3 nov 2019

A pesar de todo, votaré


  Giro un poco la cabeza, no mucho, y con lo que veo me sobran razones para no votar el 10 de noviembre. Si me vuelvo ciento ochenta grados es para echar a correr, en sentido contrario, desde luego. No pasan el examen, la pregunta más sencilla o la prueba del algodón. Han sido, son, un verdadero desastre.

  Tenemos unos dirigentes políticos muy cortitos, además de ser unos ególatras-narcisistas-presuntuosos-incompetentes-inútiles-torpes… No me digan que exagero, por favor. Vienen demostrando desde hace años que son eso y mucho más. A los cabreos ciudadanos me remito.

  Casado, Iglesias, Rivera, Sánchez. Sánchez, Rivera, Iglesias, Casado. Iglesias, Sánchez, Casado, Rivera. Pónganlos en el orden que deseen, intercámbienlos ¿y qué obtendrán? Pues cuatro vanidosos. No sé si aún conservan, o tuvieron alguna vez, sentido de lo público, no lo parece.

  En este mundo plagado de tipos como Trump, Jhonson, Bolsonaro, Salvini… estos cuatro chicos guapos se dedican a medírsela, y no dan la talla.

  No hay gobierno desde la época del indolente Rajoy. Lo único que hizo fue jodernos, a la mayoría, faltaría más. La economía sigue navegando por aguas turbulentas, según nos cuentan. Las cuestiones sociales se quedaron en los programas electorales. La vida para los españolitos no ha mejorado y estamos que mordemos. Y Cataluña… Todo es Cataluña.

  Un tropel de nacionalistas desmadrados se enfrenta a otra horda igualmente desenfrenada. ¿Y todo por unas banderas y unas fronteras? Esa es la excusa. Detrás de todo ese tinglado, como siempre, está la pela. El nacionalismo es un sentimiento azuzado por las clases dirigentes para esconder sus vergüenzas y corruptelas y tener entretenido al personal. ¡No vivimos del nacionalismo!

  La corrupción, sobre todo la del PP, parece olvidada y ya casi no se habla de Venezuela, que tanto nos afecta y preocupa.

  El detallito de la deuda de los bancos ya sabemos que no la vamos a cobrar. Ah, si es necesario nos enfrascamos en la disyuntiva monarquía-república, mucho más importante que el desempleo, la precariedad laboral en todas sus vertientes, la dependencia,  el desmantelamiento de la sanidad o la educación y esas cosillas que pueden jodernos la vida bien jodida.

  Si les apetece hablamos un ratín de la exhumación del dictador o de la memoria histórica de la que se olvidan muchos dirigentes políticos que se dicen de izquierdas, incluidos socialistas.

  Este es el panorama, resumido de forma burda, que tenemos desde que empezó la crisis allá por el 2008. Las mejoras brillan por su ausencia. En muchos aspectos hemos empeorado y no hay visos de mejoría.

  Pues con todas y con esas quieren que vote. ¿Quién lo merece? Ninguno. ¿Me ofrecen algo nuevo? No. ¿Creo sus promesas? No. ¿Voy a votar? ¡Sí!

  Repito: son un puto desastre. No se merecen mi confianza. Estoy harto de su incompetencia, mentiras y actitudes. Estoy hasta los cojones de ellos. Votaré. Llámenme incoherente, ilógico, contradictorio, absurdo… lo que les apetezca, tendrán razón. Votaré.

  Todavía no tengo claro mi voto, pero votaré.

  Votaré para intentar frenar a esos que tanto me asustan. Votaré para qué los fanáticos de la irracionalidad tengan el menor espacio posible. Votaré para qué España no retroceda a aquellos tiempos oscuros, tétricos, del pensamiento único. Votaré para qué unos pocos no ocupen el espacio público. Votaré para seguir conservando empatía por mis semejantes, vengan de donde vengan. Votaré para qué las mujeres prosigan su camino sin trabas machistas. Votaré, votaré, votaré para qué los xenófobos, racistas, machistas que se creen en posesión de una verdad tenebrosa caída de los cielos no lleguen a condicionar nuestras vidas. Votaré para qué esta imperfecta democracia siga avanzando y unos pocos no la destrocen. Votaré en recuerdo de aquellas épocas perversas y malignas que llevaron al mundo, y a este país, a la destrucción, el odio y las matanzas. Votaré para qué los herederos de aquellos monstruos queden relegados a la oscuridad de la que nunca debieron salir. Votaré para qué sus acólitos no se crezcan y llenen de sombras macabras nuestra democracia. Votaré contra la irracionalidad, la desmemoria y sí, la maldad destructiva de quienes quieren cambiar la convivencia por una pesada bota que no nos permita respirar.

A pesar de los pesares, votaré.

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A pesar de todo, votaré by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

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