Lo primero que recordé fue el sonido de las sirenas que se iban acercando hasta hacerse insoportable. Después gente, mucha gente corriendo y hablando muy alto, pero yo no entendía nada. Mi casa se llenó de personas que yo no conocía. Todo se movía al tiempo que las figuras se desdibujaban. Y llegó la oscuridad.
Cuando abrí los ojos alguien me estaba mirando. No lo reconocí. Miré a mí alrededor y no supe donde estaba. De pronto mi cabeza se llenó de imágenes. Las lágrimas comenzaron a caer primero con lentitud y luego como si estuviera un grifo abierto. Quise gritar pero no pude. Todo tenía que ser un mal sueño. Tenía que estar en mí habitación, en mí cama y por alguna extraña razón no podía despertarme. El sueño era terrible, pero por mi cabeza seguían desfilando las escenas más horribles que nadie pueda imaginar.
Voces cada vez más desesperadas. Yo, desde la puerta de la cocina, veo una imagen muy repetida. Otra vez está gritándole, otra vez le está pegando. Pero en esta ocasión algo es diferente. Vi tantas veces el mismo trance que al principio no me di cuenta. En su mano derecha llevaba algo. De pronto se hace visible y un cuchillo surge del aire y penetra en su barriga. Un gemido que no llega ni a ser grito. Pareció casi un suspiro de alivio. Tras esa cuchillada llegaron otras muchas. Cada una cargada de odio. La cara del asesino no dejaba lugar a dudas. Una tras otra, cada puñalada era más profunda. El cuerpo, ya inerte y sin vida, se dejaba hacer como un muñeco de trapo. La sangre aún caliente estaba empapando el suelo.
De mi garganta no salió ni un solo grito. Allí estaba anclado. No podía ser. Era imposible. Mi padre estaba matando a mi madre y yo no pude impedirlo.
66 mujeres asesinadas en España. 66 actos de maldad suprema. 66 actos de egoísmo y machismo.
Situaciones como la anterior se han producido muchas veces, demasiadas. Su difusión y presencia cotidiana en los medios de comunicación no tiene que hacernos pensar que es algo inevitable. Claro que lo es. En el momento en que las mujeres dejemos de ser discriminadas socialmente, ahí empezará el fin de las agresiones sexuales.
La violencia de género solo tiene un objetivo: controlar a las mujeres y someterlas al hombre.
Otro año más estamos aquí para denunciar la violencia contra las mujeres en el mundo.
Como dijo Kofi Annan, el que fuera Secretario General de las Naciones Unidas:
La violencia de género es quizás la más vergonzosa violación de los derechos humanos. Mientras continúe, no podemos afirmar que estemos logrando progresos reales hacia la igualdad, el desarrollo y la paz".
Este texto lo escribí para el Día Internacional Contra la Violencia de Género. Seguro que la realidad es todavía más terrible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario