Tenemos una idea bastante irreal
de lo que es la pobreza. No esa pobreza que padecen en muchas casas del mundo
que conocemos que llegan apurados a fin de mes o que incluso tienen que recibir
alimentos de oenegés, no, me refiero a la pobreza absoluta que padecen millones
de personas que no saben si van a comer ese día o en los siguientes. Creo que
no tenemos ni idea, ni por aproximación, de esa terrible realidad.
Los protagonistas de la novela
son Jai, un niño de nueve años, y fan de los reality shows de policías que emiten en televisión; Pari, la niña más lista del colegio y Faiza
amigo inseparable de los anteriores y que pertenece a la minoría musulmana. La
desaparición de un compañero de clase les llevará a iniciar una investigación
con la que recorreremos el basti y
conoceremos a sus habitantes y cómo se las apañan para subsistir.
Descubriremos que viven en casas
precarias que una policía corrupta puede derruir en cualquier momento si no
pagan la hafta (extorsión económica).
«A los que se retrasan en el pago les hacen elegir entre se apaleados en el
lomo o que les visite una excavadora» (pág. 58).
La desaparición de niños en la
India, al igual que en otros muchos países, es habitual. Esos niños viven en
esos barrios. No se sabe su destino, puede que los destinen a la prostitución,
la esclavitud o el tráfico de órganos. Calculan que en la India desaparecen
unos 80000 niños al año.
Los niños indios son explotados
laboralmente desde el primero momento. La India no es la excepción, desde
luego. «Si Pari me viera ahora, diría que ésta es la razón por la que la India
nunca será un líder mundial como América o Inglaterra. En esos países es ilegal
que los niños trabajen. Aquí también es ilegal, pero nadie obedece las reglas»
(pág. 178).
Aunque la desaparición de niños
es el tema central hay otros, como las enormes desigualdades. Así, frente a esos
basti, literalmente, encontramos
edificios superprotegidos de clase alta que se abastecen de mano de obra en
esos barrios por un salario ruinoso.
Los enfrentamientos religiosos,
entre hindús y musulmanes, son el pan de cada día. Es de sobra conocido el
enfrentamiento entre India y Pakistán por cuestiones territoriales pero sobre
todo religiosas. «La próxima guerra entre India y Pakistán que los periódicos
dicen que estallará en cualquier momento ha empezado en nuestra clase» (pág.
46). Esa tensión es mantenida y fomentada de forma artificial por ambos estados
y aún así entre ambas comunidades se establecen vínculos de amistad: «Faiz
nunca me matará. A veces incluso a él mismo se le olvida que es musulmán» (pág.
46).
La India es un país muy machista,
¿cuál no lo es? «Pero de tarde en tarde, en alguna parte de la ciudad, una
chica que tal vez vive al otro lado del río o tal vez en un basti de por aquí sentirá el miedo que
todas las chicas de este país conocen de sobra al caminar solas por una calle
desierta» (pág. 175).
El hambre está presente página
tras página. Un hambre que hace que oigamos las tripas de los personajes:
«¿Vamos a pasar hambre este mes? – le pregunto a Papa» (pág. 318). La
normalidad con la que se habla de ello la hace aún más terrible. ¿Nos lo
podemos imaginar? Pienso que no. Cómo tampoco imaginamos el ir a hacer nuestras
necesidades fisiológicas en unos baños públicos y pagar por ello o defecar en
un descampado.
Es un libro interesante que a
pesar de la dureza de lo que describe está escrito con conocimiento y amor. Me
ofreció una visión muy realista, sin ñoñerías ni paternalismo.
Cuando hablemos de pobreza
hagámoslo con criterio. Cómo todo en la vida hay gradaciones. No nos
equivoquemos en España también hay pobreza. Sólo tenemos que acercarnos a esos
barrios marginales de las grandes ciudades o a esos «poblados» que construyen
los inmigrantes y que son una bolsa de mano de obra semiesclava. Pues esto, que
es muy real y puntual en nuestro país, es lo viven millones de personas en la
India y otros países de eso que antes se llamaba el Tercer Mundo y que hoy quien
sabe si por vergüenza no lo hacemos.
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