29 oct 2019

Perdidos en la burocracia y el odio europeo


No saben donde ir. Todo es una mierda. Muchos cadáveres se pudren en las aguas del Mediterráneo donde los opulentos europeos nos bañamos. Se jugaron la vida para llegar a nuestra despilfarradora sociedad y, a los que llegan, los recibimos con patadas en el culo. Explotamos sus países, los esclavizamos con salarios de miseria, provocamos guerras civiles, los utilizamos de cobayas. Huyen de toda la barbarie que les engendramos y cuando llegan a nuestro solar patrio, les humillamos. Cubrimos nuestras miserias mentales con racismo, xenofobia, odio, incomprensión, desprecio. Nos deshumanizamos ante el televisor o, no se sí peor aún, soltamos unas lágrimas de cocodrilo en las redes sociales y con eso tranquilizamos nuestras conciencias. Somos unos putos hipócritas.

La emigración es un enorme problema. ¡Qué carajo! La mayoría de los africanos que llegan a nuestras fronteras huyen de la guerra, del hambre, de la miseria. No es un problema, es cuestión de vida o muerte, para ellos, claro. Para nosotros son unas imágenes que ya no nos hacen mella, que vemos a la hora de la comida o la cena y no nos quitan el apetito.

Y yo ¿hago algo que merezca la pena? ¡Qué cojones! ¡Nada! igual que la inmensa mayoría.

La parrafada viene a colación del libro Yo voy, tú vas, él va de Jenny Erpenbeck, traducción de Francesc Rovira.

El tema central es la emigración africana en Alemania. No, el tema son las trabas que se les ponen a los emigrantes para intentar construirse una vida en uno de los países más ricos del mundo. ¿Realismo social? ¿protesta? ¿reivindicativa? ¿expiatoria? ¿Qué clase de novela es? Ni idea, tampoco importa. Tal vez sea todo eso.

Un profesor universitario, Richards,  recién jubilado, se va acercando a ese mundo que solo veía por televisión o en las plazas y calles de Berlín.

El campamento de emigrantes de la Oranienplatz – existió - es el arranque. La obra se apoya en la realidad. Habla de un encierro, por ejemplo, de emigrantes en una escuela, pues bien, en 2014 unos cincuenta refugiados resistieron durante nueve días en el tejado de la escuela vacía Gerhardt-Hauptmann al cerco policial. Al igual que en la novela querían trasladarlos desde el centro de la ciudad a unos refugios lejanos.

La novela recoge la dura realidad existencial que complementa con las trágicas vivencias de esos expatriados.

Richards, el protagonista, al paso que toma conciencia de lo vivido por esas personas y el trato inhumano y burocrático que reciben va adquiriendo más conciencia del problema y de sí mismo. Esa masa anónima televisiva se concretan en nombres, países, guerras, muertes y hacen que algo se remueva en su plácida existencia.

Al tiempo que de emigración trata de otro de los problemas que nos aqueja en nuestra sociedad: la soledad. Esa soledad física que sumerge en la tristeza y la amargura a muchas personas mayores.

Tras ese aparente bienestar la sociedad alemana esconde muchas imperfecciones e incluso frustraciones. No se piensen que la nuestra, la española, es mejor. Es un problema que afecta a las sociedades más desarrolladas del planeta. Tal vez, como se dice en asturiano ye que tamos bien refalfiaos.

Si desean ver la cuestión de la emigración forzosa de otra manera lean este libro. No se preocupen, no les caerá la cara de vergüenza, se lo digo por experiencia propia.

Lo podrán encontrar en su biblioteca pública o librería preferida.

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Perdidos en la burocracia y el odio europeo by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

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