24 nov 2021

Un suicida repelente


 

 



  El suicidio es una cosa seria. En España, en el 2020, se registraron 3941 suicidios, una media de 11 personas por día. Aunque dicen que comparativamente con otros países no es una cifra muy elevada a mí me lo parece.
  Esta introducción viene a cuento de que, como probablemente ya sabrán, Los vencejos de Fernando Aramburu narra, en primera persona, la cuenta atrás de un futuro suicida.
 Tras el éxito de Patria muchos lectores es posible que esperen otra novela que les llene tanto. Me temo que sus expectativas no se verán cumplidas.
 Toni, 54 años y profesor de filosofía en bachillerato, pone el reloj en cuenta atrás y decide suicidarse doce meses después. La acción transcurre entre agosto de 2018 y julio de 2019.
 El protagonista redacta cada noche algo parecido a un diario en el que narra con total libertad lo que le pasó en la jornada, lo que piensa y lo que le sucedió tiempo atrás. Pero no se crean que se trata de una novela en la que todo se mueva en torno al suicidio, nada de eso. El suicidio es la excusa para que Toni tenga la oportunidad de darnos su opinión sobre su vida y sus relaciones personales, pero también sobre otros muchos temas.
  Lo diré ya, Toni me cayó cómo una patada. Me parece un personaje repelente. En ningún momento me dio pena. Es un tipo poco sociable, machista, misógino, poco decidido y un montón de cosas más, ninguna buena. No encontré nada loable en él.
  Desde luego no se lo voy a destripar.
  Su relación con Amalia, su mujer, fue penosa y acabó como el rosario de la aurora. No fue mejor con su hijo, Nikita. Da igual que sean sus padres, suegros o su hermano, con todos el trato es tenso y nada cariñoso. El caso más denigrante es el de Agueda. Con ella tuvo una relación de jóvenes y vuelven a encontrarse, Toni le da un trato vejatorio y la menosprecia. No es un buen tipo. Hasta con su amigo, el único que tiene, Patachula resulta desagradable. Se salva, y no siempre, Pepa, su perra.
  En bastantes ocasiones Toni endilga al lector un mitin sobre cuestiones sociales o de actualidad. Es cómo sí por ser filósofo tuviera la necesidad de opinar sobre todo. Aparecen también muchas citas de filósofos o escritores.  Entre uno y otro el libro se va a las 698 páginas. Le cogí tanta tirria al personaje que me resultó pesado en algunos tramos.
  Nos queda una incógnita que puedo descubrir. Toni recibe anónimos, no llegaremos a saber quien se los envía.
 Vivimos en estos tiempos un puritanismo cargado de papanatismo que lleva a mucha gente a rasgarse las vestiduras por cuestiones inimaginables hace unos años. Estamos ante una obra de ficción y por lo tanto el autor tiene, tendría que tener, libertad para escribir lo que considere oportuno para dar sentido a su obra. Pues va a ser que no. Hay quienes se han ofendido por que en Los vencejos se trata a las mujeres como meros objetos sexuales. ¿A que viene sentirse tan ofendidos? ¿Acaso no es algo que ocurre todos los días? ¿No existe la prostitución? ¿No hay pederastas? Me parece hipócrita escandalizarse por lo que se dice y hace en una novela y no en la vida. Son, desde luego, conductas reprobables pero constreñir el arte me parece muy peligroso. Hoy es casi impensable que se pudiera hacer una película como Tamaño natural de Luis García Berlanga, protagonizada por Michel Piccoli.
  He leído una crítica en la que su autor reprocha a Fernando Aramburu que el personaje más simpático sea un votante de la extrema derecha. No entiende lo que quiere decirnos. Me parece el colmo para un profesional de la crítica. Si no lo entiende será su problema no de Aramburu. Además como el libro no es lo que esperaba ese crítico le da por arriba y por abajo. En fin.
  Los vencejos no es Patria ni nada por el estilo. El contenido puede resultar poco, o nada, adecuado para almas sensibles y con  propensión a ofenderse con facilidad. Personalmente, ya lo comenté, Toni me parece deleznable, pero eso me pasa con muchos personajes. No es un libro para relajarse, todo lo contrario, tensa.
  Para saber más tendrán que leerlo. Acérquense sin prejuicios, sin expectativas. Léanlo y podrán opinar por sí mismos. Lo tienen a su disposición en las bibliotecas públicas. Si no les engancha, no fuercen, devuélvanlo, busquen y encontrarán alguno de su agrado. Los libros no hay que leerlos a la fuerza.

 


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