21 ago 2024

¿Los políticos son el reflejo de la sociedad?

 

  El desencanto de los ciudadanos ha provocado una ruptura con la clase política. Fíjense que los denominamos clase política por lo que han pasado de tres, grosso modo, a cuatro, y me refiero a la división clásica de la sociedad en clases.
  Entre los gestores de la cosa pública, en demasiados casos, ya no hay un ápice de idealismo, han dejado de lado las utopías, tan necesarias cuando menos como las religiones, y las han sustituido por un pragmatismo que solo tiene un objetivo, mantenerlos en el poder. Las conductas generadas como consecuencia de esa forma de estar en cargos públicos les encaminan por el proceloso sendero que bordea el clientelismo y la corrupción, en el que a tenor de lo visto es muy fácil caer.
  Llegados aquí habrá quienes se escandalicen y, con tono ofendido, dirán que no se puede generalizar. Qué quieren que les diga, tendrán razón aunque no lo parezca.
  Cuando se habla de los políticos es muy común que alguien diga que son el reflejo de la sociedad, ahí se hace un silencio que parece una rendición y aceptación de una verdad irrefutable. Pues miren, no. Eso supondría un determinismo social inaceptable. La política, la vida en sociedad, no se rige por ningún parámetro inmutable. No existe ningún hilo invisible que justifique la insana conducta y comportamiento de demasiados cargos públicos. Los políticos corruptos no son un producto social, son una perversión de la política. Se convierten en corruptos cuando acceden a los cargos públicos, antes no lo eran, o sí y no lo sabíamos, ya que no estaban posicionados donde pudiesen enviciarse.
  El libre albedrío que se nos supone a los seres humanos nos permite elegir, en el caso de los políticos es bien fácil, solo tienen que cumplir las leyes y realizar su trabajo que no es otro que gestionar los recursos públicos. Quienes no son capaces de cumplir estos sencillos principios no es por culpa mía, nuestra, es porque son unos chorizos avariciosos incapaces de mantener sus sucias manos fuera de nuestro dinero, el de todos.
  No todo es llevárselo crudo, hay formas más sutiles, pero no menos corruptas. Los momios - empleo este término a propósito por lo inusual – son aprovechados con fines personales y están a la orden del día. Piensen en los alcaldes, concejales… que utilizan vehículos municipales para disfrute personal o los que organizan encuentros «políticos» con el fin de disfrutar de unas mini vacaciones o aquellos que se dejan invitar a palcos de grandes campos de fútbol con todos los gastos pagados. Eso es corrupción.
  Los aforamientos contribuyen a que quienes disfrutan de esa prebenda se sientan casi impunes, así se explica el rechazo del PP a los cambios legales en los órganos judiciales más elevados. Una legislación muy laxa con los políticos sustentada en jueces afines ideológicamente y con comportamientos más políticos que de jueces, así como un ejército de fieles en las administraciones hace de la corrupción política un mal endémico en España. Hay quienes niegan esta última afirmación y dicen que la corrupción no es un problema sistémico, será, pero lo parece. ¿Acaso el franquismo no fue una dictadura corrupta a todos los niveles? Desde la llegada de la democracia ¿cuántos casos hemos conocido? Desde las administraciones locales a los más altos niveles de la administración conocemos infinidad de casos de corrupción política. ¿Cuántos hemos visto de alcaldes y concejales que se han «lucrado» del cargo?
  He leído informes, en internet no tiene ninguna dificultad encontrarlos, y así por ejemplo en una encuesta realizada en toda la Unión Europea «https://europa.eu/eurobarometer/surveys/detail/2658» dio como resultado que el 70 % de los participantes en ella dijeron que la corrupción está muy extendida en sus respectivos países. Por lo que se refiere a España nueve de cada diez encuestados creían que la corrupción está generalizada. No se puede universalizar tanto, lo sé, es necesario matizar, pero hay algo concluyente, sí una mayoría de los ciudadanos creen que es un problema generalizado algo muy mal se está haciendo desde el ámbito político y también desde el judicial al no difundir los datos de forma clara. A esta percepción se une que en casos muy mediáticos vemos como muchos cargos públicos, sobre todo los más relevantes, se van de rositas de los juzgados o con penas que nos parecen irrisorias. No es bueno que exista esa apreciación.
  Por lo que se refiere a la transparencia, España no mejora. El Índice de Percepción de la Corrupción de 2023  -www.rtve.es/noticias/20240130/espana-lucha-ranking-indice-percepcion-corrupcion/15947030.shtml- elaborado por la organización Transparencia Internacional, España obtiene una puntuación de 60 sobre 100. El 0 significa «altamente corrupto» y 100 «muy transparente». No debe engañarnos ese 60. Esa organización considera que la corrupción en España sigue siendo un problema grave que debería preocupar a los ciudadanos y a los poderes públicos.
  No siendo la corrupción un problema sistémico, repito, como dicen algunos, sí que es un problema muy serio y no es suficiente con despotricar en las redes sociales. Los ciudadanos tenemos que ser coherentes y consecuentes con lo que decimos y no dar el voto a aquellos que estén pringados, en caso contrario seremos cómplices.
  Miren, yo no gané ninguna medalla olímpica, la ganaron los deportistas españoles que estuvieron en París. No gané ningún mundial de fútbol. Nunca me adjudico ningún «triunfo» en el que no haya participado y es por ello que no acepto que me digan que los políticos son reflejo de lo que yo soy como integrante de la sociedad. Con argumentos como ese se diluyen las responsabilidades que tienen nombre y apellidos y no son los nuestros.
  Los políticos corruptos son reflejo de si mismos.

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario