14 nov 2025

Los despropósitos del juicio contra el Fiscal General

  

  La Justicia, con mayúscula, nunca fue igual para todos. Dicen que debe ser sorda y ciega, pues ni uno ni otro. Fíjense sí estaba claro que aun pervive el dicho «Más vale un mal acuerdo que un buen juicio». Imaginaba que tenía mucha antigüedad, pero sin certeza, así que recurrí a «San Google» y me contó que el antecedente más remoto se encuentra en un aforismo romano de Tito Livio: «Melior tutiorque est certa pax quam sperata victoria», o lo que es lo mismo «Mejor y más seguro es una paz cierta que una victoria esperada». Creo que se entiende. Hay quienes le adjudican la frase a Cervantes, lo siento, pero no tengo ni idea.
  Ya en tiempos más recientes desde los incios del movimiento obrero siempre se tuvo muy claro que la «Justicia» beneficiaba a los más ricos y poderosos al tiempo que les protegía de la clase trabajadora. En la actualidad la desconfianza ha crecido tanto que son muchos los que no creen en ella, mejor dicho, no creemos en la imparcialidad de muchos jueces. Triste pero cierto.
  Hay suficientes casos para justificar la mala prensa entre los ciudadanos, por ejemplo el caso de Jordi Pujol. ¿Cuantos años lleva a la espera de juicio? ¿Diez, once? ¿Cómo es posible que no se hayan investigado la muerte de 7 291 personas en las residencias de ancianos madrileñas? ¿Qué es de Eduardo Zaplana? Ana Botella «regala» viviendas públicas, ¿pasó algo? Francisco Álvarez Cascos utilizó fondos de su partido para gastos familiares y a un juez le pareció bien. Sigo… Por cierto, ¿alguien puede explicarme el aforamientos de determinados ciudadanos? Ya saben que eso significa que ciertos personas, por razón de su cargo público, léase diputados autonómicos, nacionales y senadores, deben ser juzgadas por un tribunal superior distinto al de la justicia ordinaria. Eso sin hablar de los reyes que no se pueden juzgar. ¿Eso es igualdad ante las leyes? No, rotundamente no. Esto del aforamiento nos lleva a pensar que existe una connivencia entre políticos y jueces. Pueden demostrarnos que estamos equivocados eliminando esa figura jurídica, así de fácil.
  El caso más reciente, uno de los más escandalosos, es el juicio, ya visto para sentencia, del Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz. Un análisis mínimamente objetivo nos dice que hay una clara intromisión del mundo judicial en la política. La culpabilidad hay que demostrarla de forma fehaciente y no es el acusado quien tiene que demostrar su inocencia. Así funciona nuestro sistema judicial. Pues bien, el caso está tan enfangando que los partidos políticos de la extrema derecha, medios afines y sus hooligans han dictado sentencia de culpabilidad.
  Tenemos suficiente información y conocemos de forma directa mucho de lo sucedido en el juicio y es imposible no ver que se trata de un montaje político. Está claro que el promotor de este desastre es Miguel Ángel Rodríguez, cabeza pensante de Isabel Natividad Díaz Ayuso. Esta afirmación es innegable e indiscutible. Otra cosa es que a ese hacedor de mentiras y bulos se le fue de las manos. Su cabeza atrofiada no da para pensar algo tan retorcido, él, MAR, es simple, chabacano, chusco, soez, pero no tan inteligente como se cree. Al ver el follón en que metió a su jefa tuvieron que tirar para adelante y movilizar a todas sus huestes y vieron una posibilidad no solo de llevarse por delante al Fiscal General si no al Presidente del Gobierno. Esa se convirtió en la pieza a cazar. Con unas mínimas entendederas se comprende. Por cierto, ¿a MAR no le tendrían que haber cesado.
