Comentario para Cangas del Narcea en la Onda, de Onda Cero Radio (22/10/2013)
Los años pasan, las teorías se
suceden y las posturas políticas siguen atrincheradas. España, el concepto y la
forma de relacionarnos, sigue trayéndonos a mal traer.
Una vez más, los sentimientos
están empujando con fuerza el ansia independentista de vascos y sobre todo
catalanes. No es nada nuevo.
El movimiento separatista catalán
ha tomado una enorme pujanza aprovechando el descontento social provocado por
la crisis económica. Esto tampoco es novedad. Los momentos de debilidad o de
descontento social han sido siempre
aprovechados por los nacionalistas para relanzar su bandera. Este es, sin duda,
un buen momento para ellos y lo están aprovechando al máximo.
Los hechos diferenciales los
tenemos asumidos todos los españoles, lo que no aceptamos es que no seamos tratados
igual.
No podemos olvidar nuestra
historia. Para encontrar el origen de nuestros hechos diferenciales hay que
remontarse ocho siglos atrás, a la época de la Reconquista. Ya, no se asusten,
pero es así.
El avance de la frontera de los
reinos cristianos hacia el sur de la península conllevó tensiones, uniones y
desafectos. No nos podemos dejar engañar por la unidad lograda por Fernando e
Isabel, los llamados Reyes Católicos. La unión fue de carácter personal no
institucional. Podemos decir que la “unión”, o mejor dicho, la centralización
culminó con el trazado actual de las provincias en 1833. Unos años más tarde,
en 1839 y 1841, se suprimieron los fueros vascos y navarros.
Como ven, la cosa viene de lejos.
Ya a mediados del siglo XIX
existían grupos reivindicativos descentralizadores. En el siglo XX esta
cuestión sigo estando patente en la vida nacional. El denominado Pacto de San
Sebastián, allá por 1930, reconocía “un estatuto redactado libremente por Cataluña
para regular su vida regional y sus relaciones con el Estado Español” Así, tal
cual. ¿Les suena?
No voy a hablarles de la
Transición, ni recordarles a Zapatero o a Aznar hablando catalán en la
intimidad, nada de eso, pero, de vez en cuando, no estaría mal qué repasásemos
nuestra historia.
Hoy, en Cataluña, hay tal batiburrillo que ni ellos parece que se aclaren mucho, ¿o sí?
Por un lado, dentro de
Convergencia i Unió parece que andan los ánimos un poco exaltados. Por otro, el
Partido de los Socialistas de Cataluña se encuentra inmerso en una nebulosa que
les impide ver delante de sus narices. Más allá están el PP y el Partido de la
Ciudadanía que se oponen a todo. Enfrente de estos está Iniciativa y sus
aliados que apoyan la consulta soberanista y Ezquerra Republicana -quien más
aprieta- y qué está desangrando a CiU.
Después están las posiciones de
los partidos a nivel estatal. El PP en contra de la consulta, aunque con
propuestas que les descolocan como la de Alicia Sánchez-Camacho. O la postura del PSOE y su tercera vía, que una vez más les deja solos y sin ningún apoyo en
los ciudadanos y con muchas dudas en sus filas.
UPyD en su línea, que confieso
que no comprendo mucho.
La cosa está confusa, eso sí que
lo tenemos claro.
El lenguaje que emplean unos y
otros va subiendo de tono y además exageran y mienten con un descaro total. Es
lo que tiene hablar de la patria. Los ánimos se exaltan y la racionalidad se
queda en el cajón.
La Historia demuestra que cada
vez que se enfrentan las banderas, las patrias, solo hay unos perdedores: los
ciudadanos.
Ahora hablan de deslealtad del
Estado respecto a Cataluña, de relaciones de subordinación y sumisión o de
extracción de recursos. Eso y mucho más tenemos que escuchar.
En su espiral no dudan en
manifestar, como lo hizo Fransec Homs, consejero de Presidencia de la
Generalitat, que “Europa estará acabada si expulsa a siete millones de ciudadanos”
Esto si es una grandonada y lo demás cuento.
Lo que se dice en los corrillos
adyacentes al PP no me atrevo ni a mentarlo.
Del PSOE tampoco voy a decir nada.
Me liaría.
Y en todo este maremagnun ¿dónde
quedan los ciudadanos? Los problemas sociales y económicos de Cataluña han
quedado relegados a un segundo plano y en todo caso fueron causados por la
pérfida España, según versión nacionalista.
Lo importante, según esos
partidos, es el Estado. Las personas podrán comprobar sus bondades cuando se
consiga la independencia. Aunque para ello tengan que pedir nuevos sacrificios
a los ciudadanos de Cataluña, el esfuerzo merecerá la pena.
Bien por ellos.
Ustedes sigan alentando el patriotismo
barato, el nacionalismo, todo ello
aderezado con mucho sentimiento. Y si quieren mejorar el guiso, añadan un poco
de religión y les saldrá perfecto. Y me refiero al catalanismo y al
españolismo.
Patria, nacionalismo y sentimientos by M. Santiago Pérez Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
No hay comentarios:
Publicar un comentario