28 jul 2020

Viaje A través del Egipto con Eduardo Toda

En la imagen de la cubierta, Eduardo Toda disfrazado de momia. Es un fotografía bastante conocida.


  Me topé con A través del Egipto de Eduardo Toda y Güell de casualidad. Ha sido un grato encuentro. El libro fue publicado en 1889 por El Progreso Editorial. Desde entonces no se había vuelto a reeditar. Cuenta, además, con el aliciente de las ilustraciones de José Riudavets y Monjó. Gema Menéndez Gómez, egiptóloga, se ha encargado de realizar algunas correcciones y actualizar nombres y toponimia. El breve prólogo es responsabilidad del egiptólogo Tito Vivas.

  En primer lugar, aclarar que Eduardo Toda debió ser un hombre con una curiosidad insaciable. Se licenció en derecho civil y canónico e ingresó en el cuerpo diplomático en 1873. En funciones diplomáticas Toda estuvo en Macao, Hong Kong, Cantón, Shanghái. Visitó Filipinas y otros países de asiáticos y recaló en Japón en 1882. Se dedicó a estudiar y escribir, además de recoger piezas de interés arqueológico. Dominaba siete idiomas (catalán, español, francés, portugués, inglés, alemán y chino). Está considerado como el primer egiptólogo español. En 1884 fue nombrado Cónsul General de España en El Cairo y vivió en Egipto hasta 1886. No perdió el tiempo. Fruto de esa estancia es A través del Egipto.

  El libro es un recorrido por el país de las pirámides. Describe monumentos, gentes, tradiciones o cultura con incursiones en la Historia. Nos encontraremos, por ejemplo, con Cleopatra, Julio César y Marco Antonio.

  Eso sí, no podemos olvidar en qué momento se escribió. Dada la sensiblería y el papanatismo de algunas gentes si lo leyeran, que no lo harán, pondrían el grito en el cielo. Tiene descripciones racistas, supremacistas y machistas. Vamos, la mentalidad de la época. Pues así y todo me pareció una gozada. Yo aviso, las gentes “sensibles” que se abstengan de leerlo ya que se pueden ofender.

  Hay que reconocerle a Eduardo Toda que reparte su racismo sin pudor: “El mendigo egipcio no es tan repugnante como el de otros pueblos de Oriente, el chino, por ejemplo” (página 32). No hay que quedarse sólo con esas opiniones.

  Las referencias a la economía son constantes y cómo las ingerencias europeas determinan la vida en Egipto. Ingleses, franceses, italianos, turcos o griegos explotan los recursos del país hasta la extenuación.

  Nos explica también la distribución de la propiedad de la tierra o las producciones agrícolas. Sabremos de la vida de los fellah (campesinos) y la miseria en la que vivían: “Es hombre sin inteligencia, cuya materia atrofian las privaciones, y cuyo espíritu embarga la superstición” (página 111). Ven, aún con esas formas despectivas reconoce que su condición proviene de la pobreza extrema en la que viven.

  Hay muchas referencias a la vida, si es que tal se puede llamar, de las mujeres. Bueno, tampoco es que haya cambiado demasiado. Vean un ejemplo: “Tomó mujer [un fellah] porque tiene menos precio y más inteligencia que un caballo, puede utilizarla labrando la tierra, cuida su persona y la convierte en instrumento utilizable para todos los fines de la vida” (página 111).

  No piensen que Toda carece de sensibilidad: “¡Pobre mujer! Todo en Oriente conspira contra ella. La religión, la cree imperfecta. La sociedad, la mira como un ser inferior. El hombre, la explota y la desprecia. En las clases altas, es esclava del harén. En las bajas esferas, víctima del trabajo. ¡Mala estrella presidía los destinos del mundo cuando fue creada!” (página 116).

  Argumentos como este, no será el único, me hacen dudar de sus verdaderas ideas. Sus análisis y comentarios entran en contradicción. Unas veces parece un retrógrado y otras un progresista. Tal vez las formas imperantes en el momento le condicionen su manera de expresarse o, sencillamente, se encuentre en un debate interno del que todavía no ha salido.

