En la vida lo mejor es no agredir a nadie por
una sencilla razón, no sabes con quien te estás metiendo. Es cuestión de
precaución. Hubo quien hizo enfadar a Coveiro y lo pagó, vaya que si lo pagó.
Coveiro es un viejo enterrador que vive en
una casita en el cementerio en compañía de su sobrino Marco, chico autista, en
un pueblo llamado Balanegra, cercana a una ciudad. Dos detalles significativos,
en primer lugar Coveiro en portugués significa sepulturero y en segundo lugar,
el nombre del pueblo, Balanegra, son dos pistas muy ilustrativas.
Coveiro es el viejo protagonista de Hierro
viejo novela de Marto Pariente, editada por Siruela. Tercer detalle, el
título, Hierro viejo. Imagino que ya se habrán hecho a la idea de que es
una novela negra, pues aciertan. Hay quienes la enmarcan en eso que han llamado
«rural noir» y otros la califican como «western crepuscular». Vale, puedo
entender lo de «rural noir» ya que la trama se desarrolla en una zona rural, no
hace falta ser adivino, pero eso del «western crepuscular» ya me cuesta más
llegar a ello. Referido al cine o a novelas del oeste, para entendernos, me
vale, pero cuando lo aplican a este tipo de novelas me parece una tontería.
Coveiro tuvo una vida agitada y cuando
sustituyó a su hermano en el puesto de sepulturero pensó que ya era hora de
descansar, no pudo ser, tuvo que desempolvar sus «habilidades». La desaparición
de Marco y su búsqueda va a complicar la vida a más de uno.
Rubí Miguel, empresaria cárnica, está
forrada, su nombre ya nos da la pista. Tiene dos hijos, dos buenas piezas, pero
el amor de madre les disculpa y por ellos hará lo que sea necesario. Craso
error.
Otros personajes destacados, peculiares, son
los Bobby, matrimonio de sicarios con un peculiar sentido del humor.
Como buena novela noir tiene crítica
social. No necesita recrearse en ello y sin embargo ahí está.
Es una novela corta, 208 páginas con un
montón de capítulos que no sobrepasan las cinco páginas. Las frases concisas al
igual que las descripciones. Los personajes no necesitan perfiles detallados,
se van mostrando con pinceladas y con sus actos. Lo mismo ocurre con los
espacios, la parquedad es norma de Marto Pariente. La verdad es que no necesita
más. La lectura es rápida, a la que te descuidas te pasas de frenada. Es una
novela muy cinematográfica. Imagino que no tardará mucho en llegar al cine,
sería un desperdicio no hacerlo. Me recuerda a Tarantino, tanto por la
simplicidad aparente, la violencia constante pero sin que resulte truculenta y
el humor que destilan personajes y situaciones en momentos de máxima tensión.
Matan sin remordimientos, es necesario liquidar a alguien se hace y aquí paz y
después gloria. A otra cosa mariposa.
Hay «flashbacks», término para quedar como un
«entendido» cuando lo que se quiere decir es que la narración se interrumpe
para presentar hechos ocurridos en un tiempo pasado. No tengan problema con
eso. No es como en esas películas que van de sesudas, que abusan de los
«flashbacks» que para lo único que sirven es para que el espectador se pierda,
yo al menos.
Hoy voy a ser breve, como la novela, pero se
la recomiendo, me gustó. Las novelas negras, policíacas, me gustan y me
proporcionan una evasión que agradezco.
Anímense y lean Hierro viejo y si no es esta novela tienen mucho
donde elegir. Acérquense a su biblioteca pública o librería preferida.
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