Lo primero es lo primero: no
seguí el debate del estado de la nación. He visto retazos, leído algo de lo
acontecido y nada más. Tuve suficiente. ¡Menos mal que no lo hice!
“No
vuelva usted aquí a hacer y a decir nada. Ha sido patético”. Esta frase del
Presidente Rajoy, refiriéndose a Pedro Sánchez, creo que resume lo acontecido.
Expresión que en boca de un supuesto demócrata suena fatal. Miren, lo de
patético no me molesta en la trifulca dialéctica, aunque ¡dios, quien va a
hablar!
Lo
que he visto no me pareció subido de tono.
De
un tono estridente es que los ciudadanos paguemos los desaguisados de las
antiguas cajas de ahorros y de sus dirigentes. De un tono chirriante son los
desahucios. Crujiente me parece la falta de atención sanitaria a enfermos
crónicos. Desafinadas me resultan las prebendas de los cargos públicos.
Restallante es que los jóvenes mejor preparados de este país se tengan que ir
fuera a desarrollar sus potencialidades.
Así
podría seguir páginas y páginas. Esas cosas sí que son subidas de tono y no lo
que se le dijo al Presidente Rajoy.
El
país que describió el Presidente Rajoy solo existe en su mente cachazuda. Fue
una desvergüenza. Un presidente de gobierno no puede mentir así a los
ciudadanos.
Logros
económicos que quedarán muy bien sobre el papel pero que los españoles no
vemos. Promesas de creación de empleo que son a todas luces falsas.
Empecinamiento en desmentir que tuvieron que rescatar al país - carajo, pues
llamémoslo salvación -. Y Bárcenas. No, de corrupción no habló.
Joder,
¿cuándo veremos a un presidente reconocer sus errores o los de su partido sin
echar mierda a los otros? Ese día España será una democracia real.
Me
molestó también la cara del Presidente Rajoy en determinados momentos. El
semblante de sorpresa por las contestaciones que daba era un poema malo; si es
que él mismo se sorprendía de su osadía.
Seguro
que se fue para la cama encantado de su fiereza.
El
debate de este año tuvo un invitado no presente, pero qué como sí de un
fantasma se tratase, estar estuvo pero no se le mentó.
Chisss,
no se puede nombrar. ¿O se mentó a Pablo Iglesias? Uyyyyyy.
Otro
año más quedó patente la desfachatez de sus señorías que cuando intervienen los
grupos minoritarios se largan. ¿Será que les entran a todos, al mismo tiempo,
las ganas de mear?
Estas
cosas me llamaron la atención.
Eso
sí, comprobé que la reinona de la fiesta fue, sin duda, la ínclita e inefable
Celia Villalobos. La mujer no podía soportar la cháchara de su presidente y se
pone a jugar al Candy Crush. La guiparon.
¡Manolo!
¡Manolo! ¡Vamos coño! Que me han pillao
jugando al candicrú de lo cojone.
La
mayoría piensa que este es el último debate del bipartidismo en una temporada,
yo no lo sé. ¿Y si es el primero de las grandes alianzas?
Ver
veremos.
El debate del Candy Crush o ¿el último del bipartidismo? by Santiago Pérez Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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