20 abr 2021

Pequeños detectives de la miseria

 



  Tenemos una idea bastante irreal de lo que es la pobreza. No esa pobreza que padecen en muchas casas del mundo que conocemos que llegan apurados a fin de mes o que incluso tienen que recibir alimentos de oenegés, no, me refiero a la pobreza absoluta que padecen millones de personas que no saben si van a comer ese día o en los siguientes. Creo que no tenemos ni idea, ni por aproximación, de esa terrible realidad.
  Los protagonistas de la novela son Jai, un niño de nueve años, y fan de los reality shows de policías que emiten en televisión; Pari, la niña más lista del colegio y Faiza amigo inseparable de los anteriores y que pertenece a la minoría musulmana. La desaparición de un compañero de clase les llevará a iniciar una investigación con la que recorreremos el basti y conoceremos a sus habitantes y cómo se las apañan para subsistir.
  Descubriremos que viven en casas precarias que una policía corrupta puede derruir en cualquier momento si no pagan la hafta (extorsión económica). «A los que se retrasan en el pago les hacen elegir entre se apaleados en el lomo o que les visite una excavadora» (pág. 58).
  La desaparición de niños en la India, al igual que en otros muchos países, es habitual. Esos niños viven en esos barrios. No se sabe su destino, puede que los destinen a la prostitución, la esclavitud o el tráfico de órganos. Calculan que en la India desaparecen unos 80000 niños al año.
 Los niños indios son explotados laboralmente desde el primero momento. La India no es la excepción, desde luego. «Si Pari me viera ahora, diría que ésta es la razón por la que la India nunca será un líder mundial como América o Inglaterra. En esos países es ilegal que los niños trabajen. Aquí también es ilegal, pero nadie obedece las reglas» (pág. 178).
  Aunque la desaparición de niños es el tema central hay otros, como las enormes desigualdades. Así, frente a esos basti, literalmente, encontramos edificios superprotegidos de clase alta que se abastecen de mano de obra en esos barrios por un salario ruinoso.
  Los enfrentamientos religiosos, entre hindús y musulmanes, son el pan de cada día. Es de sobra conocido el enfrentamiento entre India y Pakistán por cuestiones territoriales pero sobre todo religiosas. «La próxima guerra entre India y Pakistán que los periódicos dicen que estallará en cualquier momento ha empezado en nuestra clase» (pág. 46). Esa tensión es mantenida y fomentada de forma artificial por ambos estados y aún así entre ambas comunidades se establecen vínculos de amistad: «Faiz nunca me matará. A veces incluso a él mismo se le olvida que es musulmán» (pág. 46).
  La India es un país muy machista, ¿cuál no lo es? «Pero de tarde en tarde, en alguna parte de la ciudad, una chica que tal vez vive al otro lado del río o tal vez en un basti de por aquí sentirá el miedo que todas las chicas de este país conocen de sobra al caminar solas por una calle desierta» (pág. 175).
  El hambre está presente página tras página. Un hambre que hace que oigamos las tripas de los personajes: «¿Vamos a pasar hambre este mes? – le pregunto a Papa» (pág. 318). La normalidad con la que se habla de ello la hace aún más terrible. ¿Nos lo podemos imaginar? Pienso que no. Cómo tampoco imaginamos el ir a hacer nuestras necesidades fisiológicas en unos baños públicos y pagar por ello o defecar en un descampado.
  Es un libro interesante que a pesar de la dureza de lo que describe está escrito con conocimiento y amor. Me ofreció una visión muy realista, sin ñoñerías ni paternalismo.
  Cuando hablemos de pobreza hagámoslo con criterio. Cómo todo en la vida hay gradaciones. No nos equivoquemos en España también hay pobreza. Sólo tenemos que acercarnos a esos barrios marginales de las grandes ciudades o a esos «poblados» que construyen los inmigrantes y que son una bolsa de mano de obra semiesclava. Pues esto, que es muy real y puntual en nuestro país, es lo viven millones de personas en la India y otros países de eso que antes se llamaba el Tercer Mundo y que hoy quien sabe si por vergüenza no lo hacemos.

 

 




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