El periodismo tiene mala prensa. Perdón
por lo facilón de la expresión. Hubo un tiempo en que nos informábamos con los
periódicos o la radio. Sabíamos del pie que cojeaba cada uno, pero nos fiábamos
de la veracidad de su información y agradecíamos los reportajes en profundidad.
Llegó Internet y el mundo cambió. El acceso a la información es instantáneo,
inabarcable, y el anonimato de las fuentes y los bulos hacen que estemos
sumidos en un caco mental muy serio que nos provoca ansiedad, cabreo y
desconfianza. A todo esto sumamos la mala gestión económica y la dependencia de
los grandes grupos editoriales del mundo financiero y empresarial que socavan,
aún más, el prestigio y confianza en ellos.
De todo ello, y de más cosas,
trata Papel, de Jesús Ruiz Mantilla.
El autor es periodista, trabaja en la sección de Cultura de El País, por lo que sabe de lo que
habla.
La novela tiene un tono de
intriga y suspense con el fin de dar más intensidad a las investigaciones
periodísticas que narra. Los protagonistas principales son Benjamín Sarabia y
Luz Perea. El primero es un periodista veterano, la segunda está iniciando su
andadura y es además discípula de Sarabia. Hay otros personajes relevantes que
acaban conformando una novela coral.
El narrador, en varias ocasiones,
hace guiños al lector e incluso le llega a interpelar con el fin establecer una
complicidad entre ambos.
Con Papel nos adentramos en los cambios que se están produciendo en el
periodismo del siglo XXI. El más evidente es la relevancia que está tomando el
mundo digital frente al papel, sólo tenemos que comprobar las ventas o el
número de páginas que tienen los periódicos en la actualidad.
La novela se adentra en la crisis
económica que padecen los medios de comunicación tradicionales lo que les
conduce a la servidumbre, perdiendo su identidad editorial en beneficio de los
todopoderosos intereses económicos. El comportamiento de esos empresarios es
mafioso. Realizan verdaderas extorsiones a los medios, todo ello según la
novela, desde luego.
No menos relevante en las 339
páginas del libro es el tema de las de las noticias falsas, de los bulos, que
no siempre se generan en lejanos países. Unos bulos que en ocasiones,
demasiadas, ni los propios medios son capaces de detectar en principio. En la
novela se sitúa una de esas «granjas» de fake
news en los alrededores de Madrid. ¿Verdad o mentira? Pues no tengo ni
idea, pero posible sí que es.
Pero no todo es negativo. También
hay periodistas que a pesar de los pesares, y las presiones, siguen realizando
su trabajo con honradez e investigan para sacar a luz unas informaciones
veraces.
Ruiz Mantilla se centra en los
avatares periodísticos y los problemas económicos de un periódico llamado El Plural, nombre ficticio aunque realmente,
como saben, existe uno digital con tal cabecera. Quienes sigan la prensa
escrita desde hace años van a encontrar suficientes referencias para saber de
qué periódico está hablando realmente. En este caso las coincidencias son
tantas que no cabe la menor duda. Vean un ejemplo: «Todo aquel episodio
ensuciaba a Cimarro [director de El
Plural]. Comenzó desesperadamente a perder su vitola de leyenda y a
enterrar su legado como periodista en pro de una enfermiza obsesión de poder».
¿Se hacen una idea a quién se puede estar refiriendo? ¿No? Otra pista: «Fue el
precio que Cimarro puso a disposición de quienes debían mantenerlo en el puesto
y no jubilarlo. Sacrificó el alama colectiva del medio a costa de su propio
interés en no bajarse del carro». Creo que ahora ya lo tienen
claro. Venga, la última: «Eligió nuevos inversores de los que se aseguró el
apoyo, pero la deuda aumentaba. Los bancos no perdonaban y para apaciguarlos
debía mantener de su lado al poder político y económico sin que la élite
sufriera demasiados quebraderos de cabeza, empezando por el gobierno de turno».
No me digan que no, ahora sí. Exacto, es ese famoso director, bueno era hace
unos años.
Papel toca, tangencialmente, algunos de sucesos de los últimos años
en España como los atentados del 11-M, los de ETA, la corrupción o el
movimiento independentista catalán. Por hablar habla hasta de posibles
infiltrados dentro del periodismo que trabajaban para agencias de espionaje.
En unas pocas líneas resume
perfectamente situaciones de sobra conocidas y de actualidad: «Ajeno a la
putrefacción que despedía ya un sistema anacrónico, heredero de los primeros
pasos que dio la democracia en la que se santificó a una monarquía dejándola
bula para que se enriqueciera a gusto y arrinconara esa deseable ejemplaridad
que debía emanar de ella como cabeza de un entramado. De aquellos polvos vienen
directamente los lodos de ahora, con efecto retardado pero con onda expansiva
fulminante: la de una charca que afecta de la cabeza a la base. Sobre todo
cuando regresaron de prestado, no sólo porque el país los había derrocado en
los años treinta, sino porque habían sido rehabilitados por un dictador. La
sensación de fracaso colectivo se antojaba inevitable».
La crítica a la actuación de los
medios es contundente: «Pero ahora, endeudados, humillados, los periódicos,
sobre todo, pero también las radios o las televisiones, habían renunciado desde
los despachos de sus ejecutivos a los pilares del oficio para entregarse sin
límites a bailar el juego de los más corruptos y quedar a expensas de sus
favores». Muy bien, pero y los
periodistas de forma individual ¿no tienen ninguna responsabilidad. Creo que
sí.
Lo dicho, en Papel se entremezclan los cambios que se están produciendo en los
periódicos, los veteranos y los nuevos periodistas, la corrupción
periodística-política-empresarial, las «granjas» de bulos, presente y pasado
del terruño y cómo no, amor. Pues sí, también hay espacio para el amor y para
que Luz Perea desentrañe un misterio que arrastra desde su infancia.
La lectura de Papel, aún siendo una ficción, no deja de ajustarse como un guante
a la realidad. Los lectores más maduritos no tendrán problemas en reconocer un
periódico muy importante en España y al que fuera su director durante años, así
como las vicisitudes por las que ha pasado. De tener un enorme prestigio ese
periódico pasó por una etapa muy panfletaria y a día de hoy todavía no ha
recuperado aquel prestigio.
Papel es una novela entretenida con un importante plus de
información.
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