Ayer volvieron a sorprenderme.
¡Es que no aprendo! El PSOE volvió a liarla.
La destitución de Tomás Gómez,
alegando razones de estabilidad del partido, pérdida de credibilidad y la
posibilidad de que el hasta ahora secretario general de PSOE madrileño sea
imputado por el tema del tranvía de Parla, ha removido los cimientos del
partido socialista.
Una vez más me admiran.
Hace unos días salían en defensa
cerrada de Gómez y ahora lo crucifican. Lo que dicen saber hoy lo sabían hace
tiempo. ¿A qué viene ese cambio?
Se dice, se comenta, se escribe
en los medios de comunicación que es una cuestión de imagen de Pedro Sánchez y
de quitarse un grano en el culo. Mal momento para ello.
Aunque bien pensado eso son ganas
de incordiar. ¿Pedro Sánchez tomando decisiones por cuestión de imagen? No, no
me lo puedo creer. No es verdad.
Fíjense sí la determinación fue
importante que hasta el periódico El País tituló: “La destitución de Gómez sitúa al PSOE en
primer lugar y desplaza a Podemos”
Bueno, habrá quien piense que el titular va con toda
la mala leche para que se crezca Sánchez y el PSOE continúe en guerra abierta.
No seré yo el que diga lo contrario.
Un día después los barones socialistas siguen expectantes y se limitan a aquello
de confiar
en las decisiones que tome la dirección federal. Es el latiguillo de
siempre. Ese y el de cerrar filas.
Eso se resume en una frase: lo que digan los de arriba. Así les va.
Llegados aquí tengo que aclarar que a mí nada me va en ese entierro.
Me llama la atención que la gestora madrileña, se
han cargado a la ejecutiva, esté integrada por aquellos que perdieron ante
Gómez: Simancas, Lissavetzky. Vamos,
unos desconocidos.
Que Susana Díaz haya decidido adelantar las
elecciones en Andalucía no tiene nada que ver. Desde luego que no. Dicen, comentan, se escribe en los medios que
Díaz no apoyará expresamente la destitución de Gómez. Eso no tiene ninguna
trascendencia. Faltaría más.
Las elecciones están ahí mismo. Veremos si este afán
renovador de Pedro Sánchez y su ejecutiva les lleva a realizar un programa
electoral acorde a las necesidades de los ciudadanos. Algunos creemos que debe
llevar parejo un cambio radical, y casi absoluto, de las listas electorales.
Con toda la que están liando, como no cambien, pierden
cuarenta o cincuenta diputados. Aunque me parece a mí que Lampedusa campa a sus
anchas por esas tierras.
Un PSOE desconcertado que desconcierta by Santiago Pérez Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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