Realismo mágico, ¿no les parece una
contradicción? Mezclar realidad y magia parece que no casa y, sin embargo, en
la literatura lo hace. Tampoco es extraño, la literatura es magia.
Asociamos ese término a la literatura
producida, fundamentalmente, en Latinoamérica y que tuvo su máximo de
popularidad en la década de los 60 y 70 del siglo pasado. En la actualidad
sigue habiendo escritores o libros que podemos enmarcar en ese género
literario. Hace poco tiempo les hablé de La Península de las Casas Vacías
de David Uclés, que se puede situar en ese movimiento literario. Hoy les
recomiendo El sueño del jaguar de Miguel Bonnefoy, traducido por Regina
López Muñoz. El autor nació en París, de padre chileno y madre venezolana. La
novela se publicó en francés y con posterioridad se tradujo al español. Según
escuché al autor le gusta más la versión en español. Lo puedo entender,
nosotros, hispanohablantes, entendemos que el realismo mágico alcanza su
esplendor con el castellano. Igual es chovinismo por mi parte, aunque de eso
saben mucho los franceses.
Se lo digo ya, me gustó mucho. Creo que es
uno de los mejores libros que leí este año.
El
sueño del jaguar se aproxima a la historia de Venezuela desde el recorrido
vital de la familia del autor, es una saga familiar.
Se trata de una novela mágica, no solo por
utilizar el recurso del realismo mágico, si no por como de bien lo cuenta el
autor. Como ya se imaginan realidad y fantasía se unen en armonía.
Un narrador omnisciente, ya saben, esa voz en
tercera persona que conoce la historia y los personajes, nos pone al tanto no
solo de la vida de esa familia, si no que lo pone en el contexto histórico del
desarrollo, y problemas, de Venezuela, por cierto, tan de moda hoy. Así nos
recordará como el conflicto bélico del Sinaí, allá por 1956, convirtió a la
pequeña Venecia en la Venezuela saudí. Lo de «pequeña Venecia» viene de que los
exploradores europeos, particularmente Américo Vespucio, encontraron similitudes
entre las viviendas palafíticas del lago Maracaibo y la ciudad italiana de
Venecia. Venezuela tiene la mayor reserva mundial de petróleo. La presión de
Trump sobre el país no es por las drogas, es por el petróleo que quiere
controlar.
No puede extrañar que Miguel Bonnefoy
mencione las convulsiones revolucionarias del continente que fueron cortadas de
raíz con golpes de estado promovidos por Estados Unidos. En la actualidad el
presidente Trump está haciendo lo mismo pero a lo bruto, como es él, Kisinger
era más zorro. La violencia en Venezuela no es cosa de ahora.
El autor se extiende un poco más en las
consecuencias para el país con la llegada al poder de aquel que estuvo dos años
en la cárcel, Hugo Chávez, aquel líder carismático para los suyos al que
sustituyó un payaso. En aquellos tiempos, dice Bonnefoy, «El país se dividió.
Se hablaba del abandono de las inversiones, de la huida de los oligarcas
financieros, del aislamiento en el que se encontraba el país. La revolución no
era más que una «dictadura maquillada» (pág. 261).
Nos
mostrará Bonnefoy las miserias del país, pero también la lucha por la
supervivencia, el afán de superación y el esfuerzo por mejorar la vida de los
ciudadanos.
En la novela hay personajes femeninos con
mucha fuerza, se ganaron su lugar en la vida trabajando denodadamente
haciéndose valer. Vean: «Su mirada ya no era la de la niña protegida por su
padre, mimada de los suyos, educada como una princesa, sino que se había
reafirmado como mujer. Su voz había cambiado. Toda una existencia urbanita de
perseverancias y desafíos, de dignidades y conquistas, de dolores secretos y
promesas imprevistas, traslucía en sus gestos serenos y enérgico» (pág. 113).
Son mujeres que se hacen a si mismas.
No conocía al autor y este primer
acercamiento ha sido muy gratificante. Llegan unas fechas muy apropiadas para
regalar libros, siempre es apropiado, esta es una sugerencia.
Comentario para Ser Occidente 9 de diciembre 2025
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