5 ago 2009

Adiós a La Fayona de Eiros




Las entrañas de La Fayona de Eiros no aguantaron más. Años y años, hay quienes dicen que más de doscientos, ha escuchado risas, llantos, escenas de odio y también de amor. Acumuló tantas vivencias en su interior, que sus endebles raíces no han sido capaces de soportar más. La furia de Eolo fue la causante de su caída. Tal vez, pero también la tristeza.

La Fayona estaba orgullosa de ser monumento natural y de los muchos visitantes que se acercaban a Eiros. Así -pensaba ella- podía devolver a sus vecinos algo del cariño y respeto que le han tenido durante tantas generaciones. Pero como ser viviente, seguro que también se preocupaba de esos otros árboles desprotegidos, maltratados y arrasados por la ignorancia o el egoísmo humano.

Tal vez, y solo tal vez, le aterró tanto la posibilidad de que sus hermanos de Armayán sufriesen el ataque de la codicia que enfermó ante esa posibilidad y luego se dejó morir. Y es que cuando mentes devastadas se empeñan en acabar con un trozo de la naturaleza, casi siempre lo consiguen. Estoy seguro de que La Fayona sintió en su interior el terror de los pinos y compartió con ellos su angustia. Quién sabe.

Ahora, los viejos del lugar recordarán, aún en aquellos casos en los que no estaba presente, que La Fayona siempre tuvo algo que ver en todas las historias y anécdotas del pueblo. Su presencia, su ausencia, será cita obligada.

Se buscaron culpables, por falta de celo o previsión, pero eso no es lo importante. Lo triste es que cuando se recuerde un beso, una caricia o un te quiero, faltará su imagen sólida y todopoderosa y el cuadro será algo incompleto. Los niños ya no intentarán subirse a su lomo y cabalgar el viento a la búsqueda de grandiosas aventuras. Ya no podrá ser.

Cuando un árbol se aferra durante tanto tiempo a la vida es por que quiere ser testigo de algo. Nos está contando que lo que verdaderamente importa es que nuestras raíces sean sólidas y profundas. Y eso solo el tiempo y la sabiduría lo proporcionan. Pero también nos está diciendo que nuestras aspiraciones tienen que ser elevadas y dirigirse a la luz. ¡Que pobreza la de los desarraigados y la de quienes no dan un paso cada día hacia el conocimiento! A lo mejor eso es lo que intentaba explicarnos La Fayona.
Todos lloramos su pérdida, pero que nadie se olvide de llorar por su vecino.


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Adiós a La Fayona de Eiros by M. Santiago Pérez Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

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