Quien tenga estómago puede verlos y escucharlos todos los días. Son manipuladores, soeces, chabacanos y mentirosos. No tienen escrúpulos de ningún tipo.
Cuando voy zapeando y me los tropiezo, si estoy más de un minuto escuchándolos, simplemente me dan náuseas. No son solo las mentiras que cuentan o las informaciones que manipulan –ya los han pillado en varias- si no también lo maleducados que son. Insultan, gritan, sueltan tacos y lo que haga falta para enardecer a sus huestes.
Se creen muy listos y quitando a los allí presentes y a los que piensan como ellos, los demás somos una sarta de borregos. Nos lo recuerdan una y otra vez. Son católicos practicantes –así se proclaman cada dos por tres o cada vez que se tercia- pero sus palabras los desmienten a cada paso. Dios no es para todos, es su dios. No hablemos ya del dios radiofónico. Los profetas de las ondas hercianas parecen primos hermanos de Lucifer.
La familia es muy importante. La suya, por supuesto. Son tan familiares que la omertá es una de sus señas de identidad. Nada de espionaje, ni trajes, ni aeropuertos fantasmas, todo eso se perdona y más. Son de los suyos. Los otros, los descerebrados, los rompespaña, los asesinos de niños, los que están acabando con la familia, esos, esos malnacidos merecen otro caudillo que los enderece.
A esta caterva de deslenguados maleducados se les está uniendo, de forma cada vez más descarada, hombres de ciencia que se destacan por tener el seso en los calcañales. Historiadores de camisa azul, economistas añiles, curiosamente algunos de ellos de la tierrina, proliferan más que las setas en otoño. No son revisionistas, eso no sería nada malo si se atuviesen a una revisión metódica y rigurosa. Pero no. Se dedican a tergiversar y reescribir la historia como les apetece a ellos. Quieren, desde una sociedad democrática, lavar la cara de su viejo régimen. Hablan de autoritarismo, escudándose en rigorismos científicos, cuando nos estamos refiriendo a dictadores golpistas. Le quieren echar una capa de maquillaje por que ellos estuvieron muy a gusto en esos tiempos.
No quieren oír hablar de memoria histórica, claro que no. Habría que mencionarlos a ellos como los intelectuales del régimen y eso, simplemente, les jode.
Oigan, cuando hablen de Franco déjense de gilipolleces, no se asusten bien hablantes, ese hombre siguió ejecutando españoles tras la victoria en una guerra fratricida que él y otros como él provocaron. No tuvo, ni siquiera, eso tan cristiano que se llama misericordia con los vencidos.
No me hablen de autoritarismo, totalitarismo o zarandajas. Fue lo que fue y algunos están intentando ocultarlo. Ya que son tan rigurosos, tienen que saber que la Historia, sí, esa con mayúsculas, no le perdonará ni a él ni a ustedes.
Manipuladores y maleducados por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
Lo mejor despaña son los despaña, que todo es despaña y paspaña. Ser rojo enespaña es formar parte de la peste despaña paspaña y teniendo en cuenta el gran amor de los despaña paspaña es casi seguro que enespaña sólo sean despaña los despaña. Yo ya no soy epañol, epañol, epañol; que hasta quemé el DNI despaña.
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