9 dic 2025

La magia de vivir en El sueño del jaguar




  Realismo mágico, ¿no les parece una contradicción? Mezclar realidad y magia parece que no casa y, sin embargo, en la literatura lo hace. Tampoco es extraño, la literatura es magia.
  Asociamos ese término a la literatura producida, fundamentalmente, en Latinoamérica y que tuvo su máximo de popularidad en la década de los 60 y 70 del siglo pasado. En la actualidad sigue habiendo escritores o libros que podemos enmarcar en ese género literario. Hace poco tiempo les hablé de La Península de las Casas Vacías de David Uclés, que se puede situar en ese movimiento literario. Hoy les recomiendo El sueño del jaguar de Miguel Bonnefoy, traducido por Regina López Muñoz. El autor nació en París, de padre chileno y madre venezolana. La novela se publicó en francés y con posterioridad se tradujo al español. Según escuché al autor le gusta más la versión en español. Lo puedo entender, nosotros, hispanohablantes, entendemos que el realismo mágico alcanza su esplendor con el castellano. Igual es chovinismo por mi parte, aunque de eso saben mucho los franceses.
  Se lo digo ya, me gustó mucho. Creo que es uno de los mejores libros que leí este año.
  El sueño del jaguar se aproxima a la historia de Venezuela desde el recorrido vital de la familia del autor, es una saga familiar.
  Se trata de una novela mágica, no solo por utilizar el recurso del realismo mágico, si no por como de bien lo cuenta el autor. Como ya se imaginan realidad y fantasía se unen en armonía.
  Un narrador omnisciente, ya saben, esa voz en tercera persona que conoce la historia y los personajes, nos pone al tanto no solo de la vida de esa familia, si no que lo pone en el contexto histórico del desarrollo, y problemas, de Venezuela, por cierto, tan de moda hoy. Así nos recordará como el conflicto bélico del Sinaí, allá por 1956, convirtió a la pequeña Venecia en la Venezuela saudí. Lo de «pequeña Venecia» viene de que los exploradores europeos, particularmente Américo Vespucio, encontraron similitudes entre las viviendas palafíticas del lago Maracaibo y la ciudad italiana de Venecia. Venezuela tiene la mayor reserva mundial de petróleo. La presión de Trump sobre el país no es por las drogas, es por el petróleo que quiere controlar.
  No puede extrañar que Miguel Bonnefoy mencione las convulsiones revolucionarias del continente que fueron cortadas de raíz con golpes de estado promovidos por Estados Unidos. En la actualidad el presidente Trump está haciendo lo mismo pero a lo bruto, como es él, Kisinger era más zorro. La violencia en Venezuela no es cosa de ahora.
  El autor se extiende un poco más en las consecuencias para el país con la llegada al poder de aquel que estuvo dos años en la cárcel, Hugo Chávez, aquel líder carismático para los suyos al que sustituyó un payaso. En aquellos tiempos, dice Bonnefoy, «El país se dividió. Se hablaba del abandono de las inversiones, de la huida de los oligarcas financieros, del aislamiento en el que se encontraba el país. La revolución no era más que una «dictadura maquillada» (pág. 261).
  Nos mostrará Bonnefoy las miserias del país, pero también la lucha por la supervivencia, el afán de superación y el esfuerzo por mejorar la vida de los ciudadanos.
  En la novela hay personajes femeninos con mucha fuerza, se ganaron su lugar en la vida trabajando denodadamente haciéndose valer. Vean: «Su mirada ya no era la de la niña protegida por su padre, mimada de los suyos, educada como una princesa, sino que se había reafirmado como mujer. Su voz había cambiado. Toda una existencia urbanita de perseverancias y desafíos, de dignidades y conquistas, de dolores secretos y promesas imprevistas, traslucía en sus gestos serenos y enérgico» (pág. 113). Son mujeres que se hacen a si mismas.
  No conocía al autor y este primer acercamiento ha sido muy gratificante. Llegan unas fechas muy apropiadas para regalar libros, siempre es apropiado, esta es una sugerencia.

 Comentario para Ser Occidente 9 de diciembre 2025



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