Encasillamos las novelas por géneros, por
edades, que es lo más usual, sin embargo, hay otras que se resisten a ello.
Este es el caso de La muy catastrófica visita al zoo de Joël Dicker,
traducida por María Teresa Gallego y Amaya García Gallego. En principio podemos
decir que es una novela juvenil aunque a muchos lectores adultos les puede
gustar. A mí si.
No soy muy devoto de Dicker, me leí La
verdad sobre el caso Harry Quebert y luego no pude con más. Hace unos días
lo vi disponible en la Biblioteca Pública de Tineo y le di una oportunidad. Creo que ya
lo comenté en alguna ocasión, el libro que a las treinta o cuarenta páginas no
me engancha lo despacho. No se puede leer a la fuerza, me refiero a literatura.
Da igual que la obra esté considerada una obra maestra, si no engancha se deja.
No hay remordimientos ni obligación. Se selecciona otro y asunto arreglado. Leer
obligados genera rechazos a la lectura, sobre todo en los más jóvenes.
A lo que iba, La muy catastrófica visita
al zoo es una novela de 220 páginas que se lee bien. No es una gran novela,
pero entretiene e incluso te ríes en ocasiones. Es divertida, con un humor
sencillo pero efectivo y sobre todo tierna,
no empalaga. No se puede pedir más ya que tiene la pretensión de abarcar
a todas las edades.
La narradora principal es Josefine, una niña
de ocho años. Es la cabecilla de su clase, de un grupo de seis niños un poco
«especiales», por usar la terminología que emplea el autor. El grupo es de lo
más heterogéneo. La protagonista, Josefine, de mayor quiere ser inventora de
palabrotas. Está entusiasmada con la idea. Tenemos a un karateca, un ricachón,
un antisocial, un sabiondo y un hipocondríaco. Este grupo sirve para
adentrarnos en el mundo de la diversidad. Esa no es la única característica del
libro. La crítica social se desliza a lo largo de la novela. La cancelación,
tan al orden del día, no falta, como tampoco la libertad de expresión o la
censura, pero todo ello como un suave orbayu. No esperen una disertación
reflexiva, están ahí, pero de tal forma que un lector joven lo pueda apreciar y
no le canse.
La historia tiene un tinte detectivesco, no
podía ser de otra forma dados los antecedentes del autor. En el colegio se
produce un hecho que lleva al grupo de niños a realizar una investigación. Los
acontecimientos se irán complicando hasta llegar al culmen con la visita al
zoológico. Será Josefine quien explicará a sus padres el desarrollo de lo
sucedido y así nos enteramos los lectores. La sinceridad de Josefine desarma a
cualquiera.
Una historia contada por una niña apta para
todas las edades. Léanla como un relato agradable. Es recomendable para jóvenes
lectores, pero los adultos pueden disfrutarla como un cuento no muy largo que
les entretendrá. Si quieren buscar más, adelante, el lector tiene la última
palabra.
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