El carbón es un recuerdo en el suroccidente de Asturias. Desde hace
muchos años se venía informando que desaparecería, tenía el tiempo tasado.
Políticos, trabajadores y ciudadanos en general estábamos enterados, quienes no
lo estaban es por que no quisieron.
Años y años avisando que venía el lobo y nadie hizo nada. Me refiero a
los que podían hacerlo. Entre otras cosas los fondos mineros se «evaporaron»
construyendo carreteras, necesarias pero que tendrían que haberse utilizado
para crear las condiciones que hicieran posible un nuevo tejido productivo. No
se hizo. En algunos casos, algún alcalde estaba más interesado en promocionarse
que cualquier otra cosa.
En diciembre de 2010 publiqué el texto que a continuación sigue. Con la
perspectiva del tiempo no me parece tan descabello, visto lo visto, es más, me
parece muy acertado. Ahí va.
La economía de Asturias, la
industria, nuestra Historia, serían inexplicables sin el carbón. Pero ¿ahí se
acaba todo? Eso fue pasado ¿y de ahora en adelante?
Hay quienes dicen que el carbón
está acabado, contamina muchos y además es muy caro. Dicho así parece una
verdad absoluta pero, como todo en la vida, hay que pasarlo por un tamiz para
ver que queda de esa verdad.
La cuestión de la contaminación,
cierta hasta ahora, es evitable mediante la captación de CO2. La
captación y el almacenamiento de dióxido de carbono es un proceso consistente
en la separación del CO2 emitido por la industria y fuentes
relacionadas con la energía, su transporte a un lugar de almacenamiento y su
aislamiento de la atmósfera a largo plazo.
Según han demostrado, entre otros
el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, creado por
la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para
el Medio Ambiente, la captación y el almacenamiento de CO2 tiene un
gran potencial y los costos derivados de las medidas de mitigación del cambio
climático pueden reducirse en comparación con las estrategias que sólo
consideran otras opciones. Ahora bien, todo dependerá, entre otras cosas, de
los incentivos financieros que se faciliten para su puesta en práctica.
Visto esto, y lo dicen los
expertos no los profanos, el tema de la contaminación es fácilmente salvable si
hay la determinación que tiene que haber.
Otra de las cuestiones más
manidas es la del precio del carbón. La variedad de cifras es pasmosa. Los que
están a favor de la desaparición del carbón hablan de unos costes desmesurados,
de las prejubilaciones y una retahíla de males que parece que son los causantes
de todos nuestros problemas económicos. Ahora bien, son esos mismos los que se
olvidan de las subvenciones a otras energías y otras empresas. A esas nunca las
mencionan. Es más, los que quieren derogar las ayudas al carbón nunca nos han
dicho que hacemos para mantener el empleo que se perdería de llevar adelante
sus propuestas.
No nos engañemos, Asturias, Tineo
y la comarca suroccidental necesitamos el carbón. Es un bien estratégico, pero
también social y económico. El ponerle fecha de caducidad es también hacerlo
con una parte importante de Asturias y con nuestro futuro.
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