El catolicismo se basa y fundamenta en la
vida de Jesús, la Biblia, los documentos de la Iglesia en los que se incluyen
las encíclicas. Una de estas últimas, que tuvo una gran trascendencia política
y social, fue la Rerum novarum, del Papa León XIII, publicada en 1891.
Esa encíclica fue la contestación de la Iglesia Católica a las teorías
marxistas que estaban calando entre la clase trabajadora.
En España a principios del siglo XX surgió la
Asociación Católica de Propagandistas, que en el caso de Asturias tuvo mucha
influencia, sobre todo en las cuencas mineras. Tenían como objetivo enfrentarse
y frenar el poder que estaban adquiriendo los sindicatos obreros, anarquistas y
ugetistas. Intentaban frenar a sindicalistas como Manuel Llaneza figura
relevante del movimiento obrero, fundado del Sindicato de Obreros Mineros de
Asturias (SOMA).
De la mano de la Rerum novarum surge el paternalismo industrial, que no era
otra cosa que la «humanización» de la explotación laboral. Ejemplos de ese
buenismo tenemos el Poblado Minero de Bustiello (Mieres) o mucho más reciente
el Poblado de la Térmica de Soto de la Barca (Tineo). Hubo bastantes poblados
en Asturias y el resto de España. Alquilaban las casas a bajos precios y tenían
un equipamiento que eran la envidia del resto de los ciudadanos. La primera
consecuencia, y fundamental, era con estos poblados conseguían trabajadores
dóciles a pie de obra.
Está claro que entre la jerarquía católica y
los movimientos obreros no hubo sintonía. La iglesia católica siempre se alineó
con los gobernantes y poderosos, a pesar de vanos intentos de sacerdotes como
los denominados «curas obreros» en España o los integrantes de la Teología de
la Libración en Latinoamérica, por ejemplo. Otro ejemplo reciente fue el del
fallecido Francisco, que a pesar de no ser un gran aperturista se creó muchos
enemigos dentro de los sectores más conservadores, que de momento son una amplia
mayoría.
La religión católica es inseparable de la fe,
es decir, de dar por buenas una serie de dogmas que no se pueden discutir ya
que o bien son «la palabra de Dios» o de sus representantes, el Papa y altos
dignatarios de la Iglesia. Desde la racionalidad surgen tantas dudas que
resulta imposible ser católico y aceptar a pies juntillas sus dogmas y
preceptos.
El socialismo es una ideología política
racional que tiene como objetivo reducir las desigualdades económicas y
sociales, por resumirlo en una línea, siendo, desde luego, un concepto mucho
más complejo.
¿Existe algunos puntos de encuentro entre
catolicismo y socialismo? Hubo quien intento unirlos ya que ambas concepciones
pretenden el bien de la sociedad, hasta ahí llegan, luego las diferentes formas
de llegar a ese bienestar es lo que les aleja de forma insalvable. El
catolicismo no acepta interpretaciones laicas del mundo, siempre hay un pero,
que no son otros que la fe y Dios, irreconciliables con la racionalidad y el
dar el protagonismo a los seres humanos para modificar su destino.
El edicto de Milán del 313 de nuestra era
supuso la unión de facto entre Iglesia y Estado, una unión que se mantiene a
través de los siglos y que condicionó la Historia de Europa y con ello la del
mundo.
Sirva de introducción rápida y muy básica
para lo siguiente, soy incapaz de comprender como un presidente autonómico
puede declararse socialista y católico practicante. Me parece una contradicción
que no entra en mis esquemas mentales. Acepto que un gobernante socialista sea
católico en su intimidad, faltaría más, ahora bien, mientras ocupe ese cargo
público tiene que abstenerse de manifestaciones religiosas públicas. En su
esfera privada puede hacer lo que quiera, bueno, no todo, su fe religiosa es
algo estrictamente privado.
Hace unos días, el presidente de Asturias,
Adrián Barbón, volvió a la carga, no es la primera vez que lo hace, e hizo
apología de su fe religiosa. No me gustó, no me gusta que lo haga, me parece
impropio de un presidente que es de los creyentes y de los no creyentes. No
somos un país confesional, por lo tanto tiene que circunscribir su fe al
estricto ámbito privado. A poco que medite sobre su condición de socialista,
eso dice, y católico imagino que tendrá un conflicto interno permanente. Podrá
decir, como el afirmó, que «tener fe y esperanza me ha ayudado mucho».
