22 feb 2013

El ladrillo que no cesa



A estas alturas casi hemos perdido la cuenta de los años que llevamos en crisis y no sé si habremos aprendido algo. Las causas están de sobra explicadas. Hay matices en función de la ideología de quien la explica, pero una cosa no se discute: la importancia de la burbuja inmobiliaria.

En todo este follón, la Ley del Suelo (Ley 6/1998 de 13 de abril, sobre régimen del suelo y valoraciones) tuvo mucho que ver. Hasta los más fervientes defensores le ponen alguna pega, aunque sea por no haber liberalizado suficientemente. ¡Manda madre!

Son muchos los que reconocen que esta ley cambió el ordenamiento legal para permitir que el suelo recalificado como urbanizable se pudiera vender a precio de mercado. Y los precios eran altos, muy altos. No tienen demasiados problemas en admitir que de ahí a la especulación hubo un pasito.

Los resultados, entre otros, de esa ley fue que desde junio de 1998 hasta diciembre de 2008, el saldo de crédito a los constructores se multiplicó por cinco y a los promotores por diecinueve. Y no lo digo yo, lo dice Julio Tejedor Bielsa, Profesor de Derecho Administrativo de la Universidad de Zaragoza.

Entre 1998 y 2007 el parque de viviendas creció casi un 30 %, lo que hizo que el empleo en el sector de la construcción llegase a ser el 13,3 % del  total. En esas fechas en Alemania ocupaba al 6,7 % y al 8,5 % en Reino Unido.
Paralelamente los tipos de interés se redujeron del 11 % en 1995 al 3,5 % en 2003-2005.

Hubo otros factores, como la entrada de emigrantes que contribuyeron al incremento de la demanda de viviendas y por lo tanto a que la espiral aumentase.
Estos datos son de Manuel Arellano y Samuel Bentolila, profesores del Centro de Estudios Monetarios y Financieros.

Se estima que la revalorización de la vivienda en España entre 1997 y 2007 fue del 191%.
No podía ser de otra forma y acabamos siendo uno de los paraísos de la especulación.

Todos recordamos como en esos años proliferaron las inmobiliarias. Los rumores de fortunas inmediatas despertó la codicia y quien no compraba un piso, compraba tres. Los más osados alquilaban un bajo, le metían una mesa, tres sillas, unas fotografías de pisos y casas y venga, listos para hacer caja.

Nadie ponía pegas. El descontrol en la asunción de riesgos por parte de las entidades financieras era absoluto. Las Cajas quisieron competir con los bancos y les sobrepasaron en aceptar todas las aventuras del ladrillo que les presentaban. Financiaban el 100 % de la compras, e incluso más, partiendo además de unas sobretasaciones escandalosas.

Esto simplificándolo al máximo. Los economistas llevan varios años “explicándolo” y los políticos “liándolo”.
Se suponía que con toda la que tenemos montada habríamos aprendido algo ¿verdad? Pensábamos que en unos años, hasta que se nos olvidara, no caeríamos en los mismos errores.
Permítanme que me ría.

El Gobierno asturiano estudiará con los ayuntamientos las medidas que permitan incrementar la edificabilidad de solares que hayan sido adquiridos por los promotores entre los años 2000 y 2007. La patronal de la construcción solicita estas medidas para paliar sus dificultades financieras y así intentar dar salida a proyectos de construcción arruinados por la crisis.

Así como lo leen. ¡Y no se ponen colorados!

Me da igual que lo hayan colado en el plan de concertación, en el plan de regadío o donde les de la gana. Eso suena a broma de muy mal gusto.

Lo que pretenden es revalorizar los solares que adquirieron a precios muy elevados y que ahora han perdido parte de su precio. Pues que apoquinen con ello. Especularon todo lo que quisieron y más y ahora quieren modificar la legislación para seguir ganando. ¡Pobrecitos!

Las tentaciones pueden ser muchas. Por un lado, la construcción ocupa mucha mano de obra. Por otro, si hay un incremento del valor de las viviendas eso favorece a la clase media propietaria y claro, mejoran las expectativas de voto. Cuestión esta nada desdeñable, como sabemos. Y por si fuera poco, los ingresos fiscales para las administraciones públicas son cuantiosos.

No hemos salido de una y ya están preparando la siguiente.

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El ladrillo que no cesa por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

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