No es fácil reconocer los
errores, sobre todo sí deseas mantener una posición labrada a lo largo de los
siglos. De esto sabe mucho la Iglesia católica, especialista en dejar dormir
los problemas y en su defecto en darle la vuelta a la tortilla.
Pues algo así sucedió con el que
era el Museo de Arte Sacro de Tineo. Y digo era ya que un cura decidió
desmantelarlo y trasladarlo del espacio que ocupaba en la Iglesia de San Pedro
de Tineo a la Capilla de Merás, en la misma iglesia. Puede parecer peccata minuta pero no lo fue. El cambio
supuso el caos. Fueron colocadas sin orden ni concierto y una parte de las
expuestas quedaron fuera por la falta de espacio.
La decisión me pareció desacertada y así lo manifesté en su momento.
Con el fin de poner orden en ese
maremágnum la Fundación Valdés-Salas pidió la colaboración de los profesores de
Historia del Arte de la Universidad de Oviedo Lorenzo Arias y Raquel Alonso. La
profesora Alonso ya participó en el proyecto del museo y fue coautora, junto a
Pilar García, del catálogo del Museo de Arte Sacro de Tineo, por lo que ya
tenía un conocimiento de primera mano de las piezas con las que se iban a
encontrar.
Permítanme un inciso para
recordar que una vez más la Fundación Valdés-Salas, entidad privada pero
vinculada estrechamente con la Universidad de Oviedo, se ha involucrado en
cuestiones culturales de la comarca.
Los citados profesores han
organizado el desorden y se aprovechó para dotar de luz a las vitrinas con lo
que se puede apreciar perfectamente la belleza de las piezas expuestas.
Con el fin de dar a conocer el
importante patrimonio artístico que alberga la iglesia de San Pedro de Tineo se
han organizado visitas, durante los meses de verano, de martes a sábado entre
las 11:00 y las 15:00 horas, con pases cada media hora.
De todo lo anterior no deseo que
nadie pueda entender que hasta ahora no existía una colección organizada. Todo
lo contrario, había un pequeño museo, pequeño por su tamaño, pero que estaba
organizado con criterios expositivos temporales y religiosos. Había orden y
concierto.
Cómo ya mencioné más arriba, el
catálogo fue elaborado por María Pilar García Cuetos y Raquel Alonso Álvarez,
ambas ya doctoras en Historia del Arte por aquel entonces, lo que demuestra la
intencionalidad de certificar la relevancia artística y patrimonial de las
esculturas expuestas y dotar al espacio expositivo del rigor que necesitaba.
La organización de las imágenes
corrió a cargo de Ramón Platero, responsable de Patrimonio de la Iglesia,
Agustín Hevia Vallina, archivero de la Catedral de Oviedo y de Cándido García
Tomás, párroco de Tineo.
Todo aquel esfuerzo se fue al
garete por obra y desgracia de la actuación de un cura. El actual
párroco, Alfredo de Diego, aunque sin rectificar, inicialmente parte con otra
actitud.
Al parecer esta es la primera
medida que se ha tomado y habrá más. Entre ellas han mencionado la restauración
de las tallas que lo necesiten e incluso que abrirán un espacio para mostrar
las obras que faltan. ¡Curiosamente lo harán en uno de los habitáculos que
ocupaba el Museo! Vamos, rectifican pero sólo un poco.
Dicho lo dicho, y agradeciendo lo
que hay que agradecer, sigo pensando lo mismo que pensaba, teníamos un pequeño
museo y ahora tenemos una pequeña exposición con menos obras expuestas al
público. No se ha subsanado lo que a mi parecer es un error y ahora se le
quiere dar un lavado de cara. La excusa que se dio, y se mantiene, es que así
las obras son de más fácil acceso para el público. Siendo eso cierto no
compensa con el daño causado. Tengo que reconocer que su anterior ubicación
tenía el problema del acceso, que se realizaba por las escaleras de entrada al
coro, pero por lo demás superaba con creces al actual.
El espacio de la capilla de
Merás, por sus dimensiones y al estar separado de la iglesia por un tabique de
madera y cristal colocado ex profeso,
no me parece un lugar apropiado para acoger las magníficas tallas en madera de
la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco. Ese espacio resulta, a pesar del
tabique, abierto, demasiado abierto.
La capilla de Merás tiene otro
problema añadido: la humedad. Aunque las tallas están protegidas por urnas de
cristal no creo que les siente nada bien ese ambiente. El espacio que ocupaban
anteriormente era mucho más seco. Por cierto, con tanto ir y venir alguna urna
no ha salido bien parada.
El verano está cubierto en cuanto
a visitas guiadas ¿y después qué? El horario que han implantado no parece muy
adecuado pensando en los peregrinos que este año puedan recorrer el Camino
Primitivo. Sí se estipuló pensando en los habitantes de la villa pues… En fin,
tiempo para cambiarlo tienen, en caso necesario.
Mantengo que el cambio ha sido un
error que han preferido mantener antes que reconocerlo y dar marcha atrás. Mis
críticas se basan en el cambio a peor pero eso no es óbice para que les anime a
visitar la exposición.
Las tallas expuestas son tan
relevantes y hermosas que desde luego merecen una visita. El esfuerzo de los
vecinos, que a lo largo de los siglos financiaron esas tallas, al igual que
todo el patrimonio de la Iglesia; el trabajo de recogida y conservación de las
esculturas así como los esfuerzos para poner en marcha aquel Museo de Arte
Sacro de Tineo merecen que se les de la relevancia que tienen.
No le han dado la vuelta a la
tortilla se les ha caído al suelo y ahora quieren recomponerla en un plato inapropiado.
Nada nuevo, «con la Iglesia hemos dado».
Una exposición permanente de la
calidad e importancia artística, cultural y patrimonial de esta de Tinéu no la
encontrarán en ningún otro lugar de Asturias.
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