Publicado en La Nueva España el 25 de enero de 2019
Tras cincuenta y cuatro años de
vida la central térmica del Narcea, ubicada en Soto de la Barca (Tineo) va a
cerrar. Era sabido, era esperado, pero no por ello deja de causar tristeza y
desolación. El cierre de las minas fue el anticipo, esto es la puntilla. Otro
mazazo para Tineo y el suroccidente asturiano.
Creo que la inmensa mayoría de
los ciudadanos somos conscientes de los efectos negativos del cambio climático.
Sabemos que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) son perjudiciales
para nuestra salud y que tenemos que cambiar los modos de obtención de energía
y de fabricación. Lo comprendemos. Lo que nos cuesta comprender es esta prisa
repentina y sin alternativas.
Los procesos de producción
cambian tan rápido que no nos da tiempo a asimilarlos ni adaptarnos a ellos.
Las soluciones no son fáciles ni están a la vuelta de la esquina. La
globalización empresarial, la robotización, las nuevas tecnologías - ¿cuándo
dejarán de ser nuevas? – las desregulaciones y las operaciones financieras
salvajes están poniendo patas arriba este mundo que a duras penas comprendíamos
y que ahora nos desborda. En el caso de España, y de Asturias, habría que
añadir la desindustrialización que en los años 80 del siglo pasado abrieron un
camino que no sabemos a donde nos conducirá. Pero esa es otra historia o tal
vez no.
Lo trágico de la situación del
suroccidente asturiano es, repito, que hace más de diez años ya se hablaba del
posible cierre de la térmica de Soto de la Barca y aún hace muchos más del de
las minas y, sin embargo, nos quejamos como si fuese algo que nos pillase por
sorpresa. Hemos estado esperando, impasibles, lo que parecía inevitable.
Intento comprenderlo. No lo consigo. No entiendo la falta de iniciativa de
quienes tenían la obligación de buscar otras opciones que pudiesen generar
empleo. No encuentro una sola justificación a su dejadez.
No se intensificaron las
políticas de apoyo al suroccidente, ni siquiera existió la intención de buscar
algunas alternativas. Y digo intentar, no conseguir. No hubo actuaciones ni
locales ni autonómicas encaminadas a esa búsqueda. Carecemos de una política de
captación de empresas.
Se plantea la diversificación de
los recursos con el fin de mejorar la situación, los montes o el turismo. Y
todo eso está muy bien pero ¿es suficiente? Aquí podríamos hablar de los fondos
Leader o los mineros aunque no sé para qué ya que no cumplieron con sus
objetivos.
Los ayuntamientos de la comarca
no han tenido ni la iniciativa, el empuje o la capacidad para enfrentarse a ese
enorme reto. No lo han intentado. Han dedicado tiempo y recursos a otros
menesteres, que pueden estar muy bien para salir en las páginas de la periódicos pero que no sirven para generar
empleo. No han estado a la altura del desafío.
Llegan las elecciones y los
partidos políticos nos volverán a contar el cuento de la lechera. Tendríamos
que preguntarles que han hecho para merecer nuestro voto, la respuesta la
tenemos ante nuestros ojos.
El suroccidente cierra by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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