21 oct 2020

 Una hermosa historia de la invención y evolución del libro en la antigüedad

  El amor por los libros es algo que se nota. Lo contrario también. Entre los apasionados por ellos se encuentra Irene Vallejo, que lo deja patente en El infinito en un junco: la invención de los libros en el mundo antiguo.   Se trata de un ensayo que recoge la invención y evolución del libro en la antigüedad así como el desarrollo de las bibliotecas. No se dejen impresionar por lo de ensayo. Está escrito de forma amena, sin el encorsetamiento académico que en ocasiones lastran a este tipo de obras. Las constantes referencias a la actualidad, a escritores, obras contemporáneas o películas liberan a El infinito en un junco de pesadez, al tiempo que aportan claridad.
  Irene Vallejo es doctora en filología clásica por las universidades de Zaragoza y Florencia, y se nota. La cultura clásica está en la raíz de nuestro mundo y así y todo muchos la desprecian. Solo tenemos que ver el trato que reciben las humanidades en los programas educativos.
  Sin libros, da igual el soporte sobre el que se asiente la escritura, el desarrollo tecnológico que hemos alcanzado, por ejemplo, sería imposible.Tampoco habríamos sido capaces de plasmar y transmitir sentimientos y nuestras vidas se reducirían a la pura supervivencia. Irene Vallejo lo dice así: “Al abandonar la oralidad, el lenguaje experimentó reajustes arquitectónicos: la sintaxis desplegó nuevas estructuras lógicas, y el vocabulario se volvió más abstracto” (página 105). 
  Los libros se convirtieron en el altavoz de los que apenas hacían oírse: “Cuando la memoria era el único depósito de palabras, los discursos disidentes tenían muy escasas posibilidades de perpetuarse más allá del pequeño círculo de adeptos” (página 107). Han adquirido tal relevancia que son el asidero al que nos aferramos muchas personas, en el caso de Irene Vallejo fueron un salvavidas. 
  La biblioteca de Alejandría ocupa bastantes páginas. No es de extrañar. Gracias a las copias que se realizaron de los “libros” allí depositados, que luego viajaron a distintos puntos del mundo helénico y romano, han llegado a nosotros. Como dice la autora “La Biblioteca de Alejandría no nació solo para ofrecer un refugio al pasado y su herencia. Era también la avanzadilla de una sociedad que podríamos considerar globalizada, como la nuestra” (página 51). 
  Pensamos, al menos yo, que la escritura fue un proceso que se desarrolló en el tiempo con muchas aportaciones, pues no. La autora nos cuenta que “los expertos piensan que la invención del alfabeto griego no fue un proceso anónimo a cargo de una colectividad sin nombre ni rostro. Fue un acto individual, deliberado e inteligente que exigió una gran sofisticación auditiva para identificar las partículas básicas – consonantes y vocales- que componen las palabras” (página 119). 
  Pero bueno, la escritura, y por extensión eso que llamamos humanidades, nunca han tenido buena prensa. No nos engañemos, eso son cosas de gente rara o desocupada. Todavía hoy sigue siendo así, aunque viene de antiguo: “En Roma, los ciudadanos de pleno derecho podían dedicarse a actividades artísticas y literarias si lo deseaban, siempre que fueran ocasionales y, sobre todo, desinteresadas. En cambio, pretender ganarse la vida con las letras era un afán poco decoroso para la gente de bien” (página 280).
 Curiosamente en este mundo interconectado son muchos los que exigen que el trabajo creativo sea gratuito. No hemos evolucionado tanto cómo nos creemos. Fíjense si no somos originales que el término celebrity se usó por primera vez para referirse a Franz Liszt. ¡Somos unos creídos! 
  Al final del ensayo encontramos notas, bibliografía y un índice onomástico. 
  “La historia de las peripecias tecnológicas desde la invención de las escritura hasta la informática es, en el fondo, la crónica de los métodos creados para disponer del conocimiento, archivarlo y recuperarlo” (página 247), eso es El infinito en un junco.      Creo que Irene Vallejo escribió este libro con amor y desde el amor que siente por ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario