16 oct 2021

¿El ocaso del periodismo y de un periódico?  


  El periodismo tiene mala prensa. Perdón por lo facilón de la expresión. Hubo un tiempo en que nos informábamos con los periódicos o la radio. Sabíamos del pie que cojeaba cada uno, pero nos fiábamos de la veracidad de su información y agradecíamos los reportajes en profundidad. Llegó Internet y el mundo cambió. El acceso a la información es instantáneo, inabarcable, y el anonimato de las fuentes y los bulos hacen que estemos sumidos en un caco mental muy serio que nos provoca ansiedad, cabreo y desconfianza. A todo esto sumamos la mala gestión económica y la dependencia de los grandes grupos editoriales del mundo financiero y empresarial que socavan, aún más, el prestigio y confianza en ellos.
  De todo ello, y de más cosas, trata Papel, de Jesús Ruiz Mantilla. El autor es periodista, trabaja en la sección de Cultura de El País, por lo que sabe de lo que habla.
  La novela tiene un tono de intriga y suspense con el fin de dar más intensidad a las investigaciones periodísticas que narra. Los protagonistas principales son Benjamín Sarabia y Luz Perea. El primero es un periodista veterano, la segunda está iniciando su andadura y es además discípula de Sarabia. Hay otros personajes relevantes que acaban conformando una novela coral.
  El narrador, en varias ocasiones, hace guiños al lector e incluso le llega a interpelar con el fin establecer una complicidad entre ambos.
  Con Papel nos adentramos en los cambios que se están produciendo en el periodismo del siglo XXI. El más evidente es la relevancia que está tomando el mundo digital frente al papel, sólo tenemos que comprobar las ventas o el número de páginas que tienen los periódicos en la actualidad.
  La novela se adentra en la crisis económica que padecen los medios de comunicación tradicionales lo que les conduce a la servidumbre, perdiendo su identidad editorial en beneficio de los todopoderosos intereses económicos. El comportamiento de esos empresarios es mafioso. Realizan verdaderas extorsiones a los medios, todo ello según la novela, desde luego.
  No menos relevante en las 339 páginas del libro es el tema de las de las noticias falsas, de los bulos, que no siempre se generan en lejanos países. Unos bulos que en ocasiones, demasiadas, ni los propios medios son capaces de detectar en principio. En la novela se sitúa una de esas «granjas» de fake news en los alrededores de Madrid. ¿Verdad o mentira? Pues no tengo ni idea, pero posible sí que es.
 Pero no todo es negativo. También hay periodistas que a pesar de los pesares, y las presiones, siguen realizando su trabajo con honradez e investigan para sacar a luz unas informaciones veraces.
 Ruiz Mantilla se centra en los avatares periodísticos y los problemas económicos de un periódico llamado El Plural, nombre ficticio aunque realmente, como saben, existe uno digital con tal cabecera. Quienes sigan la prensa escrita desde hace años van a encontrar suficientes referencias para saber de qué periódico está hablando realmente. En este caso las coincidencias son tantas que no cabe la menor duda. Vean un ejemplo: «Todo aquel episodio ensuciaba a Cimarro [director de El Plural]. Comenzó desesperadamente a perder su vitola de leyenda y a enterrar su legado como periodista en pro de una enfermiza obsesión de poder». ¿Se hacen una idea a quién se puede estar refiriendo? ¿No? Otra pista: «Fue el precio que Cimarro puso a disposición de quienes debían mantenerlo en el puesto y no jubilarlo. Sacrificó el alama colectiva del medio a costa de su propio interés en no bajarse del carro». Creo que ahora ya lo tienen claro. Venga, la última: «Eligió nuevos inversores de los que se aseguró el apoyo, pero la deuda aumentaba. Los bancos no perdonaban y para apaciguarlos debía mantener de su lado al poder político y económico sin que la élite sufriera demasiados quebraderos de cabeza, empezando por el gobierno de turno». No me digan que no, ahora sí. Exacto, es ese famoso director, bueno era hace unos años.
  Papel toca, tangencialmente, algunos de sucesos de los últimos años en España como los atentados del 11-M, los de ETA, la corrupción o el movimiento independentista catalán. Por hablar habla hasta de posibles infiltrados dentro del periodismo que trabajaban para agencias de espionaje.
  En unas pocas líneas resume perfectamente situaciones de sobra conocidas y de actualidad: «Ajeno a la putrefacción que despedía ya un sistema anacrónico, heredero de los primeros pasos que dio la democracia en la que se santificó a una monarquía dejándola bula para que se enriqueciera a gusto y arrinconara esa deseable ejemplaridad que debía emanar de ella como cabeza de un entramado. De aquellos polvos vienen directamente los lodos de ahora, con efecto retardado pero con onda expansiva fulminante: la de una charca que afecta de la cabeza a la base. Sobre todo cuando regresaron de prestado, no sólo porque el país los había derrocado en los años treinta, sino porque habían sido rehabilitados por un dictador. La sensación de fracaso colectivo se antojaba inevitable».
  La crítica a la actuación de los medios es contundente: «Pero ahora, endeudados, humillados, los periódicos, sobre todo, pero también las radios o las televisiones, habían renunciado desde los despachos de sus ejecutivos a los pilares del oficio para entregarse sin límites a bailar el juego de los más corruptos y quedar a expensas de sus favores».  Muy bien, pero y los periodistas de forma individual ¿no tienen ninguna responsabilidad. Creo que sí.
  Lo dicho, en Papel se entremezclan los cambios que se están produciendo en los periódicos, los veteranos y los nuevos periodistas, la corrupción periodística-política-empresarial, las «granjas» de bulos, presente y pasado del terruño y cómo no, amor. Pues sí, también hay espacio para el amor y para que Luz Perea desentrañe un misterio que arrastra desde su infancia.
  La lectura de Papel, aún siendo una ficción, no deja de ajustarse como un guante a la realidad. Los lectores más maduritos no tendrán problemas en reconocer un periódico muy importante en España y al que fuera su director durante años, así como las vicisitudes por las que ha pasado. De tener un enorme prestigio ese periódico pasó por una etapa muy panfletaria y a día de hoy todavía no ha recuperado aquel prestigio.
  Papel es una novela entretenida con un importante plus de información.



 

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