11 nov 2015

Un lumpen detective en El secreto de la modelo extraviada


¿Cómo hablar de quien no tiene nombre? ¿Cómo creer su versión de los hechos? ¿Cómo…? No se apuren, no hablo de dioses. Me estoy refiriendo al personaje creado por Eduardo Mendoza, que sin comerlo ni beberlo, se ve involucrado en las más disparatadas historias detectivescas.

No es un nuevo héroe - muy a su pesar, seguramente - pues ya tiene sus añitos. Su primer caso fue en 1978, con el Misterio de la cripta embrujada. Con El secreto de la modelo extraviada llega a su quinta alocada investigación. ¡Y no hay forma! ¡no aprende!

El detective N.N. (en latín: Nomen nescio“desconozco el nombre”) – menuda erudición – tiene una suerte desastrosa. Con el paso del tiempo no ha mejorado. Sus entradas y salidas de los siquiátricos solo hicieron de él una persona más comprensiva y tolerante. Con ello solo consigue la aceptación de los que son como él: los desarrapados, los desgraciados, los maltratados de la “opulenta” sociedad barcelonesa.

La esencia, nunca mejor dicho, de estas aventuras de N.N. se asientan en la ironía. Crítica social a raudales, con ironía. Crítica política, con ironía. Ironía, ironía. Los inhabilitados para ella que se abstengan, no les hará gracia.

Y cuando Mendoza no es irónico, juega a la confusión o las dos cosas al mismo tiempo: “Apreció mi delicadeza y, sentándose a la mesa, confesó haber tenido en el pasado una mala experiencia con un hombre bebedor, y recordó con angustia las escenas violentas y las terribles palizas que, de resultas de la embriaguez, ella se había visto obligada a propinarle”.

La vida de N.N. no es demasiado envidiable. La cartera, que no debe ni tener, siempre vacía, el estómago compite en vaciedad con la cartera y en lo del sexo “llevaba largo tiempo apartado de la sociedad de las mujeres y las que había encontrado en aquel breve paréntesis de precaria libertad se habían mostrado reservadas cuando no hostiles hacia mí. O eran travestis”.

En esta, como en las otras investigaciones, el narrador de los aconteceres y cuitas es el propio protagonista. Cual Lazarillo está dotado de una verborrea trasnochada y de una capacidad de sufrimiento digno del más pícaro de los pícaros. En esto de la dialéctica, los personajes acompañantes parecen sesudos miembros de la RAE, aunque no importa que de vez en cuando metan una pedrada considerable, lo significativo es como lo dicen.

La investigación se desarrolla en la época en que Terry Venables se quejaba a Núñez de la descompensación de la plantilla azulgrana. Barcelona es el escenario caótico, agobiante, deshumanizado en el que se mueve el protagonista. Aquello de ciudad modélica está muy lejos. Sus habitantes son tolerantes hasta decir basta: “Como jefe, me respeta; como persona, me estima; como ideólogo, me admira; pero como travesti, me zurra”.

Todo aquel que sustenta algún tipo de poder, político o económico, no queda bien parado. Mejor dicho, les da como para fregar: “el poder es un peligro. Tome nota: poder igual a peligro”.

La señorita Westinghouse, por ejemplo, es un personaje entrañable. No duda en quitarse los zapatos de tacón, las uñas y pestañas postizas, los sujetadores y complementos para volver a ponerse el correaje, botas, boina y dejarse un espeso bigote para reintegrarse a la Benemérita. ¡Ahí es nada!

Risa va, risa viene y de pronto… ¿Qué pasa? ¿Dónde me perdí? Todo deja de tener conexión. Vuelvo hojas para atrás. Nada. Me lié. Me paro un momento y será cabrón este Mendoza. Jugó al despiste con el lector. Yo caí en la trampa. Estaba tan atento que me confundió.

No lo pienso contar. Me niego a destripar los libros.

Todo acaba como tiene que acabar: en su sitio.

Eduardo Mendoza me parece un buen escritor. Desde que publicó, en 1975, La verdad sobre el caso Savolta – una gran novela - soy uno de sus lectores. Ya espero las nuevas andanzas de N.N. Hasta que llegue, les recomiendo que se lean esta, eso sí, tómenlo como es: con ironía.

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Un lumpen detective en El secreto de la modelo extraviada by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

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