Publicado en La Nueva España el 15 de octubre de 2013
El pasado 7 de octubre La Nueva
España publicó una noticia que llamó mi atención desde el titular: “El general Riego se sublevó para no luchar en América, dice un historiador” Tal afirmación
fue realizada por el catedrático Manuel Moreno. Yo, sin querer enmendarle la
plana a nadie, también deseo dar mi opinión.
Ese joven desconocido que
ascendió inmerecidamente a comandante, según palabras del profesor Moreno,
había participado en la batalla de
Espinosa de los Monteros de 1808. Fue hecho prisionero por los franceses
y permaneció en cautividad, en Francia, más de cinco años.
El pronunciamiento de Riego, en
principio, fue uno más de los que se produjeron tras la vuelta al absolutismo
en 1814. Todos ellos con una finalidad: el restablecer la Constitución de 1812.
Y con esa intención se produjeron los de Mina en 1814, Porlier en 1815, la denominada conspiración
del triángulo en 1816, la de Lacy y Milans en 1817 y la de Vidal en 1819.
Y es que el regreso de Fernando
VII - rey inepto, déspota, traidor a su familia y a su país- supuso un
retroceso en el tiempo al que no todos estaban dispuestos a volver. No está
demás recordar que el 17 de abril de 1814, el general Elío puso sus tropas a
disposición de Fernando VII. Probablemente ese fue el primer pronunciamiento
contemporáneo en España.
No trato de dar una lección de
Historia, pero no está demás enmarcar un poco el contexto.
La afirmación de Manuel Moreno de
que el levantamiento de Riego tuvo éxito porque libraba de embarcar a los
soldados con destino a América parece un poco tajante.
El profesor Moreno sabe muy bien
que los barcos comprados a Rusia, de segunda mano, para trasladar a los
soldados españoles, no reunían las condiciones necesarias. Así lo manifestaba
el informe dirigido al Gobierno por Francisco Hidalgo de Cisneros, capitán
General de Cádiz. Este hecho suscitó un enorme malestar y el pueblo acusó de
fraude a los altos personajes que intervinieron en la operación. No hubo
embarque.
Rafael del Riego, en su proclama
en Las Cabezas de San Juan (Sevilla), dijo: “soldados, mi amor hacia vosotros
es grande. Por lo mismo, yo no podría consentir, como jefe vuestro, que os
alejase de vuestra patria en unos buques podridos, para llevaros a hacer una
guerra injusta al Nuevo Mundo; ni que se os compiliese a abandonar a vuestros
padres y hermanos, dejándolos sumidos en la miseria y opresión…un rey absoluto,
a su antojo y albedrío, les impone contribuciones y gabelas que no pueden
soportar…La Constitución, sí, la Constitución, basta para apaciguar a nuestros
hermanos de América” ( Tuero Bertrandt, Francisco: Riego proceso a un liberal, Nobel, 1995)
No parece que hubiese ningún
temor por parte de Riego. Todo lo contrario, su rechazo a embarcar tropas
estaba plenamente justificado dada la situación de las naves.
Aquí la interpretación que hace
el profesor Moreno es negativa, yo, por el contrario, considero que fue una
decisión acertada. Una de las prioridades de cualquier jefe militar es velar
por sus propias fuerzas.
Por otra parte realiza un juicio
de valor, negativo nuevamente, acerca del pensamiento de Riego al referirse a
esa guerra injusta. ¿Qué hay de malo en ello? Era su creencia, el profesor es
muy libre de pensar que no era acertada esa opinión, pero eso es una valoración
personal no un certeza histórica.
En las Cortes de Cádiz hubo
diputados de ultramar que ya manifestaron sus inquietudes por las relaciones de
España con las colonias. Los desencuentros con la metrópoli no eran nada nuevo.
