Publicado en La Nueva España el 3 de mayo de 2022
Somos un país que se vanagloria
de la riqueza cultural que atesoramos, lo cual no deja de ser cierto a pesar de
los ímprobos esfuerzos que realizamos por cargarnos nuestro patrimonio.
Los edificios, de todo tipo y condición,
salen muy mal parados en lo que respecta a su conservación. La indiferencia,
cercana al desprecio, no se ciñe a pequeños inmuebles. Grandes edificios
cargados de historia cómo el monasterio de Cornellana (Salas) o el de Obona
(Tineo) sobreviven a duras penas ante la apatía de quienes pueden remediar su
lamentable estado y el poco ánimo ciudadano para exigir remedio ante tanto
dislate.
Hay un dato clarificador,
aportado por Jorge Dioni López en La
España de las piscinas, que avala nuestro «interés» por el patrimonio
arquitectónico. Nos informa que en los años cincuenta, del siglo pasado, había
en España dos millones y medio de edificios anteriores a 1900, en los noventa
quedaban menos de un millón. Desde luego no todos estarían en buenas
condiciones ni merecerían conservarse, pero hemos visto en los medios de
comunicación cómo la piqueta se ha llevado por delante edificios de gran valor
artístico e histórico.
El concejo de Tineo no es ajeno a
esa fiebre demoledora. Los pueblos y las brañas vaqueiras contaban con una
amplia variedad de casas tradicionales de las que apenas quedan vestigios. El
ansía de mejorar, comprensible y entendible, no ha pasado por rehabilitar.
En la villa de Tineo asistimos al
deterioro progresivo de una casa cargada de la pequeña historia del concejo: la
de José Maldonado o del antiguo Cuartel, de la Guardia Civil por supuesto, cómo
era conocida según quien hablara de ella, ubicada en el «Paseo». La excavadoras
la han rematado y reducido a la nada.
Para quienes desconozcan la figura
de José Maldonado unos pocos datos. Fue Diputado a Cortes por Asturias en 1936;
consejero de Obras Públicas en el Consejo Interprovincial de Asturias y León
(1936-37); en 1938 fue nombrado Director General de Carreteras, siendo
presidente de la República Negrín. Ya en el exilio, en 1970, fue nombrado
presidente de la República Española en el exilio. El 21 de junio de 1977
disolvió las instituciones republicanas, acto que contribuyó a la llegada de la
democracia a España.
La casa fue construida por encargo
de Vicente Maldonado, padre de José, en 1925. El coste ascendió a 61 464
pesetas.
En la Guerra Civil fue incautada.
Las tropas franquistas establecieron en ella su cuartel general, acto simbólico
de revanchismo y demostración del poder logrado por las armas y el robo. Con
posterioridad pasó a ser Cuartel de la Guardia Civil. Desde hace años estaba en
manos privadas.
Se produjeron algunos lamentos en
el Facebook y ahora todos contentos con la hermosa vista que nos quedó.
En Tineo se conservan, en aparente
buen estado, tres grandes casas, dos muy cercanas a esta y otra en la Avenida
González Mayo donde se ubica el Hogar del Pensionista y el Centro de Educación
de Personas Adultas. Esas eran casas de familias pudientes. Aún sobreviven
algunos edificios del siglo pasado con cierto encanto, pero es en Picos de
Villa y Fondos de Villa donde subsisten casas tradicionales, hórreos y paneras,
de los dos últimos podemos contar más de treinta. Son estos barrios los que marcan
la diferencia y dan entidad a Tineo, nos cuentan su pasado, el resto no se
diferencia de cualquier otro lugar, la uniformidad impera por doquier.
La verdad es que apreciamos poco
lo que tenemos y hacemos aún menos por conservarlo y dignificarlo, cuando lo
perdemos nos lamentamos. No hay que conservarlo todo, para eso existen expertos
que nos pueden ilustrar sobre que merece la pena conservar y qué no. A los
munícipes no se les ocurre asesorarse con arquitectos y urbanistas que pueden
contribuir con sus conocimientos a hacer más confortable y rica la vida de los
pueblos.
Ahora como recuerdo de José
Maldonado nos queda un monumento, enfrente de donde se encontraba su casa,
erigido en su honor y protegido por mesas y sillas.
La indiferencia se disculpará con
el elevado coste que supone rehabilitar edificios antiguos, lo cual es cierto,
pero estas cosas tienen solución si hay interés ciudadano y voluntad política.
Desde hace mucho se busca borrar su memoria (una damnatio memoriae de pueblo más que de poder). Como si no existiese. El Instituto pudo llevar su nombre... pero la reacción adversa fue muy grande. Sé de qué hablo.
ResponderEliminarPoco después la erección del monumento que lo recuerda también fue objeto de discusión (necesariamente había de ser "más pequeño" que el de Campomanes).
No fue desidia, fue venganza y maldad lo que hubo detrás de la negación a su reconocimiento.