Las ciudades, desde principios
del siglo XX, han sido diseñadas para los coches. Anchura de las vías públicas ajustadas a sus
necesidades, zonas de aparcamiento, parkins
y rotondas han sido construidas para uso y disfrute
de los automovilistas. El uso masivo del vehículo particular ha ido en
detrimento de los transportes públicos. La publicidad, machacona y constante,
del coche como elemento que causa placer a quien lo posee además de otorgarle,
supuestamente, un estatus social elevado lo han convertido en el amo y señor de
calles.
Afortunadamente los conceptos
sobre lo que deben ser las ciudades han cambiado y desde hace años se está
ganando espacio para los peatones. Las aceras se ensanchan, se plantan árboles,
se crean zonas verdes, carriles bici, colocan bancos… y como consecuencia
disminuye la polución y eleva la calidad de vida.
La progresiva peatonalización
urbana suele generar, en principio, agrias discusiones y los comerciantes y
hosteleros suelen quejarse de que con tales medidas sus negocios perderán
clientes. Nada más lejos de la realidad. Al cabo de poco tiempo comprueban los beneficios
para la ciudad y sus negocios.
Esa recuperación del espacio
público para los ciudadanos está muy extendida en el mundo más desarrollado.
Ciudades y pueblos se transformar para hacerlas más «vivibles», pero siempre
hay excepciones. Tineo, oficialmente Tinéu, es una de ellas.
La villa de Tineo está muy
alejada de esas corrientes regeneradoras del espacio público. Es más, ha dado
claros pasos hacia atrás. Un ejemplo de ello lo tenemos en la Plaza de El
Fontán, situada en el centro de la capital situada frente al edificio del
ayuntamiento. Tras su remodelación se convirtió en zona peatonal, poco duró la
dicha, poco después se revertió la iniciativa y los coches volvieron a tomar la
plaza. En la actualidad no sólo lo hacen en las zonas habilitadas para aparcar,
ocupan las zonas en las que está prohibido. En ocasiones resulta dificultoso
circular por ese tramo de plaza y calle debido al colapso de coches aparcados
de mala manera. No se crean que es falta de espacio para aparcar, a unos escasos
cien metros hay un parking municipal
que, comparados con los precios que se estilan por ahí, no resulta
excesivamente caro. Se preguntarán si no hay policía local. Haberla hayla, pero
como si no la hubiera.
Lo de los coches no termina ahí.
Lo más normal es encontrarte con vehículos aparcados encima de las aceras. Tal
cual. No un momento para carga y descarga. Nada de eso. Aparcan de tal forma
que en muchas ocasiones los peatones tenemos que salirnos a la carretera ante
la imposibilidad de pasar. Ni les cuento lo que sufren las personas en sillas
de ruedas o quienes empujan un carrito de bebé.
Por si esto no
fuera suficiente frustrante para los viandantes tenemos que esquivar las
terrazas de los bares. No estoy en contra, soy un usuario más. En Tinéu no hay
una ordenanza municipal que regule la ocupación de espacio público por las
terrazas. Ya las había antes, que no
pagaban por ocupar suelo público, con la pandemia siguen sin pagar y han
incrementado de forma notable la ocupación, tanto que algunas llegan a impedir
el paso de los peatones. No me opongo a que con el fin de resarcirse del cierre
obligatorio se les permita aumentar el número de mesas y sillas pero no a costa
de impedir el paso. No exagero ni un ápice. Entre mesas, sillas y sombrillas
algunas zonas son intransitables. No critico ese aumento del número, lo que
critico es que no podamos deambular por las aceras sin convertir nuestro paseo
en una carrera de obstáculos.
Medidas
idénticas se han llevado a cabo en ciudades y pueblos, pero por lo que he visto
han preservado los derechos a deambular por las aceras y en Tinéu no.
Estos
impedimentos suponen un problema irresoluble para las personas que tienen que
utilizar una silla de ruedas. Tinéu no es un pueblo amigo para los
discapacitados. Sin ir más lejos varios edificios municipales carecen de rampas
de acceso para sillas de ruedas o personas con problemas motores. El propio
edificio del ayuntamiento o la Casa de Cultura son un ejemplo de inaccesibilidad.
Las normas de
convivencia son fundamentales para vivir en sociedad. Tras la vuelta a la
«normalidad» hay que recuperar lo que es de todos y mejorarlo. Aquello que sea
razonable permitir para usos privados tiene que tener un coste. Así es en la
inmensa mayoría de los pueblos y ciudades, en Tinéu no.
Consecuencia de aparcar en la acera
No tiene
justificación el aparcar encima de las aceras. Y digo aparcar. Es de una
dejadez total y absoluta por parte del ayuntamiento el permitirlo. Me produce
vergüenza y me cabrea la desidia de quienes tienen que acabar con esas
actitudes incívicas y miran para otro lado. No se puede prohibir su
utilización, pero sí que campen a sus anchas y aparquen dónde les dé la gana.
En Tinéu todos
nos conocemos y eso supone que apenas existan quejas por estas cuestiones. Es
más, quien protesta es mal visto por los buenistas a los que todo les parece
bien.
Ganar espacio
público para los vecinos es un reto pendiente en Tinéu. Desde el consistorio
tienen que ser capaces de conjugar el interés público con el privado. Este
último nunca debiera perjudicar al conjunto de la sociedad tinetense. La villa ganaría en estética, en salud y
civismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario