20 jul 2021

La lucha por la supervivencia de una biblioteca en el París nazi

 

 

  La cabra tira al monte y no pude resistir la tentación de comprar La Biblioteca de París, escrita por Janet Skeslien Charles y traducida por Gemma Rovira.
  Tuve ganas de acabarla lo más rápido posible. No fue en plan devorador cómo en otras ocasiones. No lo fue.
  La novela está basada en hechos reales. La Biblioteca Americana de París se fundó como tal en 1920 con los fondos donados durante la I Guerra Mundial que estaban destinados a los soldados del frente. En 1939, ocupado ya París por los nazis, los bibliotecarios hicieron todo lo posible para mantenerla abierta y saltándose la prohibición impuesta siguieron prestando libros a los ciudadanos judíos. Tal gesto de compromiso se vio apoyado, según la autora, por un responsable nazi también bibliotecario que se lo permitió.
  La Biblioteca de París transcurre en dos tiempos, 1939-40 y 1983, en París y Montana (USA). La protagonista, Odile Souchet, ansía trabajar en esa biblioteca y lo consigue. Apasionada por la literatura y el trabajo de bibliotecaria nos va recordando cada dos por tres los números de la CDU (Clasificación Decimal Universal creada por Melvil Dewey). Su vida se centra en el trabajo, los conflictos con su padre, la relación con el resto del personal, su amiga Margaret y su amor con Paul. Todo ello… Tendrán que leerla. No hay avance.
  Odile ejerce de narradora en primera persona en gran parte de novela.
  A lo largo de la obra se transmite la idea de que la literatura y la amistad lo pueden todo. Deposita una fe, casi absoluta, en el poder de los libros para acabar con los males del mundo. Deseo que por muy loable que parezca no dejar de ser una ilusión.
  Se podría pensar que al desarrollarse durante la ocupación nazi tendría una carga de tensión y cierto dramatismo, para nada. Ni siquiera cuando narra las prohibiciones, encarcelamiento y desplazamiento a los campos de exterminio de los judíos logró transmitirme ese punto de encabronamiento que me producen esos hechos.
  Me pareció una novela sin pulso, blanda, en ocasiones no diré que ñoña, pero cerca le anda. Odile me calló mal. Sí, los personajes, en ocasiones, me caen bien o mal, imagino qué cómo a muchísimos lectores. Es irreflexiva, cabezona y metepatas. Vale, cosas de juventud, pero en su caso me pareció un personaje desagradable. Por si esto no fuera suficiente no ve más allá de sus libros y la biblioteca. El mundo se desmorona a su alrededor y no se entera. Su forma de ser, ceguera e intransigencia acarrea problemas a los demás. Cuando las cosas se desmadran en lo personal huye.
 Por cierto, ¡qué acaparadores son los estadounidenses! Titula la novela cómo La Biblioteca de París, pues va a ser que no. Era una de ellas, pero claro, no la única. Las circunstancias le permitieron seguir abierta, pero de ahí a considerarse «la biblioteca de París» hay un trecho. En fin, son así.
  Janet Skeslien estoy seguro que puso todo su amor en los libros y la biblioteca, que recuperó una historia real, pero le faltó, según mi opinión y repito, la tensión dramática que creo necesaria para trasladar a los lectores el peligro y la atmósfera putrefacta y mortal que se tenía que respirar en París en aquel momento. Tampoco logró insuflar emoción cuando habla de los delatores. Más logrado están los momentos en los que narra cómo rapan a las mujeres que mantuvieron relaciones amorosas con los nazis.
  Los personajes principales, además de Odile, Lucas y Margaret son débiles y llenos de contradicciones, pero hasta en los arranques que tienen son blandos.
  La otra parte de la novela, más breve, nos cuenta la relación entre una Odile vieja y la joven Lily. El paso del tiempo no mejoró el carácter de Odile, sigue siendo una cabezona y toda su vida fue incapaz de enfrentarse a la realidad. Esa posible aura de heroína que se le podría querer otorgar queda reducida a su mínima expresión.
  No me esperaba nada y me resultó floja. Quien sabe, a lo mejor la autora quiso que sus personajes aparentemente fuertes en realidad no lo son. Aunque fuese así, le falta empuje en lo demás.
  Estoy seguro que tendrá lectores entusiastas. Mi opinión no es mejor que la de ellos, faltaría más. Lo mejor que pueden hacer es leerla.

 

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