La necesitaba. Miraba como otros
lo hacían y sentía deseos cada vez más intensos. El sofoco era casi
insoportable. Por fin, ahí estaba. Alargó su mano y sin dilación la acercó a su
boca y la introdujo sin contemplaciones.
Un sabor un poco ácido inundó sus
papilas gustativas. Se la sacó de la boca. Sin más preámbulos la empezó a
menear. Primero fueron unos giros rápidos e intensos. Hacia un lado y hacia el
otro. Luego, ya sin tanta prisa y de forma más rítmica, la empezó a meter y a
sacar. Arriba y abajo. Abajo y arriba.
De vez en cuando se la llevaba a
la boca. Cada vez estaba mejor, más sabrosa. La lengua repasa los labios
queriendo recoger cualquier resto que allí pueda quedar.
Arriba y abajo. Abajo y arriba.
Giro a la derecha, giro a la izquierda.
Cambia de mano. También se le da
bien.
Otra vez a la boca y da un
profundo chupetón. Lo hace con tanta gana que la pajita queda taponada por
trocitos de limón.
¡La leche, qué buenas están las
caipiriñas en el Carmen de Cangas del Narcea!
Chupando con ritmo por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
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