Giro un poco la cabeza, no mucho, y con lo que veo me sobran razones
para no votar el 10 de noviembre. Si me vuelvo ciento ochenta grados es para
echar a correr, en sentido contrario, desde luego. No pasan el examen, la
pregunta más sencilla o la prueba del algodón. Han sido, son, un verdadero
desastre.
Tenemos unos dirigentes políticos muy cortitos, además de ser unos
ególatras-narcisistas-presuntuosos-incompetentes-inútiles-torpes… No me digan
que exagero, por favor. Vienen demostrando desde hace años que son eso y mucho
más. A los cabreos ciudadanos me remito.
Casado, Iglesias, Rivera, Sánchez. Sánchez, Rivera, Iglesias, Casado.
Iglesias, Sánchez, Casado, Rivera. Pónganlos en el orden que deseen,
intercámbienlos ¿y qué obtendrán? Pues cuatro vanidosos. No sé si aún
conservan, o tuvieron alguna vez, sentido de lo público, no lo parece.
En este mundo plagado de tipos como Trump, Jhonson, Bolsonaro, Salvini…
estos cuatro chicos guapos se dedican a medírsela, y no dan la talla.
No hay gobierno desde la época del indolente Rajoy. Lo único que hizo
fue jodernos, a la mayoría, faltaría más. La economía sigue navegando por aguas
turbulentas, según nos cuentan. Las cuestiones sociales se quedaron en los
programas electorales. La vida para los españolitos no ha mejorado y estamos
que mordemos. Y Cataluña… Todo es Cataluña.
Un tropel de nacionalistas desmadrados se enfrenta a otra horda
igualmente desenfrenada. ¿Y todo por unas banderas y unas fronteras? Esa es la
excusa. Detrás de todo ese tinglado, como siempre, está la pela. El
nacionalismo es un sentimiento azuzado por las clases dirigentes para esconder
sus vergüenzas y corruptelas y tener entretenido al personal. ¡No vivimos del
nacionalismo!
La corrupción, sobre todo la del PP, parece olvidada y ya casi no se
habla de Venezuela, que tanto nos afecta y preocupa.
El detallito de la deuda de los bancos ya sabemos que no la vamos a
cobrar. Ah, si es necesario nos enfrascamos en la disyuntiva monarquía-república,
mucho más importante que el desempleo, la precariedad laboral en todas sus
vertientes, la dependencia, el
desmantelamiento de la sanidad o la educación y esas cosillas que pueden
jodernos la vida bien jodida.
Si les apetece hablamos un ratín de la exhumación del dictador o de la
memoria histórica de la que se olvidan muchos dirigentes políticos que se dicen
de izquierdas, incluidos socialistas.
Este es el panorama, resumido de forma burda, que tenemos desde que
empezó la crisis allá por el 2008. Las mejoras brillan por su ausencia. En
muchos aspectos hemos empeorado y no hay visos de mejoría.
Pues con todas y con esas quieren que vote. ¿Quién lo merece? Ninguno.
¿Me ofrecen algo nuevo? No. ¿Creo sus promesas? No. ¿Voy a votar? ¡Sí!
Repito: son un puto desastre. No se merecen mi confianza. Estoy harto de
su incompetencia, mentiras y actitudes. Estoy hasta los cojones de ellos.
Votaré. Llámenme incoherente, ilógico, contradictorio, absurdo… lo que les
apetezca, tendrán razón. Votaré.
Todavía no tengo claro mi voto, pero votaré.
Votaré para intentar frenar a esos que tanto me asustan. Votaré para qué
los fanáticos de la irracionalidad tengan el menor espacio posible. Votaré para
qué España no retroceda a aquellos tiempos oscuros, tétricos, del pensamiento
único. Votaré para qué unos pocos no ocupen el espacio público. Votaré para
seguir conservando empatía por mis semejantes, vengan de donde vengan. Votaré
para qué las mujeres prosigan su camino sin trabas machistas. Votaré, votaré,
votaré para qué los xenófobos, racistas, machistas que se creen en posesión de
una verdad tenebrosa caída de los cielos no lleguen a condicionar nuestras
vidas. Votaré para qué esta imperfecta democracia siga avanzando y unos pocos
no la destrocen. Votaré en recuerdo de aquellas épocas perversas y malignas que
llevaron al mundo, y a este país, a la destrucción, el odio y las matanzas.
Votaré para qué los herederos de aquellos monstruos queden relegados a la
oscuridad de la que nunca debieron salir. Votaré para qué sus acólitos no se crezcan
y llenen de sombras macabras nuestra democracia. Votaré contra la
irracionalidad, la desmemoria y sí, la maldad destructiva de quienes quieren
cambiar la convivencia por una pesada bota que no nos permita respirar.
A pesar de los pesares, votaré.
A pesar de todo, votaré by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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