11 mar 2016

Tres delicias que no necesitan plato



Eso de la gran cocina puede resultar, en ocasiones, un poco pretencioso.  La realidad, a veces, llega a reducirlo a algo pequeño y no muy bueno. La cocina, la de verdad, tanto en su vertiente más innovadora como en la tradicional, debe cumplir dos funciones, a mí entender: satisfacer el hambre y estimular los sentidos.

Hay quien se estimula con un cachopo que desborda el plato. ¡Y nada de perdonar el postre! Otros necesitan que un solícito camarero les explique lo que van a degustar para saborearlo.
Bien, nada que objetar.

Otra categoría son los cursis, pero a esos los dejo de lado. Abundan en ese mundo de las perolas y más aún en el de los vinos. ¡Anda que no hay entendidos!
Ya no se trata de dar de comer, ahora además hay que ser mediático, aún en detrimento de lo que salga de los fogones.

A pesar de esa saturación de chefs mediáticos, algunos ya ni siquiera se denominan cocineros, hay una enorme cantidad de personas que hacen de la cocina su vida. Una de ellas es Ángela Pérez García, cocinera de Casa Emburria (El Crucero-Tineo).

Ángela lleva entre cacerolas treinta años. Ella se denomina guisandera, de hecho es una de las integrantes del Club de las Guisanderas. Pote de berzas, fabada, caza, frixuelos o arroz con leche, la cocina tradicional, son sus especialidades, pero no solo.

Les cuento.

Del 10 al 13 de marzo se celebra en Tineo la VI Ruta del Pincho. Participan catorce establecimientos, uno de ellos Casa Emburria.

Ángela, como todos los años, se puso a la faena. Y no fue fácil. Tuvo que pensar que pinchos iba a presentar y cómo. Un mes le llevó. Probó con uno y con otro hasta dar con lo que quería. Manel, su marido, lo confirma: “muchas noches se despertaba dándole vueltas a los pinchos”.
Este año en vez de dos hizo tres, uno para los niños.

El resultado final de ese trabajo es precioso. Te los comes con los ojos. Para el sabor tendrán que venir y probarlos.

Voy a intentar explicárselos.


Al primero de ellos lo ha llamado “Crustáceo crujiente”. Su aspecto externo es el de una vieira. Es de hojaldre. En su interior lleva una crema de puerros y gambas con salsa de almejas sobre la que pone una vieira o una zamburiña cocinada a la plancha. La parte externa, y con el fin de resaltar el “caparazón”, lleva un batido de huevos y pistachos. Lo introduce en el horno unos cuatro minutos para que solidifique.
Presenta el pincho en una bandeja de cristal con adornos marinos y unas salsas.
Precioso.


El segundo pequeño manjar lo denominó “Habanito”. Su apariencia es lo que están pensando: un puro habano. No olvida ni la vitola, comestible desde luego.
El “Habanito” es un puré rojo con Chosco de Tineo. El puré está compuesto de ajo, pimentón dulce, mantequilla y nata, al que se añaden dados de chosco. Todo ello envuelto en un canutillo de pasta filo. La presentación la realiza en un cenicero al que no le falta la ceniza, confeccionada con carbón comestible y azúcar glasé. La brasa del puro, que la tiene, está elaborada con pimiento del piquillo. La vitola es de harina de arroz.
Les aseguro que está logrado del todo: es un puro.

Para los más pequeños Ángela ha diseñado un “Velero”.



El pincho va montado en una lata de sardinas. Está compuesto de patata rota emulsionada con aceite. Además lleva una alita de pollo cocinada a baja temperatura. Estas alitas las introduce en el horno durante cuatro horas para poder sacarles el hueso sin que se rompa. A continuación la fríe, con aceite fuerte, para que quede dorada. No se acaba aquí el pincho. Fríe una yema de huevo rebozada en pan rallado. Eso sí, la mete en el sartén con el aceite muy caliente durante ocho segundos, ni uno más ni uno menos. Esperen que no sé acabó. La yema la cubre en parte con un alioli blanco, simulando la clara del huevo. 

Les dije que este pincho se llama “Velero” ¿verdad? Es porque lo parece. Le pone una vela decorada con el cartel de esta VI Ruta del Pincho, es comestible.

Los niños se van a pirrar por él. Bueno, y los no tan niños.

Para el final dejo el precio. Los dos primeros cuestan 2,50 euros, el último 2 euros.

¿Compensa el trabajo? Ángela no lo duda: “a mí me compensa, a pesar del esfuerzo es una satisfacción”

¿Y por qué no participas en el concurso de pinchos de Asturias? “Me da corte presentarme ante esos cocineros tan importantes”. Y lo dice convencida, con toda la humildad, como si ella no fuera una gran cocinera. Lo es, vaya que sí.

Ya saben, en Tineo, en la VI Ruta del Pincho,  pueden degustar 33 pinchos más. Yo les reseñé estos, ustedes descubran los demás.

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