Publicado en La Nueva España el 14 de marzo de 2020
Los nombres de las calles no se
libran del enfrentamiento político. Cuando unos colocan a uno de los suyos, los
otros – cuando pueden – hacen lo propio. Hasta en esto tenemos bandos y
banderías. Oigan, los míos son los míos y se lo merecen todo. Da igual que en
ocasiones sean unos ceporros, les ponen una placa y la defienden con uñas y
dientes. Llegan hasta los tribunales por un quítame a ese o déjamelo ahí.
La Ley de Memoria Histórica, que
la cumplen los que le da la gana o les obligan, no ha servido para atemperar
los ánimos.
Algunos ayuntamientos, no se sabe
muy bien por qué, siguen perpetuando en sus callejeros nombres franquistas. En
Tineo miren que les ha costado quitarlas. El esfuerzo debía ser tan
impresionante que hasta hace unos días no lo hicieron. Eso sí, en su lugar han
puesto, de momento, un pegote amarillo para que nos enterásemos. Pues nada,
enterados quedamos y descansados quedan.
Luego están esas denominaciones
que la mayoría de los ciudadanos no saben de dónde salieron y que no tienen
ninguna, o mínima, relación con el concejo o explicación que no sea fruto del
capricho de alguien. Este es el caso de la calle Jesús Evaristo Casariego o
Venancio Blanco – al que recuerdo y apreciaba personalmente -.
Tenemos también nombres que los
mileniales igual no conocen como Pablo Iglesias o Marcelino Camacho. Por
cierto, la placa de este último incluye una frase suya y lleva incorporado un
relieve con su efigie. Resulta un poquitín
ostentosa.
Hay calles con designaciones
sencillas al tiempo que guapas: La Luna, Los Claveles, el Sol, Lorena, La
Fuente de las Musas o La Fuente de la Pena.
Y están las veneras. Pues sí, nombre extraño donde los haya para denominar a
una pequeña travesía. He buscado en diccionarios varios y no he encontrado
referencia alguna que se acerque a esta que se le da en Tineo. Nada de
travesía, callejón o similar. Los diccionarios aluden a concha, vena o en el
caso de “venero” a manantial. Nadie por aquí conoce su origen y me parece que
nos vamos a quedar en la inopia.
Julio Lamuño, cronista oficial de
Tineo, dice sobre el tema que el término veneras
puede asimilarse, por comparación, con las venas y venillas de un cuerpo.
Parece un símil demasiado erudito como para haber pasado al acervo tinetense,
aunque no es descartable, desde luego. Sea como sea, ni Lamuño, que tanto sabe
de Tineo, puede aseverar su origen.
Venera de La Tanila, Venera de
Ojitos, Venera de La Azucarilla, Venera La Conda. ¿No son nombres muy sonoros y
hermosos? Y además resultan intrigantes para los foráneos. Eso no tiene
misterio. Tanila, Ojitos, Azucarilla hacen referencia a familias o personas que
vivían en esa venera.
Ya ven, en Tinéu además de calles
tenemos veneras.
Veneras y otras calles de Tineo by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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