Tras Soldados de Salamina y Anatomía
de un instante, no entraba en mis planes leer, de momento, nada más de
Javier Cercas. Un regalo me hizo cambiar de opinión. El impostor me atrajo al
momento.
No me había dejado buen cuerpo Anatomía de un instante. Esa mezcla tan
ambigua y poco nítida entre lo real y lo ficticio no me acaba de cuadrar. Sus
opiniones se mezclan con datos históricos. O te andas fino y atento o te lo
tragas todo.
Él es el escritor y yo un lector.
Él escribe como le da la gana y yo interpreto como quiero. Cada uno en su
sitio.
Hay autores que sabes muy bien
que están novelando a partir de unos datos reales. A mí no me cabe duda ninguna
cuando leo, por ejemplo, a Manuel Vicent. Aguirre,
el Magnífico o El azar de la mujer rubia no me causan
suspicacias. Con Anatomía de un instante no
me quedé a gusto. Este tipo de ensayos, tengo dudas de que lo sea, contados
como si fuese una novela puede inducir a muchos equívocos.
Esta sensación se multiplicó con El impostor.
Desde el principio Cercas nos
cuenta los dilemas, cuitas y pesares que le causa la decisión de escribir el
libro sobre Enric Marco.
Para quien no lo haya leído es
“una novela sin ficción o un relato real” sobre Enric Marco. Este hombre llegó
a ser Secretario General de la Confederación de la CNT. Fue Presidente de la
“Asociación Amical de Mauthausen y otros campos” hasta que en 2005 se descubrió
que había falseado su biografía y que no había sido un superviviente de los
campos de concentración nazis.
A lo que iba. Javier Cercas no se
aclara si quiere escribir el libro o no sobre Marco. Mete en danza, para
justificar su decisión, a Vargas Llosa, Martínez de Pisón, Claudio Magris,
Truman Capote o Primo Levi.
Tantas vueltas le da, que te
apetece decirle: ¡no lo escribas! El aviso llega tarde.
Se justifica una y otra vez.
Repite argumentos una y otra vez.
“…pero esto no es una novela
corriente sino una novela sin ficción o un relato real y, en un libro así, es
mil veces preferible una gilipollez verdadera que un enigma ficticio”
Quedó claro. Pero aún así, machacará con eso de:
“esto es una novela sin ficción o un relato real”
Dicho así podrías llegar a
creértelo si no fuera que anteriormente había dicho: “Esa es la verdad. Eso fue
lo que ocurrió, o lo que entiendo o imagino que ocurrió” ¿En qué quedamos? ¿Es
una novela sin ficción o no?
Algún que otro detalle delata que
el libro no es tan relato real.
En un momento, página 208, Cercas
se pregunta como es posible que Marco llegase a dirigir la CNT, él mismo se
responde: “porque era el personaje ideal para hacerlo”
Será casualidad, pero no habla de
persona, habla de “personaje”. ¿Realidad-ficción?
Tal fuese por mi suspicacia
previa, y no pude dejar de ir escrutando y encontrando
detalles que llamaban mi atención.
Cercas nos cuenta como pidió a su
hermana que le hablase una vez más de Marco, al cual conocía. En ello está cuando
nos suelta esta parrafada: “En cuanto a mi hermana Blanca, es una mujer de
hierro, que ha sobrevivido a dos separaciones tumultuosas, a una variada
caterva de amantes y a dos enfermedades mortíferas – una hepatitis C y una
colitis ulcerosa – que la torturaron con un calvario de operaciones a vida o
muerte y a largas estancias en hospitales”
¿A qué viene todo esto? ¿Qué nos
importa? ¿Qué quiere demostrar? ¿ A qué contribuye? No lo entiendo. A no ser que con ello
quiere aportar una prueba de la
veracidad de lo que nos cuenta en el libro.
Su hermana debió de quedar
encantada con eso de caterva de amantes. Menudo halago filial.
El libro, queda dicho, y como él
lo volveré a repetir, es “una novela sin ficción o un relato real”. Bueno es
así hasta que se le olvida: “Eso o algo muy parecido a eso le decía Marco a los
chavales” Era eso o no era. ¿En qué quedamos? No se puede dejar que la falta de
datos nos estropee la argumentación.
Otro tema que trae a mal traer es
el de la denominada Memoria Histórica.
“La expresión es equívoca, confusísima”. “…la
historia y la memoria son opuestas”.
Historia y memoria son dos cosas
distintas. Estoy de acuerdo. Javier Cercas, muy cuco, cambia el orden, no es
historia y memoria, es memoria histórica, que dicho de otra forma podríamos
entenderlo como memoria de la Historia. Él lo cambia y yo lo dejo en su orden
con lo cual su interpretación y la mía son dispares.
