Las elecciones andaluzas del 22
de marzo de 2015 ya están ventiladas. Hemos pasado el primer repecho, todavía
nos quedan las municipales, autonómicas, catalanas y las generales. ¡Casi nada!
Ahora toca todo tipo de análisis.
Unos serios, rigurosos – opiniones discutibles, máxime en política -. Otros
partidistas – de los partidos, nada que
objetarles – y luego están los balances de los que van de asépticos e
imparciales – algunos aparecen en todas las televisiones y radios -. De estos
últimos mejor no hablar.
Los resultados son claros. Ganó
el PSOE, 47 escaños, los mismos que tenía. El PP obtuvo 33 diputados,
diecisiete menos que en 2012. IU logró cinco diputados, siete menos. UPyD
tampoco logró en esta ocasión entrar en el parlamento andaluz. Podemos llegó
hasta quince diputados y Ciudadanos a nueve.
Hasta aquí los datos objetivos.
De ahí en adelante es cuando surgen las interpretaciones.
Las encuestas previas daban otros
resultados. Los partidos manifestaron que la única encuesta válida era la
votación ciudadana. Y tenían razón. Ese argumento dicho en público contrasta
con las opiniones que han vertido tras el recuento de los votos.
En el PSOE había un gran temor a
una pérdida importante de votos – eso era así, por mucho que dijeran que iban a
ganar las dudas eran enormes -. El PP esperaba revalidar con más ventaja los
resultados de 2012 – ¿con un candidato desconocido? ¿con las que han liado?
¡anda que no tenían moral! y poco ojo -. IU esperaban convertirse en bisagra
otra vez – desempolvaron a Julio Anguita -. UPyD se veía dentro – a Rosa Díez
le valía con reunirse con cuatro amigos -. Ciudadanos estaba exultante – creo
que aún no se lo creen -. Podemos esperaba más de veinte diputados – su gozo en
un pozo -.
La realidad, tan terca,
sorprendió a todos.
¿En el PSOE tiene motivos para
estar alegres? Como para tirar voladores. Con la que les está cayendo e igualan
los resultados del 2012, eso sí, con unos ciento catorce mil votos menos.
La verdad es que gobernando
pierden votos y además se “cuelan” dos nuevas fuerzas en el Parlamento. Es como
para estudiarlo bien. Las alegrías de cara a la galería se acaban pagando, ya
la están pagando.
Ahora los socialistas cerrarán
filas, argumentarán la victoria y seguirán con las mismas. Es cosa suya.
Que nadie se rasgue las
vestiduras. El PSOE ganó con el voto de los ciudadanos y, a algunos no les
gustará, eso es la democracia.
Recuerdo cuando Manuel Fraga
ganaba elección tras elección en Galicia – fue presidente de la Junta entre
1990 y 2005 – siempre dije lo mismo: los gallegos lo han decidido, no hay más
que hablar.
Los del PP no sé qué esperaban.
Su candidato, casi ya no me acuerdo como se llama – es broma, Juan Manuel Moreno Bonilla, Juanma
Moreno para los amigos – tenía poco que rascar. El pobre se lamentaba de que
Susana Díaz le ninguneaba. La socialista ni puñetero caso que le hizo, solo
habló de Rajoy. La hostia estaba cantada.
Habrá quien eche de
menos al señorito Javier Arenas – eso sí que era tronío y salero -.
De UPyD no voy a
hablar, ya lo hace Rosa Díez por todos.
En Ciudadanos tienen
que estar en una orgía mental – soy muy simple y se me vino a la cabeza la
primer campaña de Albert Rivera en pelota -. Han desbordado por la derecha al
PP y les está dando un resultado magnífico.
En IU deben estar
llorando por las esquinas. Es que el sistema electoral les perjudica, eso dicen
ellos. No digo yo que no, pero seguro que hay algo más.
Lo poco que yo les
escuché fue crítica, crítica y más crítica – ya digo que fue lo que yo escuché
-. Su pase por el gobierno andaluz no lo supieron aprovechar. Y no es que lo
diga yo, nada de eso, lo dijo Susana Díaz: “Antes no podía sacar nada que no
quisiera el socio de Gobierno…” La propia presidenta les reconoció su papel
determinante y ellos nada de nada.
Extraño pudor este
de IU.
Lo de Podemos es
otro cantar. Creo que andan despistados. No han aterrizado.
Cuando convocaron las elecciones todos los
comentaristas manifestaron que era una buena jugada de Susana Díaz ya que les
pillaba con el pie cambiado y sin organizar. Con las primeras encuestas las
cosas cambian y dan a Podemos unos buenos resultados. Llegan a pensar en más de
veinte diputados y lo dicen. Error de principiantes, lo que son. No estaban
defendiendo nada, estaban aspirando – les faltó modestia, mucha modestia -. La candidata, la que ellos eligieron, parece
un poco sosa y prefiere ir antes a un mitin que a un debate en la televisión
pública – error monumental -. Alguno de ellos amagaron con el tema de las
subvenciones. Todas las luces de alarma se encienden: el PER.
Manda narices con
esto del PER (Plan de Empleo Rural).
Este plan, creado en 1986, paso a denominarse Plan de Fomento del Empleo
Agrario (PFEA) en 1996. Recordar que se trata de una subvención a los
ayuntamientos con el fin de que contraten a jornaleros en paro y facilitar así
un período de empleo y acceso a un subsidio especial de desempleo.
¿Quiénes son los
guapos que acaban con el PER?
Seamos serios.
Mientras la estructura de la propiedad se mantenga en Andalucía, el PER tendrá
que seguir existiendo. Los latifundios están ahí, los jornaleros también.
Podemos tiene que
interiorizar que por mucho cabreo que tengamos, no todos los quieren. Aunque
lleguen a gobernar no podrán hacer todo lo que quieran. La realidad española es
diversa en opciones políticas, en ideología, y hay que gestionar para todos.
Por mucho que se empeñen, sus soluciones no son ni inmediatas ni contentarán al
conjunto de los ciudadanos.
Programas claros,
templanza y pensar en los demás les podría dar más réditos. Su ansía por llegar
les puede dejar en la cuneta.
Tendremos para rato.
Mentes más preclaras lo explicarán mejor que yo, pero como siempre digo: esta
es mi opinión, tan buena o mala como las de otros.
Triunfo, descalabros y entradas gloriosas en las elecciones andaluzas del 2015 by Santiago Pérez Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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