El
2013 ha supuesto la consagración de un modelo social que está cambiando nuestro
presente y futuro. Ha sido un mal año para los españoles.
La
gran mentira en la que nos tenían sumidos ha sido desvelada. Nuestra floreciente
sociedad se asentaba sobre unos pilares tan débiles que no ha podido soportar
las embestidas especulativas.
La
situación ha sido tan propicia que los cambios no se han hecho esperar. Ni el
mismísimo Aznar se atrevió a realizarlos ¡y no por falta de ganas!
Años
y años machacando con la idea de que las ideologías habían muerto, que la
Historia estaba enterrada, que la
política solo servía para fomentar divisiones han contribuido a que los
ciudadanos estemos indefensos ante las acometidas de los economicistas
ultraliberales.
Nos
han inoculado la economía como ese grial al que debemos supeditar la sociedad.
Fuera de la economía, del dinero, no existe vida. Hay quien se lo ha creído.
Conceptos
como crecimiento sostenible, globalización o flexiseguridad han socavado la
sociedad del bienestar. Ahora nos encaminan hacia…ni ellos mismos lo saben.
El
gobierno de Rajoy, del Partido Popular, como buenos palanganeros, ha ejecutado
de forma eficaz las directrices de las grandes multinacionales de las finanzas.
No han tenido escrúpulos.
Han
restringido libertades individuales y públicas. Mintieron cuando quisieron.
Despreciaron las voces de auxilio. Colocaron a sus amigos en puestos clave de
las instituciones y en las pocas empresas públicas que quedan. Están dispuestos
a vender todo lo que se pueda vender –su alma, en la que ellos creen, ya hace
tiempo que la vendieron al mejor postor.
No
soportan las críticas. Son tan infalibles que incluso sobrepasan, por la
derecha, a su pastor espiritual. Son tan poco racionales que depositan su
eficacia en milagros y no en el fruto de su trabajo.
No,
2013 no ha sido un buen año.
No
les importan los millones de parados. No les importan los salarios de miseria.
No les importa las heridas del cuerpo y de la mente. No les importa el miedo
que han metido en el cuerpo de los ciudadanos. No les importan ni las muertes.
Solo
hablan de déficit, de dinero, nunca de
las personas.
Primero
fue la crisis financiera, luego la económica, tras ella la política y ahora es
la social. Las soluciones han ido por
ese orden, los ciudadanos seguimos esperando, somos mercancía prescindible.
Recordaré
el año 2013 con infinita tristeza. Lo evocaré como el año en que nos pusieron
la puntilla. Todo ha cambiado. Yo tampoco seré el mismo. No lo olvidaré y ya
nunca más volveré a creerles.
No
espero nada de ellos, tampoco de las alternativas que hoy se nos ofrecen. Ya
solo confío en la capacidad de cambio que provoquemos los ciudadanos.
El
2014 puede ser el comienzo de lo que nosotros queramos. Ellos sin nosotros no
son nada, nosotros sin ellos somos todo.
2013, el año de los cambios envenenados by M. Santiago Pérez Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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