  El juez Hurtado mandó realizar unas investigaciones prospectivas, prohibido por nuestra legislación. Para los que no sepan a que se refiere eso de prospectivas les transcribo lo que dice la RAE: «Conjunto de análisis y estudios realizados con el fin de explorar o de predecir el futuro en una determinada materia». Pues así y todo no encontraron nada, absolutamente ninguna prueba que inculpe a García Ortiz. Nadie puede negar esta evidencia, el juez Ángel Hurtado actuó de forma indebida. ¿Cometería un delito? No lo sé. En este punto me asaltan dudas muy preocupantes, ¿cómo es posible que en instancias superiores no pararon el «caso» y permitieron que llegase al juicio oral? Desde el conocimiento de un profano en leyes es difícil de entender. La respuesta más obvia, ven estoy suponiendo sin prueba alguna, es que … voy a ser prudente y no les voy a acusar de nada. A su vez, este pensamiento no explicitado me lleva a reflexionar sobre el enfrentamiento entre una parte muy importante de la judicatura por la reforma judicial que quiere introducir el Gobierno, que les llevó a realizar una huelga, aunque no las pueden hacer. Sus señorías se saltaron la ley. ¿O esto también es mentira? ¿Habrá influido en algo? Ven, otra opinión que ante un juzgado no sería aceptada sin pruebas. Rizando el rizo ¿me pueden explicar cómo es que un juez admite a trámite una querella basada en una noticia de prensa sin prueba alguna? ¿Verdad que eso está pasando? Está pasando. Entonces ¿qué pasa con determinados jueces en este país? ¿Habría que tomar medidas disciplinarias contra ellos por mala praxis? ¿Habría que aplicarles el artículo 404 del Código Penal? Pues no sé, solo me hago preguntas.
  Volvamos al caso. El novio de Isabel Natividad no es culpable de varios delitos? Lo es, Hacienda lo confirmó. ¿Es cierto que cientos de personas pudieron ver el correo electrónico de marras antes que el Fiscal General? Verdad verdadera. ¿El tribunal dará por buenas las explicaciones de Miguel Ángel Rodríguez? Ya puestos a creer, ¿el tribunal aceptará como cierta la declaración de la Fiscal Superior de Madrid, señora Lastra? Esta señora es muy amiga de Isabel Natividad y está claramente enfrentada a García Ortiz. Esa fiscal no aceptó la investigación sobre las muertes de 7 291 personas en las residencias de ancianos madrileñas por culpa de unos protocolos políticos que no médicos.
  La UCO (Unidad Central Operativa) bajo el mando del teniente coronel Balas no ha salido bien parada. Balas es jefe de la unidad de delincuencia económica de la UCO. De su declaración ante el Tribunal Supremo se desprende, perdón, se constata que no tienen una sola prueba que inculpe a García Ortiz. Todo fueron suposiciones. Sus investigaciones se centraron en el Fiscal exclusivamente. Fue deprimente.
  Varios periodistas actuaron como testigos y todos afirmaron que tenían el dichoso correo electrónico antes de que lo viera el Fiscal y que este no se puso en contacto con ellos. ¿Aceptarán su palabra?
  Hay que recordar que el culebrón se inició el 2 de febrero de 2024 con el envío por parte del abogado de Alberto González Amador, novio de Isabel Natividad, a la Fiscalía de Madrid para reconocer un delito de defraudación fiscal. El 13 de marzo Isabel Natividad da una rueda de prensa para desmentir que su pareja deba 350 000 euros a Hacienda. Ese mismo día el periódico El Mundo publicó que la fiscalía había ofrecido un acuerdo a Alberto González. Cosa que era falsa, de ahí surge el desmentido.
  Por favor, hagan un esfuerzo y piensen con objetividad ¿a esas alturas cuantas personas tendrían el primer correo electrónico? Cientos y los que no lo conocieran tras la intervención de Isabel Natividad se hicieron con él.
  Mire como se mire no hay pruebas inculpatorias, ni una sola. Lo que sí tenemos claro muchos ciudadanos es que esto es una cacería promovida de forma artera. Ahora queda por ver la sentencia. Las dudas son muchas. ¿Se imaginan como quedará el juez instructor? ¿Y la UCO? ¿Y Miguel Ángel Rodríguez y su jefa? ¿Y el Partido Popular? Y por último y no menos importante ¿y sí el Tribunal Supremo condena al Fiscal General del Estado? Menudo papelón. Los jueces quedarían desacreditados para muchos ciudadanos, al igual que si dictaminan en caso contrario. Sí lo condenan el caso seguirá con recursos a nivel europeo, el descrédito de la judicatura quedará por los suelos. Recuerden que no quedaron muy bien con las órdenes de extradición de Puigdemont.
  Ah, recuerdo también a aquellos que pidieron la dimisión de García Ortiz a pesar de saber, y decir públicamente, que era un montaje, ¿pedirán perdón?!  Lo dicho, ¡menudo papelón! tiene el Tribunal Supremo.

 

 

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