El vigésimo primer día de
confinamiento ha sido un poco tonto. Muy tonto. No di palo al agua. Vagancia
total. Bueno, no me preocupo. Después de tantos días de ajetreo es normal
descansar algo. Mañana lo cojo con renovados bríos.
Ahí fuera el día fue muy jodido.
Los datos de empleo fueron horribles. Se esperaba. Serán aún peores. Los datos
de fallecidos han sido terribles. Pavorosos.
Mucha gente lo va a pasar mal, no
me cabe duda. Si es verdad lo que nos cuentan, cada día soy más escéptico, esto
durará unos meses y luego, poco a poco, la economía se recuperará. Si es así,
siendo muy malo, ¿será peor que lo que llevamos pasado desde 2007? Llevamos
trece años de crisis. Una crisis que hemos pagado los trabajadores de este país.
Las cifras de paro fueron astronómicas, siguen siendo muy altas, ahora se
dispararán. En 2013 llegamos a tener más de seis millones doscientos mil
desempleados. ¿Se nos olvidó? El Banco
de España, tan magnánimo con las grandes corporaciones financieras y empresas,
reconoció que el rescate bancario ascendió a más de sesenta y cinco mil
millones de euros. ¿Verdad que se acuerdan?
Miren, cuando pase esta pandemia
estaría bien cambiar el chip en algunas cosas. Por lo menos en algunas. Sé que
voy a decir unas tonterías, o no tanto.
Tal vez, y sólo tal vez, habría que moderar los beneficios financieros y empresariales desorbitados. A lo mejor, digo yo, no estaría mal que la fiscalidad fuese, de verdad, proporcional a los ingresos. Acaso, por decir algo, las empresas españolas deslocalizadas podrían invertir bastante más en el solar patrio. Quién sabe si sería bueno, por ejemplo, invertir en investigación e innovación. Y para no atosigar, ¿qué les parece si dotamos a los servicios públicos de unos presupuestos dignos de una sociedad que se dice del bienestar?
Tal vez, y sólo tal vez, habría que moderar los beneficios financieros y empresariales desorbitados. A lo mejor, digo yo, no estaría mal que la fiscalidad fuese, de verdad, proporcional a los ingresos. Acaso, por decir algo, las empresas españolas deslocalizadas podrían invertir bastante más en el solar patrio. Quién sabe si sería bueno, por ejemplo, invertir en investigación e innovación. Y para no atosigar, ¿qué les parece si dotamos a los servicios públicos de unos presupuestos dignos de una sociedad que se dice del bienestar?
Vale, ya sé, menudas
gilipolleces. Pues vale.
Volviendo a los datos de parados,
¿saben cual fue el sector más perjudicado? Pues sí, el de servicios. ¡Venga,
cuando esto termine salgan todos a decir que van a estimular el sector
turístico! Tontos del culo. Estoy hasta los cojones de escuchar esa cantinela a
alcaldes, presidentes autonómicos y todo dios. Son una puta tropa de ineptos.
Joder, entérense de una puñetera vez, no podemos ser un país de camareros, con
todo respeto para ellos. Capullos de mierda, ¡¡investigación e innovación!! Capullos
de mierda.
Madre, cada vez tengo un
vocabulario más refinado. Da gusto, si señor. No se preocupen, no me afecta el
confinamiento. Mi estado de ánimo es muy bueno, mi cabreo con esa gente es
mayúsculo. Ya hemos comprobado que cuando las cosas se tuercen el país aguanta
a duras penas. No se preocupen, me parece que de esta tampoco espabilarán. ¡Qué
pena!
Ahora, tarde y mal, anuncia el
ministro de Sanidad, Salvador Illa, que Seat producirá 300 equipos de
respiración al día y la compañía Hersill, cien. ¡Tarde, es tarde! No es a toro
pasado, tenían de ejemplo a Italia. No hicieron los deberes.
Mi estimada Díaz Ayuso sigue sin
dar explicaciones de los dos aviones. No me extraña, dedica todos sus esfuerzos
a criticar al gobierno de Sánchez, y a colocar bulos. Por cierto, ayer me
enteré que el confinamiento lo pasa en un apartahotel. ¿Tendrá piscina? ¿Y spa?
¿Todo incluido? ¿Vista a la calle o a la sierra?
Si no fuese tan cutre y duro, me
reiría con las cosas del personal. No hace falta inventarse nada. Vean si no.
El presidente de Filipinas,
Rodrigo Duterte, ha ordenado a las fuerzas armadas disparar a matar a aquellas
personas que violen la cuarentena en el país. Lo de ese hombre es todo así.
Ahora una de casa. Con esta es
que me parto. Es muy buena. Les cuento. Una tal Marta Villanueva, a la sazón
directora general del Instituto para el Desarrollo e Integración de la
Sanidad (IDIS) dijo… Un momento, por favor. Es requete bueno. Voy a
poner a esta mujer en un pedestal… para tirarle tomates. La susodicha dijo, sin
ponerse colorada ni ná, lo siguiente: “la red asistencial de sanidad privada
puede acabar quebrando si el Estado no toma las medidas financieras necesarias”
para sostener el sector, desde luego. ¿Qué, es bueno o no? ¡Anda que no tiene
morro ni nada! Vale ya de tanta risita. “La obligación de detener toda la
actividad programada no urgente de los centros sanitarios privados implica que
no se estén generando ningún tipo de ingreso”. Ven, tiene razón para pedir
pasta al Gobierno. ¡Qué mujer, por favor!
Ah, los políticos que habían
decretado que los mayores de 80 años no entrasen en la UCI se han retractado.
¿No se enteraron? Pues fue la Generalitat. Unos políticos, no los médicos,
toman una decisión sobre la vida de sus ciudadanos. Pues… pues… pues…
Me han venido a la cabeza los
presos. ¿Cuántas veces hemos dicho que veinte años de condena no son nada?
Oigan, que muchos aguantan a duras penas veinte días en su casa. ¿Lo recordaremos
cuando esto pase?
Muchas cosas vamos a tener que
recordar. No sé yo.
Está circulando por esos mundos
que el decreto de alarma es ilegal, que las multas impuestas no son válidas y
que se va a poder recurrir a los juzgados por varios conceptos. Ni idea. Veremos.
En las últimas veinticuatro horas
han fallecido 950 personas. 950. Han muerto 10003. Repito, 10003. Contagiados
110238 y casi 27000 curados.
Ánimo y que los que deciden,
aunque sea por esta vez, que acierten. Más nos vale.
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