA ni Bildu, pero son incapaces de rechazar de forma contundente esa misiva y el apoyo de la extrema derecha. El PP aún no se ha impregnado de los principios democráticos. Se lava la cara con la democracia pero no bebe de sus principios.
Creo que las Fuerzas Armadas, en su inmensa mayoría, acatan y respetan la Constitución. Creo que en el PP hay demócratas, no tantos como quisiera. Creo que la extrema derecha es antidemocrática y autoritaria. Creo que los dirigentes de la Iglesia Católica, y bastantes de sus integrantes, ni son demócratas ni lo serán nunca. Creo que en el corazón de esas gentes anida el odio hacia los diferentes y hacia lo que no comprenden ni quieren comprender.
La democracia española tiene un largo camino por delante y lo tenemos que recorrer con humildad, comprensión y solidaridad. El odio no tiene cabida en este viaje.
P.D. El rechazo del PP a la carta al final llegó. Tardaron y se lo pensaron.
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