A estas alturas casi hemos
perdido la cuenta de los años que llevamos en crisis y no sé si habremos
aprendido algo. Las causas están de sobra explicadas. Hay matices en función de
la ideología de quien la explica, pero una cosa no se discute: la importancia
de la burbuja inmobiliaria.
En todo este follón, la Ley del
Suelo (Ley 6/1998 de 13 de abril, sobre régimen del suelo y valoraciones) tuvo
mucho que ver. Hasta los más fervientes defensores le ponen alguna pega, aunque
sea por no haber liberalizado suficientemente. ¡Manda madre!
Son muchos los que reconocen que
esta ley cambió el ordenamiento legal para permitir que el suelo recalificado
como urbanizable se pudiera vender a precio de mercado. Y los precios eran
altos, muy altos. No tienen demasiados problemas en admitir que de ahí a la
especulación hubo un pasito.
Los resultados, entre otros, de
esa ley fue que desde junio de 1998 hasta diciembre de 2008, el saldo de
crédito a los constructores se multiplicó por cinco y a los promotores por
diecinueve. Y no lo digo yo, lo dice Julio Tejedor Bielsa, Profesor de Derecho
Administrativo de la Universidad de Zaragoza.
Entre 1998 y 2007 el parque de
viviendas creció casi un 30 %, lo que hizo que el empleo en el sector de la
construcción llegase a ser el 13,3 % del
total. En esas fechas en Alemania ocupaba al 6,7 % y al 8,5 % en Reino
Unido.
Paralelamente los tipos de
interés se redujeron del 11 % en 1995 al 3,5 % en 2003-2005.
Hubo otros factores, como la
entrada de emigrantes que contribuyeron al incremento de la demanda de
viviendas y por lo tanto a que la espiral aumentase.
Estos datos son de Manuel
Arellano y Samuel Bentolila, profesores del Centro de Estudios Monetarios y
Financieros.
Se estima que la revalorización
de la vivienda en España entre 1997 y 2007 fue del 191%.
No podía ser de otra forma y
acabamos siendo uno de los paraísos de la especulación.
Todos recordamos como en esos
años proliferaron las inmobiliarias. Los rumores de fortunas inmediatas
despertó la codicia y quien no compraba un piso, compraba tres. Los más osados
alquilaban un bajo, le metían una mesa, tres sillas, unas fotografías de pisos
y casas y venga, listos para hacer caja.
Nadie ponía pegas. El descontrol
en la asunción de riesgos por parte de las entidades financieras era absoluto.
Las Cajas quisieron competir con los
bancos y les sobrepasaron en aceptar todas las aventuras del ladrillo que les
presentaban. Financiaban el 100 % de la compras, e incluso más, partiendo
además de unas sobretasaciones escandalosas.
Esto simplificándolo al máximo.
Los economistas llevan varios años “explicándolo” y los políticos “liándolo”.
Se suponía que con toda la que
tenemos montada habríamos aprendido algo ¿verdad? Pensábamos que en unos años,
hasta que se nos olvidara, no caeríamos en los mismos errores.
Permítanme que me ría.
El Gobierno asturiano estudiará con los ayuntamientos las medidas que permitan incrementar la edificabilidad de
solares que hayan sido adquiridos por los promotores entre los años 2000 y
2007. La patronal de la construcción solicita estas medidas para paliar sus
dificultades financieras y así intentar dar salida a proyectos de construcción
arruinados por la crisis.
Así como lo leen. ¡Y no se ponen
colorados!
Me da igual que lo hayan colado
en el plan de concertación, en el plan de regadío o donde les de la gana. Eso
suena a broma de muy mal gusto.
Lo que pretenden es revalorizar
los solares que adquirieron a precios muy elevados y que ahora han perdido
parte de su precio. Pues que apoquinen con ello. Especularon todo lo que
quisieron y más y ahora quieren modificar la legislación para seguir ganando. ¡Pobrecitos!
Las tentaciones pueden ser
muchas. Por un lado, la construcción ocupa mucha mano de obra. Por otro, si hay
un incremento del valor de las viviendas eso favorece a la clase media
propietaria y claro, mejoran las expectativas de voto. Cuestión esta nada
desdeñable, como sabemos. Y por si fuera poco, los ingresos fiscales para las
administraciones públicas son cuantiosos.
No hemos salido de una y ya están
preparando la siguiente.
El ladrillo que no cesa por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
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