Tolón…tan…tolón…tan…El
repique se mete en la cabeza. Tolón…tan…tolón…tan… Tocan a muerto. Tolón…tan…tolón…tan…Produce
congoja. Al gris del día le ponen esta triste sinfonía. Tolón…tan…tolón…tan… ¿Dieron
dos o tres toques finales? ¿Será hombre o mujer? No importa.
Las
campanas de la iglesia, tanto tiempo en silencio, quieren volver a marcar la
vida del pueblo. Han estado aletargadas y no se han dado cuenta que las cosas
han cambiado.
Suenan
a las doce, a las seis y sabemos que es esa hora no por ellas sino por quien
marca el ritmo de nuestras vidas: el móvil.
Una
hora después el redundante tañido prosigue. Tolón…tan…tolón…tan… No hay
plañideras que esperen al muerto. No hay trajes negros, ni mantillas. Hoy la
muerte es menos muerte. No escuchamos las campanas. Ya no envejecemos. Pasamos
de la infancia a la madurez, la vejez está desterrada y la muerte… La muerte es
cosa de otros, no nuestra.
El
alzacuello vuelve a estar presente y acompaña, con su nota de color, la triste
melodía campanera. Tolón…tan…tolón…tan… Retrocedo en el tiempo. Los recuerdos
me sitúan en aquella época tan triste y gris como el sonido machacón del toque
a muerto. Tolón… Las campanas anuncian un muerto, despiden a un vivo. Esta vez
no lo hacen por mí.
Tañen a muerto by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
todo cool
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