Pocos de los presentes habían visto el nuevo salón de actos. Simple, casi minimalista, pero bonito. Les gustó a todos. El equipo directivo del centro, con Rocío al frente, estaba más que satisfecho.
El lleno estaba garantizado y así fue. Nadie se lo quiso perder. Tal vez la influencia anglosajona, por medio de la televisión, se deje notar en la celebración de un acto así, pero nadie se acuerda de eso. Lo hacen porque quieren y disfrutan. Los profesores y alumnos están radiantes. Los padres satisfechos pues se ha cumplido un nuevo ciclo en la vida de sus hijos.
Es un acto sencillo de despedida de los alumnos de segundo curso de bachillerato y de los ciclos formativos de grado medio y grado superior de las familias administrativas y agraria del IES Concejo de Tineo.
Chicas y chicos lucen galas. No se han andado con bromas. Hay que estar elegantes y lo están. Están guapos. Las chicas, más naturales, llevan los trajes con soltura nada forzada ni fingida. Otra cosa son ellos. Se les ve tensos, como un poco fuera de lugar. Esos no son ellos. Los compañeros que no se gradúan les hacen bromas. Es que eso de llevar traje y corbata es mucho. A pesar de todos los chascarrillos, algunos dejan traslucir que se sienten bien consigo mismos.
Las risas, nerviosas, los delatan. Como siempre, no se pueden estar quietos. Cambian de postura continuamente. Miran hacia un lado y a otro. Hablan con quien está a su lado y con aquellos que están cinco puestos más allá. Las conversaciones, si es qué pueden llamarse así, cada vez se hacen en tono más elevado. De vez en cuando se colocan el vestido, se estiran el traje o se tocan la corbata. A continuación levantan la vista para comprobar si alguno de sus compañeros aprueba la vestimenta. Parece un pase de hormonas en estado puro. Da gusto verles.
La parte oficial de discursos estuvo ajustada a los límites de paciencia de los oyentes. Con el fin de darle más empaque al asunto, presidía el Alcalde de Tineo.
La entrega de diplomas es el acto central. Hay que subir al escenario a recibirlo y todas las miradas se fijan en el protagonista de turno. Ovaciones, silbidos, comentarios jocosos acompañan la recepción del pergamino. Algunos suben cohibidos, otros parecen estrellas de cine, por unos segundos son los protagonistas absolutos. Mientras, los padres, admiran al retoño con verdadera ternura.
Este día supone para ellos un escalón más. A partir de ahora su vida entrará en una dinámica de competición. Pero que más da. Hoy no importa nada. Para qué ponerse trascendentes. Esta tarde es importante para todos ellos. Son los protagonistas; lo demás ya vendrá rodado y tendrán que tomar decisiones importantes.
La noche que se avecina todos desean que sea larga. Profesores y alumnos confraternizarán como no lo han hecho hasta ahora. Unos y otros compartirán diversión, han dejado de ser maestro y alumno. Unos volverán a enfrentarse a la dura tarea de impartir conocimientos, los otros tendrán que seguir aprendiendo a vivir.
Probablemente, la mañana siguiente les depare algún dolor de cabeza, horas de sueño no cumplidas y como el sol hace de las suyas desde primera hora, gafas de sol. A pesar de todo, el equipo directivo del centro cumplirá, aunque no sin algunos trastornos y con la satisfacción del deber cumplido.
El año que viene otra promoción cumplirá el ritual. Muchos de los profesores serán los mismos, los alumnos, otros. Los primeros serán un año más viejos, los segundos serán siempre jóvenes. Los primeros serán un poco más sabios, o más cascarrabias, vaya usted a saber; los segundos serán el futuro, serán lo que ellos quieran ser.
El año que viene acompañaremos a esa nueva generación con la misma alegría que este, pero con un año más. La vida misma.
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