21 sept 2019

Los peregrinos dan vida a Tineo

Publicado en La Nueva España el 20 de septiembre de 2019

En 1990, Laureano V. García convocó a asociaciones, entidades y particulares a una reunión para constituir una asociación del Camino de Santiago. A ese llamamiento acudimos muy pocas personas y aún éramos menos los que creíamos que eso de la promoción del Camino de Santiago primitivo era una buena idea. Un año después, en noviembre de 1991, ya estaba creada la Asociación de Amigos del Camino de Santiago Astur-Galaico del Interior.

Me cuenta Laureano que allá por el año 92, del siglo pasado, llegaron a Tineo tres peregrinos procedentes de Estados Unidos. Habían leído el libro De San Salvador de Oviedo a Compostela; andar y ver por el camino de los peregrinos de Antonio García Miñor y ni cortos ni perezosos se pusieron a andarlo. Llegaron a Tineo y los recibió el propio alcalde, en cuyo despacho oficial durmieron. Casi podríamos denominarlos los primeros peregrinos de la “edad moderna”.

Foto cedida por Laureano V. García

Hoy el Camino, los peregrinos, dan alegría, además de dinero, a los pueblos de este recorrido primitivo que va desde Oviedo a Santiago. Ya ni los alcaldes dudan de su importancia, otra cosa es la atención que le prestan. Aunque es justo decir que algunos lo tienen más claro que otros.

Quien piense que estos caminantes van a ser la solución a nuestros problemas de empleo, económicos o de cualquier otra índole se equivoca. Son un aliciente que no se puede desdeñar. Gracias al Camino han sobrevivido pequeños negocios, e incluso se han creado algunos.

En la actualidad el concejo de Tineo tiene siete albergues, de los cuales dos son municipales y el resto privados. Asimismo, por ejemplo, desde hace muy poco tiempo la villa tinetense cuenta con dos lavanderías públicas. Bares, tiendas, farmacias, fisioterapeutas, taxis, hoteles… han mejorado sus resultados económicos gracias a estos peregrinos.

Entre noviembre y marzo el trasiego de caminantes prácticamente desaparece pero a partir del tercer, cuarto mes del año los vemos pasar en constante aumento hasta llegar a los meses de verano que es cuando se produce un chorreo constante.

Los pequeños comerciantes solo tienen buenas palabras para ellos, y no solo por que dejan dinero, si no por su amabilidad.

Rosa es una de ellas, regenta la Panadería San Antonio. Todos los días entran en su establecimiento. No compran grandes cantidades pero al ser muchos pocos se nota. Los dulces y las empanadas les aportan energía. Dice riéndose que son muy llambiones. Su panadería, gracias al boca a boca, se conoce entre los caminantes. ¿El secreto? “buenos productos y no engañarlos”.

Ángel, propietario del Restaurante y pensión Tineo, es otro de los empresarios que se muestra muy satisfecho con su presencia. Al menos un 20 por ciento de la ocupación en su pensión se debe a estos andarines y solo hay que acercarse al restaurante en horas de comida y ver quienes son los comensales.
Gentes de un sin fin de países recalan en su casa. Asiáticos, australianos o americanos. Los estadounidenses, cuenta,  cada vez son más. Al parecer están entusiasmados con este camino.

Otros a los que les sienta bien este goteo incesante son los taxistas. Rodi, y sus socios de Taxi-Tineo, están ahí cuando surgen problemas en los pies o piernas. Algunos aligeran el peso y envían sus mochilas por este medio.

Quien está encantada, lo demuestra todos los días en su página de Facebook, es Yaiza, del bar La Griega. La constancia y la dedicación han convertido a este pequeño bar en una parada obligada para muchos caminantes. Reciben un pequeño obsequio que contiene un mapa del camino, tapones para los oídos, tiritas, un paquete de pañuelos, una chuchería y para las chicas un tampón, para los chicos una maquinilla de afeitar. Mejor recibimiento imposible.

La Griega tiene un libro de firmas en el que los viajeros se explayan, alguno incluso dibuja. Ahí dejó el Ayuntamiento de Tineo un libro de sugerencias.
En él, el libro de sugerencias, los peregrinos destacan la belleza del concejo pero también hacen constar sus quejas. En algunos casos, y muy puntualmente, echan en falta algo más de señalización. Se lamentan, sobre todo, del barro de algunos tramos, que se vuelven intransitables cuando llueve varios días seguidos. Son muchos los que insisten en este problema. Hay una tercera crítica: el mantenimiento de los albergues públicos.

Las soluciones no parecen muy complejas.

El Camino de Santiago no es la gallina de los huevos de oro pero tampoco debemos matarla por dejadez. Los peregrinos necesitan muy poco: agradecen una sonrisa, una ayuda cuando la necesitan, no quieren que les engañen con los precios, no quieren perderse y necesitan un camino transitable.

Cuidemos el Camino y sobre todo a los peregrinos. Son como ese agua fina que tanto agradecen los campos.

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