23 jul 2025

Tina y Ángel, del Bar Tineo, se jubilan

 



  No les han concedido ninguna estrella Michelín, ni han estado en The World’s 50 Best Restaurants, tampoco lo han pretendido.
  Por lo general hablamos de restaurantes con muchas estrellas o premios y dejamos de lado a esos restaurantes modestos que sirven menús del día. No nos equivoquemos, casi se podría decir que cumplen una función social, ofrecen comidas caseras a precios razonables. En ellos reponen energías obreros, gentes de paso o vecinos de la localidad que buscan ese trato familiar donde saben que lo que van a comer no saldrá en Instagram, pero que sin duda tiene el sabor de casa. Son restaurantes familiares en los que ante todo buscan dar de comer con buenos productos, sin florituras, pero cocinados con dignidad, mucha dignidad, donde además la relación calidad precio es buena.
  Hablo, por ejemplo, del Bar Tineo que a pesar de no estar incluido en ninguna lista de reconocimiento gastronómico sí que lo tiene de los clientes. El pasado día 5 de julio hizo 37 años que los actuales propietarios se hicieron cargo de este bar, antes llamado La Madreñona. Ellos son Celestina Francos Fernández (La Espina, Salas) y su marido Ángel Prieto Fernández (Orderias, Tineo).
  Cuando Ángel dejó de trabajar en La Mantequera de Tineo, las razones no vienen al caso, tuvieron que plantearse su futuro. La idea de abrir un bar ya la tenían, pero a partir de ese momento se convirtió en certeza. Ángel, siendo un niño, nueve o diez años, ayudaba cuando podía en La Madreñona, al retirarse la propietaria se les presentó la oportunidad, y ahí están, el próximo 31 de julio se retiran.
  Sabían lo que querían y que sería duro, no se desanimaron, todo lo contrario, a pesar de que fue un salto al vacío. No tenían experiencia previa así que a base de prueba-error fueron aprendiendo. Eso sí, estaban de acuerdo en ofrecer un servicio del que no tuvieran que avergonzarse. Además de la cocina tuvieron que aprender a calcular las compras necesarias, cosa nada fácil. Con el paso del tiempo y lo aprendido ven aquellos tiempos con un poco de nostalgia.
  No olvidan que al entrar tuvieron que hacer frente a muchas reparaciones en el bar, el tiempo no le  había tratado bien. No perdieron la ilusión.
  En la actualidad dan una media diaria de 40 a 60 comidas. Cuando había apuros y su hijo estaba en casa les echaba una mano, en muchas ocasiones le vimos servir, se llama Daniel Prieto Francos y en la actualidad es magistrado de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJA (Tribunal Superior de Justicia de Asturias). Nunca se le cayeron los anillos al magistrado. El orgullo de los padres es absoluto, no menor que el que tiene Daniel Prieto por ellos.
  En su carta diaria suelen tener cinco primeros y otros tantos segundos, los postres son caseros y Tina lo resalta. Insisten en la calidad de los productos y el esmero con el que los elaboran, son la clave para durar tantos años en el negocio.
  El precio del menú es de catorce euros, el domingo veinte. Cuando empezaron, se ríen al contarlo, el precio era de 450 pesetas, unos tres euros. Aquí alguno dirá que es el ejemplo de como subió la vida, no se paran a pensar que los precios en pesetas también se hubieran incrementado en estos años.
  Se habla del comercio de cercanía, ya saben, ese que prioriza la compra de bienes y servicios en la zona, y el Bar Tineo lo lleva haciendo desde siempre. La carne se la compraban a «Ibias», carnicería cerrada por jubilación, y el pescado a Eloy, también jubilado. Lo tienen muy claro, si lo que necesitan lo hay en el concejo no lo compran afuera. Nadie tuvo que explicarles los beneficios de esa medida.
  Hubo tiempos malos y buenos, no podía ser de otra manera. Hace años la calle González Mayo, conocida como La Avenida por los tinetenses, tenía vida, hoy agoniza. En esa calle se concentraban varios negocios y bancos, así como la oficina de Correos, lo que daba vidilla al restaurante, que también tiene servicio de bar. Aquellos tiempos se acabaron cuando empezaron a cerrar negocios o cambiaron de ubicación, la circunvalación de la villa hizo que las ventas se resistieran y la implantación de la ORA, según Celestina, también les afectó. Pero llegaron tiempos aún peores. La crisis del 2008 y hasta el 2015 fueron tiempos duros para ellos, para todos, no se explican como aguantaron. Estaban ya curtidos y llegó la pandemia. Nuevamente mantuvieron  el tipo y el negocio salió adelante. El restaurante es su vida.
  Y llegaron los peregrinos. En los primeros años podían ser cuatro o cinco, a partir de los años 90 su número se incrementó a ojos vista. Hoy no los cuentan, saben que son un goteo muy importante para el negocio. En enero y febrero hay un parón, no faltan el resto de los meses. Vienen de todo el mundo, hasta de Japón, eso sí, nunca han visto africanos.
  Durante muchos años no cerraron ni un solo día, no se lo podían permitir, ahora se dan el «lujo» de descansar los viernes.
  También tuvieron pensión, la dejaron ya que suponía un exceso de trabajo que no podían asumir.
  Tina es una mujer apasionada y muy al tanto de lo que pasa por el mundo. Reconoce que en estos treinta últimos años la humanidad ha cambiado más que en los 200 anteriores y ellos se han ido adaptando, en su medida a ellos. Hoy puede parecer increíble, pero en sus inicios eran impensable que alguien pagara con tarjeta. No digamos eso de tener el negocio en una plataforma digital. Asegura Tina que su generación y las que tuvieron que pasar de un mundo analógico a uno digital son unos héroes. No digo yo que no.
  Como está dicho, el día 31 de julio lo dejan, pero en esta ocasión el Bar Tineo tendrá continuidad. Desde hace unos tres años trabajan con ellos una joven, Michelli Astorga, que se pondrá al frente del negocio. Tiene muy claros sus objetivos, continuará con los menús del día, incluidos los postres caseros y mantendrá precios. Se reafirma en que la calidad de los productos y del servicio seguirán siendo la base del negocio en el que la acompañarán su madre y su hermano. Esperan poder contratar a otro joven. Entre sus planes, a medio plazo, está el de abrir nuevamente la pensión. Les deseo mucha suerte.
  Tina y Ángel se retiran y hacen hincapié en dar las gracias, no solo a los clientes, a los vecinos de Tineo que cada vez que alguien les preguntaba donde comer un menú la referencia siempre era el Bar Tineo.
  Ahora está muy de moda eso de llamar emprendedor a cualquiera, ellos lo sí que lo fueron y lo demostraron. De la nada, no de la nada no, del esfuerzo de ambos, sacaron adelante un modesto restaurante del que viven. No es cosa menor, dicho de otra manera, es cosa mayor. Ya saben que la frase no es mía.
  Tras tanto años, esfuerzos y falta de descanso les llega la hora de hacerlo. La vida de su hijo está más qué encarrilada, les brillan los ojos cuando hablan de él, la suya también. Solo queda darles las gracias por el servicio prestado y desearles salud y suerte.

 

 

     

 

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