La situación allende los mares
era “delicada”. La clase mercantil criolla seguía marginada, la difusión de las
“ideas europeas” motivaba a pensar, la independencia de las colonias inglesas
servía de ejemplo y todo ello favorecía el fomento de las ideas emancipadoras.
Riego se convirtió en un héroe en
aquellas latitudes, al igual que para rusos,
alemanes, ingleses, franceses o italianos. ¿Eso es tan terrible? Riego
fue un referente para los “progresistas” de muchos países, no para los defensores
del Antiguo Régimen. Eso es una realidad histórica que podrá gustar o no, pero
que desde luego estuvo ahí.
Manuel Montoro cita a Antonio
Alcalá Galiano -como no- pero hay un
detalle que no se puede obviar: participó en el levantamiento junto con otros
como Mendizábal, Isturiz o Quiroga.
Habría que mencionar que fue ese
mismo Alcalá Galiano el que dijo: “había sido juzgado Riego por mofa y contra
toda ley…Derramada así la sangre de personaje superior nota y cuenta entre los
de la revolución acabada”
En fin, para gustos opiniones. Lo
que sí podemos decir, sin temor a equivocarnos, es que Riego no pretendía
asumir el poder de forma personal. A partir de su pronunciamiento se convirtió
en un héroe para unos y en un villano para otros.
Su muerte fue ignominiosa. Su
coherencia e integridad personal puesta en tela de juicio y su muerte una
afrenta a las leyes.
Francisco Tuero Bertrand, que fue
magistrado del Tribunal Supremo y presidente de la Junta Electoral Central y de
la Academia Asturiana de la Jurisprudencia, dijo en el libro citado más arriba
que “no fue pues, el proceso de Riego un modelo de valores jurídicos…”
Tan patente fue la injusticia,
que en 1835 se promulgó un real decreto rehabilitando su memoria. Hecho curioso
en este país, en el que somos tan dados a postergar los reconocimientos y a no subsanar
los errores.
El profesor Alberto Gil Novales,
máximo conocedor de Riego, escribió: “Un poder tan estúpido como el absolutismo
español no pudo nunca comprender la altura moral de Riego, como no le ha
comprendido ni perdonado hasta el día de hoy” (Gil Novales, Alberto: Rafael del Riego y la Revolución de 1820,
Ayuntamiento de Tineo, 2000)
No quiero acabar sin recordar una
cita, que aunque un poco larga creo muy ajustada a este momento: “También vivió la experiencia de la lejanía
vuestro paisano Rafael del Riego, cuya agitada vida política debemos analizar
desde una correcta perspectiva histórica. El tiempo pasa y con su transcurrir,
el pasado va cobrando su auténtico significado. Cuando las acciones de los
hombres responden a un deseo de justicia y de paz, cuando buscan el progreso,
la libertad y el bien común, cuando, en fin, les mueve un profundo amor a la
patria, el juicio de la posteridad debe realzar lo que hubo de imperecedero en
sus inquietudes y en la defensa de sus ideales.
Con estas premisas debemos interpretar la vida, la obra y la acción de
Rafael del Riego, que murió hace más de ciento setenta años en penosas
circunstancias. Una década después, mí antepasada la reina regente María
Cristina firmó un Real Decreto en el que, con hermosas palabras, habla de la
necesidad de borrar las memorias amargas, y repone al general en su buen
nombre, fama y memoria. A este espíritu de reconciliación, de concordia y de
justicia me uno de todo corazón”.
Son palabras del príncipe Felipe de Borbón dichas en el año 2000 con
motivo de la entrega del Premio al Pueblo Ejemplar a Tuña (Tineo). ¡Cómo
cambiaron las cosas!
Los mitos del pasado son
sencillamente eso. Los revisionismos históricos son legítimos cuando están
basados en fuentes y análisis científicos. Es más, son necesarios e
imprescindibles. Las opiniones entran en otra categoría.
Riego: ¿un héroe al que no quieren dejar descansar? by M. Santiago Pérez Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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