  Daremos un paseo por El Cairo, sus mercados y mezquitas. Y, faltaría más, nos hablará de la religión y su incidencia en la vida de los egipcios. A finales del XIX la religión no tenía el peso que hoy en día: “El islamismo es una religión puramente individualista. Poco o nada pide a la asociación, comprendiendo que el pueblo árabe no quiere ligarse con ninguna de esas reglas de bienestar, que nosotros nombramos vida social. Como en la familia no hay reuniones, ni en el estado grupos políticos, ni en los oficios gremios, tampoco la religión consigue reunir en el templo a crecido número de fieles, ni las asociaciones religiosas pueden prosperar en el país. Cuando en los viernes el imam sube al púlpito para las preces ordinarias, apenas consigue reunir dos docenas de creyentes” (página 141).

  Son muchas las curiosidades que nos cuenta: “La costumbre de poner graffiti en los monumentos es antiquísima y universal a todos los pueblos. Los he visto en los más antiguos testimonios de la civilización humana, y los he hallado lo mismo en la moderna Europa, que en los lejanos continentes de Asia y África” (página 152).
  ¿Qué diría hoy si viera nuestras ciudades?

  Parece que las cosas no han cambiado demasiado, vean si no: “El cólera, que en siglos pasados se llamaba peste, solía aparecer en aquellas regiones con la misma regularidad que se manifiesta ahora, es decir, cada 20 o 25 años. Causaba naturalmente grandes estragos entre aquellas gentes sucias, que vivían, como hoy, de una manera ruin y miserable, pero la ignorancia de las masas achacaba la epidemia a los cristianos, y sus venganzas eran atroces” (página 178).

  Lo dicho, igualito que hoy. Las epidemias siguen afectando a los más pobres. Hay quienes culpan a Bill Gates de epidemias varias o pueden pensar en Trump y a quien culpa de todos los males. Para el caso patatas.

  No podía ser de otra manera y el cotilleo tiene su espacio. Nos enteraremos de cositas de los eunucos y los harenes.

  Eduardo Toda critica el coleccionismo pero al mismo tiempo él colecciona: “Desde que a últimos del siglo pasado se despertó la afición a coleccionar objetos antiguos, han sido innumerables las piedras, los bronces, las estatuas y los cadáveres arrancados de aquellas necrópolis, que hoy llenan las vitrinas de nuestros museos públicos y particulares” (página 272).

  Dentro de ese afán por destruir y coleccionar llama la atención la moda de utilizar la droga de momia. Al parecer con las momias se hacían polvos, bálsamos y aceites muy usados en la medicina. Sin comentarios.

  Y por esa senda nos adentra en el mundo de las momias, sus aderezos y los sepulcros. Entraremos en el interior de las pirámides y subiremos por el Nilo hasta llegar a Asuán visitando los monumentos del recorrido.

  No deja de lado la esclavitud y la hipocresía de los ingleses con respecto a esa lacra: “Inglaterra es filantrópica hasta el límite que su conveniencia le señala” (página 449).

  Lo dicho, con A través del Egipto realice un viaje por ese impresionante país muy interesante, entretenido y que me gustó un montón.

  Al final del libro, Eduardo Toda nos cuenta una historia de la cual no tenía ni idea.

  En el siglo XVIII hubo un proyecto para anexionar los países del mar Rojo y Alto Egipto a la corona de España, aprobado por Felipe V.  El artífice de la idea fue un tal Conde de Esneval. Dedica varias páginas a contar lo sucedido y al parecer todo se quedó en una estafa. El Conde de Esneval resultó ser un caradura de cuidado con gran capacidad para embaucar incautos, aunque fuesen de alta alcurnia. Este vividor, de nombre Pedro Joseph Le Roux, Conde de Esneval, contó con la ayuda del Padre Joseph Augusto de la orden de San Cayetano. Debieron liarla bien. Bueno, un poco sí, ya que el señor Conde llegó a enarbolar la bandera de pirata en un barco financiado por la corona española. Otros dos se le hundieron. No debieron hacer muchos amigos y ambos, el P. Joseph Augusto y el Conde de Esneval, acabaron en el Tribunal del Santo Oficio de Sevilla en 1743 con varios cargos, entre ellos el de pertenecientes a la masonería.

  Hay un articulo de Juan Gómez Fernández titulado Inquisición y masonería en el Puerto del Siglo XVIII (los casos del P. Joseph Augusto y el Conde de D´Esneval) y publicado en Revista de historia de El Puerto, ISSN 1130-4340, Nº 54, 2015, págs. 9-25.

  Los amantes de los viajes, de la arqueología, los egiptólogos, los historiadores y curiosos en general creo que encontrarán este libro muy interesante.

  Repito, me gustó, me lo pasé muy bien con su lectura, busqué datos olvidados y rememoré lugares visitados.

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