4 feb 2014

César Castaño en escultura


La vida da muchas vueltas, ya lo sabemos, y si alguien tiene dudas qué se lo pregunte a César Castaño. Navelgas-Madrid-Navelgas. Una parte importante de su experiencia vital la ha tenido en estos lugares.

Es joven, 41 años, con treinta hizo las maletas y trasladó sus inquietudes a Madrid. Allí acabó de transformar una de sus pasiones, la música, en una forma de vida: se hizo promotor musical. Nada nuevo por otra parte. Él es, y ha sido, el alma del Festival de Folk de Navelgas.

La distancia no le hizo olvidar a su pueblo. En cada festejo no era raro encontrar a César. Si algo de Tineo se cocía en Madrid, allí estaba César. A este hombre sus orígenes le tiran. Al igual que le tira la gaita, su fiel compañera allá donde va. Juntos han recorrido unos cuantos kilómetros.

César es también bateador de oro. Ha estado en 25 países y participado en dieciséis  campeonatos del mundo de bateo de oro.
Para quienes no lo sepan, Navelgas y bateo de oro van unidos desde hace mucho tiempo. César, dicho está, es muy de su pueblo y por eso batea.

Por esas vueltas de la vida, ha regresado a los orígenes. Ahora que muchos emigran, él retorna al hogar.
Su gusto por las expresiones artísticas y por la tradición le han llevado a retomar un aspecto de su vida que siempre estuvo latente y ahora se manifiesta: ha vuelto a la fragua.

Su abuelo fue herrero, su padre también. Ellos golpeaban el metal para ganarse la vida y cubrir las necesidades de sus vecinos, César Castaño lo hace para dar rienda suelta a sus inquietudes.
Lo que aprendió al calor del fuego y el cariño paterno, lo convierte Castaño en expresión de un sentimiento de apego a la tradición que ha configurado su vida y la de los suyos, pero sin encorsetarse. No es un nostálgico del pasado.

Las figuras, esquemáticas, son reconocibles. Nos acercan a ese mundo rural que aún se conserva como testimonio de un momento, de una forma de vida. Es tal su compenetración con ese mundo que no necesita hacer bocetos. Su mente recrea la imagen y sus manos la concretan.

El material que utiliza, el hierro forjado envejecido, resulta cálido. El acabado lo realiza con barniz caliente para evitar la oxidación y la pátina resultante es agradable a la vista y al tacto.

Son obras de pequeño formato. Están concebidas para ser acogidas en las viviendas como un elemento decorativo compatible con los modernos electrodomésticos. No desentonan en ningún ambiente.

Una parte de su obra es simbólica, anclada a la realidad. Así una de las piezas está inspirada en la realidad social y económica actual y le ha puesto un título que lo dice todo: Jodidos. Otra surgió al ver las vallas repletas de cuchillas lacerantes, su título: Melilla.

Una forja, la tradición, el presente y la creación de César Castaño, de ese conjunto salen unas esculturas cercanas y hermosas.






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