Cuando
las crisis aprietan cualquier medida parece buena para paliar sus efectos.
Máxime si hablamos de la creación de puestos de trabajo. Con una tasa de desempleo
del 25 % de la población activa cualquier iniciativa que genere un solo empleo
es aplaudida.
No
es para menos. Hay personas que lo están pasando mal.
Pero
tras esa imperiosa necesidad de trabajo hay muchas empresas que se aprovechan,
mienten y manipulan. Las compañías que explotan recursos fósiles son un buen
ejemplo.
Las
minas a cielo abierto no son algo novedoso. Sus efectos están ahí para quienes
quieran verlo.
La
destrucción del paisaje - que no se restaura o se hace de forma
insuficiente – la aniquilación de los recursos hídricos o los perjuicios a la
fauna son consecuencias directas de las explotaciones mineras a cielo abierto.
Eso
es una realidad. Habrá quien lo justifique en aras de esos puestos de trabajo o del desarrollo, pero pongan como lo pongan los daños son ciertos.
El
chantaje que estas empresas ejercen sobre las administraciones es claro: o se
les concede esa explotación o se irán a otro lugar. Con ese argumento ya tienen
persuadida a una parte de la población.
Todos
sabemos que estas excavaciones generan pocos puestos de trabajo. Nada
comparable a las explotaciones subterráneas.
Las necesidades angustian y con ellas la
presión social aumenta para que se conceda su explotación.
Ejemplos
de ello tenemos en Cerredo o Cangas del Narcea. Lo de Tapia de Casariego es el
cuento de nunca acabar. No es extraño, allí hablamos de oro.
Este
último caso es curioso. La empresa
lleva años presionando a los ciudadanos y a las administraciones. Una parte de
la población sigue en contra, la administración regional, por su parte, está
cambiando su criterio. De una negativa inicial ha pasado a su casi aceptación. Es cuestión de tiempo.
Este
hecho demuestra la falta de un criterio sobre este tema. El asunto es claro: se
está a favor o en contra de las minas a cielo abierto.
El
cielo abierto solo tiene un objetivo: abaratar costes empresariales y maximizar
el beneficio. No tiene finalidad social.
Llegan,
excavan, arrasan, hacen mucho dinero, contaminan, no regeneran y se van.
En
Cangas del Narcea algunos han apostado por ampliar las explotaciones a cielo
abierto. Muniellos está ahí al lado. El Parador de Corias también.
El
desempleo aprieta.
La
última noticia curiosa que tengo
proviene de Salas. La ampliación de la mina de caolín de Peñausén se quería
hacer sin que se enterasen los afectados. Y eso que iban a ser expropiados. Se
pensaba modificar el Plan General de Ordenación Urbana y un terreno de interés
paisajístico pasaría a ser minero.
El
alcalde lo lleva al pleno municipal pero por el camino se debió acojonar y decidió retirar la propuesta.
El PP dice que es necesario estudiar más alternativas, el PSOE calla.
Bueno,
cosas que pasan.
Asturias
no tiene la exclusividad.
El
caso de las prospecciones petrolíferas en Canarias es fácil de entender. Están
dispuestos a poner en riesgo la economía de las islas, el turismo, para
beneficiar a una empresa petrolera. Así de fácil.
¿Alguien
se cree que si allí apareciera petróleo bajaría la gasolina? ¿Alguien piensa
que se generarían más puestos de trabajo para los canarios?
Mientras
estas cosas las permiten, al mismo
tiempo ponen todo tipo de trabas a las energías renovables.
¡Qué casualidad!
Lo
último de lo último es eso del fracking. Ya saben, se perfora, inyectan agua y
productos químicos y extraen gas o petróleo.
He
leído artículos de ardorosos defensores, ingenieros de minas y geólogos, de
este sistema ¿serán los mismos que defienden el cielo abierto?
Allí
donde se ha practicado el fracking han tenido muchos problemas. Esa es otra
realidad, pero no importa, los expertos del terruño dicen que no es peligroso.
No
me gusta ninguno de estos sistemas de explotación de los recursos naturales.
Son muy destructivos, contaminantes, no benefician a medio y a largo plazo a
nadie. Solo favorecen a las empresas y además introducen conflictos entre los
vecinos.
No
les veo ventajas por ningún lado. Hay quienes piensan lo contrario y otros, los
que ostentan los cargos públicos, cada vez son más receptivos a las demandas
empresariales.
Lo
dicho, la crisis aprieta a los trabajadores, las empresas aprietan a los
políticos y estos ceden. Solo comprendo a los trabajadores.
Ni las minas a cielo abierto ni el fracking son la solución by M. Santiago Pérez Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
Una pequeña aclaración...La mina de oro de Salave será subterranea.
ResponderEliminarParece que sí. La empresa modificó el proyecto. Me quedan dudas enormes del deterioro externo. También han dicho que no utilizarían cianuro y que la extracción del oro no sería ahí. Ufffff, nos piden que tengamos fe. Ya hablé de esa explotación en otro artículo de este blog: No es oro todo lo que reluce.
ResponderEliminar