Presidente, me parece muy bien, pero eso guárdeselo para usted. No necesitamos
que nos lo cuente. Le recuerdo que se empieza así y se acaba como el ministro
Jorge Fernández Díaz que dijo que tenía a Marcelo de guardia de corps, ¿se
acuerda, verdad? Ya sabe, el ángel Marcelo. Pues ya vimos como salió rana en el
desempeño de sus funciones, pero no hay problema, una confesión y se le perdona
todo.
Mezclar política y religión acaba siempre mal
por mucho que el presidente Barbón diga que «si tu eres un buen cristiano
evitarás la corrupción; forma parte de tu forma de concebir el mundo» Pues va a
ser que no, Presidente. El PP es un partido cuasi confesional, bueno, se puede
quitar el cuasi, y mire como están sus filas de corruptos. Es más ¿cuándo
escuchó, señor Presidente, criticar a la jerarquí católica al Partido Popular?
¿Eso no ofende su lado «socialista»?
En estos días, con la marejada política por
los casos de corrupción dentro del PSOE, de momento presuntos para ser
puristas, pero joder ¡qué gentuza! y a las voces de las extremas derechas se
unió la de los jerarcas católicos pidiendo elecciones. ¿Qué le parece, señor
Presidente?
Por favor, no me hable, Presidente, de que
una cosa es el cristianismo y otra los gerifaltes, eso no cuela, una iglesia
sin sacerdotes no es nada, no existe, son indisolubles.
Esta faceta suya la hizo pública desde que es
Presidente, antes no trascendió, y fue alcalde de Pola Laviana. No sé si en su
concejo lo sabían, pero el resto de Asturias no, y ya era conocido. Tengo la
sensación, igual equivocada, de que es un poco, o mucho, de postureo para
captar votos o por lo menos dar una imagen más… la verdad es que me resulta
difícil poner un adjetivo en este caso.
Mire, señor Presidente, lo mismo me ocurre
con su conversión al asturianismo. Mientras se mantuvo en su feudo lavianés
acató la directriz de la FSA (Federación Socialista Asturiana) de que de la
oficialidad del asturiano nada de nada. Ahora es usted un oficialista de tomo y
lomo, me parece un poco bastante oportunista. Es más, su modelo es el mismo que
empleó el nada honorable Pujol, unir religión y lengua con fines políticos,
usted me parece a mí, va por el mismo camino – espero que solo se le parezca en
esto, señor Presidente -.
Señor Presidente, le pido que diferencie y no
mezcle su fe con su actividad gubernamental. Cada vez que lo hace sepa que
somos muchos asturianos los que nos sentimos ofendidos con su actitud, y quién
sabe sí lo que gana por un lado lo pierde por otro.
Por mucho que se empeñen fe y racionalidad no
van de la mano. Las religiones, todas ellas, desean propagar su fe y hacer
acólitos. En el caso de España las injerencias de la Iglesia en cuestiones
políticas es absoluta, y lo hacen con un objetivo, expandirse y en su caso
mantener el poder que conservan. Bueno, tienen otro menos confesable, el
dinero.
Señor Presidente, por mí como si quiere rezar
el rosario todos los días, pero hágalo en el recogimiento de su hogar.
La religión -y su falta- perfila la personalidad del individuo. Del político también. Por ese lado, creo, no hay nada censurable.
ResponderEliminarOtra cosa es la participación en el ritual público cuando el político es representante elegido para una institución. En ese papel debe respetar la neutralidad más exquisita. Y si no lo hace está desmereciendo a sus votantes no adeptos a la religión que profesa. Es tu caso Santi, y el mío (soy Higinio aunque aquí va como anónimo porque escribo desde un dispositivo no habitual).
Cuando una "autoridad" va de invitado (y no como un fiel más, sin privilegios ni fotos) a un acto religioso est faltando a esa neutralidad debida. Ya se que siglos de concubinato del poder y la religión hacen que parezca un matrimonio legal. Pero no. Ambos están juntos por interés y dinero. Vamos que es una relación censurable.
El presidente Barba no tiene que disculparse por ser católico pero debería dirigirse a quienes somos ateos, agnósticos, incrédulos o de otra religión. Acaso lo han votado y les ha faltado al respeto con esa relación exclusiva.