Además, ese es el término
popular, el oficial, como se denomina la ley es: “Ley 52/2007, de 26 de
diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen y amplían
derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o
violencia durante la guerra civil y la dictadura”
Llamada por su nombre no le da
juego para sus argumentos, que ya utilizó en un artículo publicado en El País, La tiranía de la memoria del 2 de enero de 2008.
Y no digo yo que Javier Cercas
esté en contra de esta ley, que no lo está y así lo manifiesta. De ella dice:
“la llamada memoria histórica era en realidad la memoria de las víctimas
republicanas de la guerra civil y el franquismo, y recuperarla o reivindicarla
equivalía a reivindicar la reparación completa de esas víctimas y a exigir
justicia y verdad sobre la guerra civil y el franquismo para superar de manera
definitiva ese pasado terrible”
Faltaría más. Los franquistas
tuvieron su recompensa en los 40 años de dictadura y aún la siguen teniendo.
“Réditos, marketing, mercado y
competitivo: era la transformación de la memoria histórica en la industria de
la memoria”
Hombre, esto dicho así casi me
recuerda a las declaraciones del portavoz adjunto del Partido Popular en el
Congreso, Rafael Hernando, que dijo: “algunos se han acordado de su padre
cuando había subvenciones para encontrarlo”.
Los detalles son importantes a la
hora de demostrar la veracidad de lo dicho. Al igual que Cercas rebusca en la
vida de Enric Marco, él expone a los lectores sus fuentes.
Para ello nada mejor que detallar
el curriculum de Bermejo, el historiador qué descubrió la verdad sobre Marco.
Aunque más adelante se le olvida,
un poco, quien descubrió el tomate: “Marco es un mentiroso magistral, pero,
mientras armaba sus mentiras, treinta o cuarenta o cincuenta años atrás, nunca
pudo imaginar que algún día un escritor se consagrase en cuerpo y alma a
desmontarlo y no consideró necesario acorazarlas contra aquella improbable
curiosidad futura”
Me parece que si no llega a ser
por Bermejo igual este libro no se abría escrito. Nada, un lapsus.
La verdad y la mentira obsesiona
a Cercas a lo largo del libro. No me extraña.
“Yo le decía a Marco, sin
mentirle del todo pero sin decirle del todo la verdad…” “No sé qué es lo que
hizo Marcos en ellos, porque él no lo recuerda o dice que no lo recuerda; tampoco recuerda lo que pensó. Lo que sigue,
por tanto, son meras hipótesis”
Los arranques de sinceridad
avalan la historia: “Ayer, 28 de abril de 2014, fantaseé durante todo el día
con un diálogo imaginario entre Marco y yo; tal y como lo fantaseé lo
transcribo, literalmente. Por una vez, en este libro la ficción no la pone
Marco: la pongo yo.”
Ya sabemos que “esto no es una
novela corriente sino una novela sin ficción o un relato real”
Está claro.
Con el fin de aclarar la cuestión
de la verdad o la ficción: “Todas las novelas mezclan la ficción con la
realidad, señor Marco. Salvo las novelas sin ficción o los relatos reales,
todas lo hacen”
Mi cacao mental va en aumento.
¡Qué corto soy! Sin duda yo soy de los lectores tontos.
Conversación, ficticia, entre
Cercas y Marco: “Le repito que escribo para gente inteligente”, “y yo [Marco]
le repito que también le leen los tontos”.
Yo soy la muestra de la afirmación de Marco-Cercas.
Al final va a resultar que Javier
Cercas es tan irónico que yo no lo pillo. ¿O sí?
“Me pregunto si, a partir de
determinado momento, a medida que me sumergía en este relato real o esta novela
sin ficción saturada de ficción que durante años no quise escribir…”
Acabáramos. Todo diáfano. No me
quedan dudas.
Aún le quedan ánimos para hablar
de otras cosas: como enamoró a su mujer o lo que es la literatura.
“…si la literatura sirve para
salvar a un hombre, honor a la literatura; si la literatura sólo sirve de
adorno, a la mierda con la literatura”.
Transparente.
Al final me he dejado llevar por
Cercas y me he repetido, repetido, repetido. La diferencia es que él escribe muy bien y yo no. ¡Maldita sea! así y todo me atrevo a criticarlo. ¡Manda narices!
La impostura de El impostor de Javier Cercas by Santiago Pérez Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
Excelente el artículo, solo un pero Cercas no escribe bien, Cercas es un mediocre autor.
ResponderEliminarCercas es mediocre. Absolutamente prescindible. Su obra solo merece el olvido
ResponderEliminarEscribir una novela como si fuera un ensayo, y un ensayo como si fuera una novela, evita el engorroso problema de tener que citar fuentes, con el añadido de que mentir es un recurso literario válido si el dudoso fin es una "verdad moral" más alta.
ResponderEliminarAl contenedor de reciclaje de papel.